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Epigmenio Ibarra: “No vamos a tener un país socialista, no sé quién quiera eso hoy”

El productor de cine, un acérrimo defensor de López Obrador, recibe a EL PAÍS para hablar de Sheinbaum, de los juegos de tensión al interior de Morena, de su rol en el partido y de la última polémica que le cobró duras críticas del feminismo

Georgina Zerega
Epigmenio Ibarra, periodista y productor de cine en los estudios Argos, en Tlalnepantla, Estado de México.
Epigmenio Ibarra, periodista y productor de cine en los estudios Argos, en Tlalnepantla, Estado de México.Aurea Del Rosario (El País)

Con la cámara cargada al hombro, Epigmenio Ibarra (Ciudad de México, 73 años) recorrió decenas de mítines en la última campaña electoral en México. Quería grabarlo todo. Lleva 30 años volcado a la tarea de documentar los movimientos sociales, y con ello, plasmó en sus cintas desde el alzamiento zapatista hasta el nacimiento del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). También registró la evolución política de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum. El productor de cine, un acérrimo defensor del presidente, pasó meses pegado a la sucesora de su amigo. Estuvo en primera fila para ver —y degustar— el ascenso y la victoria. “Ella es el correlato del crecimiento del movimiento, la expresión”, dice sentado en su oficina de los estudios Argos, en Tlalnepantla, Estado de México, mientras recuerda con placer los días que los llevaron al triunfo en las urnas.

Entre pintorescos sillones de cuero desgastado, retratos familiares y un insistente aroma a madera, Ibarra recibe a EL PAÍS para hablar de lo que le depara a la virtual presidenta. Cuando habla de ella, algo se infla en su pecho. Preso de un encantamiento que le lleva a lanzar un elogio detrás de otro. “Es lo mejor que le ha pasado a este país”. El antiguo periodista, corresponsal de guerra en otra época, se expresa además sobre los juegos de tensión al interior del partido, la actitud “mezquina” de la izquierda latinoamericana y la última polémica que le cobró duras críticas del feminismo por decirle a una periodista que acusaba represión en las protestas contra la reforma judicial: “No te gasearon lo suficiente”.

Pregunta. Después de haber visto a Sheinbaum todo ese tiempo, ¿qué tipo de líder cree que va a ser?

Respuesta. Creo que nos vamos a sorprender. Lo que acaba de pasar con España. ¿Qué presidente a punto de asumir dice: ‘No vamos a invitar al jefe del Estado español? No lo vamos a invitar porque hay un agravio’. La carta de López Obrador es muy correcta, muy medida. Haberla filtrado para que hicieran escarnio de él y nunca responder es un gesto de arrogancia inaudito, imperdonable, intolerable. ¿Y que hace Claudia? Pues que no venga. Y dice: ‘No, porque no agravió al presidente, agravió al pueblo de México’. Claudia no hace concesiones, es firme. Dicen: ‘Va a ser la títere de López Obrador’. Y ella se va a una transición con López Obrador. Es generosa, no regatea. Y es inteligente: si es el presidente más querido de la historia reciente, por qué demonios te vas a comprar el boleto de la derecha y vas a pelearte con él.

P. Sheinbaum carga con la crítica de ser el títere de López Obrador y ahora defiende lo del Rey...

R. Es ser consistentes. ¿De donde viene esta convicción de Claudia? De la campaña, de lo que le decían al oído. De lo que constituyó ese contacto extremo con ese pueblo que sí existe. Ella no está bajo la sombra de López Obrador ni tiene ningún miedo. El que piensa eso no la conoce. Ella es absolutamente distinta y tiene razón López Obrador: es mucho mejor que él. Además, esta inmersión profunda que hizo en la campaña la cambió.

P. ¿En qué la cambió?

R. La está volviendo una dirigente histórica de una revolución como no hay ninguna. Yo estaba convencido de que en este país no había manera de cambiar, de que me iba a morir con el PRI encima, y con el PAN. Porque era un sistema paquidérmico que todo se tragaba y todo asimilaba. Y estos persistieron por la vía pacífica, sin romper nunca un vidrio, en un país donde levantar la cabeza te costaba que te la cortaran. Eso ya se olvidó. A mí me metieron en un relajo porque dije: ‘No es gas’. Y cuando empieza a hablar la reportera, le dije: ‘Se nota que no te han gaseado. No sabes lo que es el gas lacrimógeno’. Estamos en un movimiento de transformación radical que no cumple con ninguno de los requisitos que establecen las revoluciones. Y Claudia es ejemplar en eso, no reprime a la oposición. Las revoluciones reprimen. Ella no controla a la prensa, las revoluciones sí controlan a la prensa. Forman un partido único con características militares. Morena es un frente, un movimiento. Inhiben la iniciativa individual, y aquí se fomenta la iniciativa individual. Y por último, todos los movimientos de izquierda se aferran al poder. Y Morena se la juega en las urnas.

P. ¿En qué se va a diferenciar el Gobierno de Sheinbaum del de López Obrador?

R. En muchísimas cosas. Es infatigable, como López Obrador, pero con mentalidad científica y es mujer. Es una mujer que viene de padres luchadores, de la izquierda más de izquierda que López Obrador. Pero que tiene una comprensión de la realidad política del país. A este país, si lo gobiernas desde la izquierda dogmática, no lo gobiernas. Y si lo gobiernas desde las concesiones y el zigzagueo, tampoco lo gobiernas.

P. Que sea mujer no significa que vaya a pelear por los derechos de las mujeres. Incluso ha mantenido distancia con grupos feministas en el Gobierno de Ciudad de México. ¿Qué cree que va a cambiar?

R. Claudia es feminista profunda y ha luchado siempre por los derechos de la mujer. Hubo diferencias con un sector del movimiento que decidió la vía violenta frente a una dirigente que nunca ha roto un vidrio. La gente piensa que esto de llevar martillos y sopletes, pintar y todo, eso es una expresión de ira. No, es una cosa más grave. Es el detonante de la violencia del Estado. Nosotros sí sabemos lo que es la violencia del Estado y Claudia no ha hecho concesiones para no caer en la violencia del Estado.

P. Justamente en la protesta del 8 de marzo de 2021, EL PAÍS pudo acreditar que el Gobierno de Sheinbaum reprimió con gases lacrimógenos que estaban vencidos. Luego, las manifestaciones feministas se pusieron más duras, pero no volvieron a usar esos gases. ¿Cambió Sheinbaum en su posición?

R. ¿Cómo se toma el poder? ¿Se asalta el Palacio de Invierno? No, aquí se ganó una elección. Y entonces asumes la dirección de una policía que básicamente te ha reprimido toda la vida y tienes que aprender a tomar el mando, a corregir. La primera acción de Claudia es suprimir el cuerpo de granaderos, que nos hizo sufrir décadas. Porque te agarraban a toletazos gruesos. Cuando yo dije esa frase desafortunada, es que yo [dije] ‘se nota que no te han gaseado lo suficiente’ porque el gas es intolerable. Te produce arcadas, vómito, te tienes que bañar en lo que sea pero no en agua no, porque si te echas agua exacerbas la reacción. Ahora, la disciplina de fuego se fue puliendo, es cierto. A la mejor hubo alguna cosa y ella fue controlando, al grado de que después hubo 25 policías heridas en una marcha. Pero de eso no se habla.

P. Con tan pocos contrapesos en el escenario nacional ahora, ¿cree que Morena va a dejar a Sheinbaum gobernar con libertad?

R. Yo creo que sí. Ahora, contrapesos hay todos. Aquí venimos de un régimen de 36 años sin contrapeso alguno. Claudia tiene hay un sistema de contrapesos real, el país es complejo, es plural, es diverso, es muy conservador en ciertos puntos, y hay que aprender a gobernarlo sin dar manotazos en la mesa.

P. Pero hay temor dentro del partido a que el ala dura no la deje gobernar...

R. Esa es la opinión de la comentocracia. No tienen ni idea. La gente conservadora dice que tiene que cortar con López Obrador. ¿Qué dicen compañeros de cierto grupo intelectual de la izquierda? Que ella va a hacer concesiones. Claudia no va a ser ni títere ni rehén, ni va a romper, va a continuar. Va a ser como López Obrador, extraordinariamente inteligente a la hora de establecer alianzas, abrir puentes y ser firme. Es una medición entre dureza y apertura. Lo del Rey es una muestra.

P. ¿Se considera usted parte del movimiento?

R. Soy un testigo y un registrador. Y sí, mi vida ha estado ahí y va a seguir estando ahí.

P. ¿Y se considera parte del ala dura?

R. Yo vengo de la dureza, pero vengo de la heterodoxia. Y me reconozco en la heterodoxia de López Obrador y Claudia. Escandalizan a los duros y a los blandos porque tienen una visión nueva. Es un movimiento sui generis. Un presidente de izquierda que habla de la integración de América del Norte, que ha conducido a México a ser el principal socio comercial de los Estados Unidos, ¡del imperialismo norteamericano! Y entonces un sector duro juzga a López Obrador y a Claudia. Ningún dirigente de la izquierda latinoamericana que ha llegado el poder lo ha abandonado de buena manera.

P. Bueno, hay varios...

R. Reforman la Constitución, aseguran continuidad y hablo de Evo Morales, de Lula [da Silva], de [Hugo] Chávez. Cuando tienen posibilidad de continuar... porque Pepe Mujica se iba a retirar, pero no ganaron. Yo digo movimientos victoriosos de izquierda. Evo era un extraordinario presidente, ¿para qué cuatro periodos?

P. ¿Es realmente de izquierda López Obrador?

R. Sí, esa es la izquierda por la que luchamos, una izquierda que entiende que no se puede gobernar con dogmas, que entiende que el pueblo es variado, plural.

P. Y sin embargo, dejó varios vacíos en temas progresistas en los que ni opinó. Por ejemplo, aborto.

R. Sin embargo, hoy el aborto es legal en México.

P. Pero no por López Obrador...

R. Él no se pronuncia, pero los legisladores de Morena aprueban el aborto.

P. No todos.

R. Pero la realidad es que hoy es legal en todo México.

P. Por la Suprema Corte, esa que quieren cambiar.

R. La Suprema Corte, por Olga Sánchez Cordero, y por la legislación que impulsó el PRD primero y luego Morena. La matriz izquierda del movimiento ahí está. López Obrador personalmente no se pronuncia y no se pronuncia en contra.

P. Tampoco a favor.

R. Porque él está viendo la formación y la complejidad, y no se va a exponer en un asunto que de todas maneras está avanzando. Esto del mantenimiento de los equilibrios ha sido una constante en López Obrador. Es inflexible en ciertas cosas, como primero los pobres, pero de ahí para el real no hay dogmas.

P. Al ala dura de Morena le preocupaba la figura de Omar García Harfuch, tanto que se opusieron a su candidatura al Gobierno de la ciudad. ¿Le preocupa a usted su nombramiento?

R. No. Ahí está la heterodoxia, los duros no gobiernan, no vencen en las urnas. Porque la dureza es el apego a los dogmas y hay que apegarse a convicciones. ¿Qué toman Claudia y López Obrador del marxismo? La herramienta de análisis y la onceava tesis sobre Feuerbach: lo importante es transformar el mundo. Este movimiento viene de muchos movimientos que confluyen, formados por gente de orígenes distinto. De repente en el PRI o en el PAN había gente honesta, que quería un cambio, servir a la gente y tenía derecho a haberse equivocado. Omar García Harfuch mantuvo la disciplina de fuego de la policía capitalina de una manera extraordinaria. Obedece las órdenes de una mujer que dice ‘no hay balazos’. Hubiera sido súper fácil entrar a balazos, los balazos te validan con la gente porque la mano dura es atractiva. Harfuch actuó con probidad, no solamente como secretario de Seguridad, sino políticamente. Tiene un sentido de lealtad distinto. Entonces yo les digo a los duros de Morena: no se angustien, hombre. No se triunfa siendo duros.

P. Esa ala dura distinguía en campaña a los izquierdistas curtidos en la calle con los de las universidades. ¿Hay una parte del movimiento a la que le molesta que Sheinbaum haya salido de las aulas?

R. Puede ser, pero no son mayoritarios, ni tienen peso. Yo creo que la formación de Morena y los triunfos obtenidos hablan del éxito de una visión compartida por Claudia y López Obrador. Más abierta, innovadora y profundamente revolucionaria. Ciertamente no vamos a tener un país socialista, no sé quién quiera eso hoy en el mundo. Los sueños de la patria socialista no se cumplen. Pero el control que tenía la derecha del poder político en este país se acabó.

P. Hay otros que posicionan a Sheinbaum más a la izquierda que el ala dura.

R. Es muy bonito porque hay quien piensa que es débil, hay quien piensa que es dura, que va a zigzaguear, que es súper radical, que va a romper con López Obrador, que va a ser títere.

P. ¿Y quién tiene razón?

R. No la conocen, no se dan cuenta de a quién tienen enfrente. Una mujer singular, única, expresión prístina de lo que es este movimiento, algo nuevo en el mundo. Lo que está pasando en México hoy es una lección para la izquierda del mundo. Ha sido muy mezquina la izquierda mundial con López Obrador en reconocerle sus aportes. Ha sido muy mezquina la izquierda con Claudia porque la quiere encasillar, no la puede ver libre. No pueden entender que se trata de un ser excepcional porque es resultado de un movimiento excepcional en un momento excepcional.

P. Y para el próximo sexenio, ¿cuáles son sus planes?

R. Seguir trabajando, y en la medida de lo posible seguir apoyando, registrando con la cámara. Y diciendo: ‘Esto es único, por Dios, valórenlo’. Dense cuenta. Yo vengo de la guerra, yo sí sé lo que es la violencia. He visto los cuerpos destrozados por la metralla. He visto a las vanguardias más revolucionarias traicionar a sus pueblos. Esto es una revolución única, que no purga, destruye, olvida todo lo demás, sino que convive con restos del pasado.

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Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.
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