Al menos seis muertos y tres heridos en un deslave en Naucalpan por las fuertes lluvias
El alud, en el municipio del Estado de México, arrasa una construcción informal en la que residía una familia y parte de una escuela primaria
Al menos seis personas han muerto y otras tres han resultado heridas después de que intensas lluvias provocaran un deslave de tierra en La Raquelito, una colonia humilde de Naucalpan, de acuerdo con el Gobierno del Estado de México. El alud ha sucedido sobre las 9.00 de la noche del lunes, cuando el agua arrastró la ladera de un cerro que barrió a su paso una casa particular y un colegio, la Escuela Primaria Emiliano Zapata.
Las seis víctimas presuntamente pertenecían a la misma familia. Residían en una infravivienda, una cabaña de cartón y lámina en la ladera del monte que no pudo soportar el desplazamiento de tierra. Protección Civil ha informado de que entre los fallecidos se encuentran cuatro hombres y dos mujeres, todavía no identificados oficialmente, que no pudieron escapar de la precaria construcción cuando el lodo, el agua y las rocas cayeron sobre ellos.
Los vecinos de la colonia fueron los primeros en acudir al rescate con linternas, seguidos después por los equipos de salvamento de Protección Civil, e intentaron sacar a la familia de debajo de los escombros. No lo lograron con seis de ellos, fallecidos en el derrumbe, pero sí con otras tres personas que fueron ingresadas en el Hospital General de Naucalpan para recibir atención médica.
En el lugar siguen trabajando los equipos de emergencia hasta que se restablezca la normalidad, “apoyan a los vecinos de la colonia La Raquelito, luego del desgajamiento de un cerro, a consecuencia de las intensas lluvias registradas la noche de este lunes 16 de septiembre”, ha informado el Gobierno estatal en un comunicado. La gobernadora, la morenista Delfina Gómez, no se ha pronunciado públicamente sobre el accidente, pero en la nota informativa de su Administración se afirma que “instruyó atención inmediata en la zona así como el despliegue de fuerza de trabajo y maquinaria para apoyar a las familias afectadas”.
Los deslaves son habituales en el Estado de México en esta época del año, en la que llueve prácticamente a diario. El agua erosiona los cerros y provoca desplazamientos de tierra y rocas que arrastran lo que encuentran a su paso. De por sí, como fenómeno natural, no es un problema: pueden adoptarse medidas de minimización de riesgos. Es cuando estos aludes se encuentran con casas construidas con materiales pobres y sin supervisión profesional cuando pueden resultar peligrosos.
Expertos entrevistados por EL PAÍS para un reportaje sobre el impacto de los mal llamados desastres naturales en poblaciones humildes en 2021 señalaban unánimemente la falta de planificación urbanística y de prevención del riesgo, la informalidad de los asentamientos y la pobreza que reina en ellos como algunos de los principales motivos de que provocan que los deslaves se cobren vidas humanas.
Vicente Andrés Sandoval Henríquez, investigador en la Unidad de Estudio de Desastres de la Universidad Libre de Berlín, lo ilustraba así con el caso de los terremotos, otro tipo de fenómeno natural que también se ensaña más en las comunidades pobres: “Los terremotos no matan. Los que matan son los edificios que colapsan por su baja calidad, porque están mal construidos o localizados en un área no apta para la edificación”.
En el caso de Naucalpan, se cumplen las condiciones de vulnerabilidad que multiplican los riesgos: una alta informalidad, barrios enteros levantados sobre cerros no aptos para edificar, en construcciones irregulares hechas por sus propios habitantes con materiales reciclados, falta de planificación urbanística. No solo allí, en otros puntos del Estado de México que comparten esas características, ocurre lo mismo.
En Ecatepec las fuertes lluvias también han dejado estos días calles inundadas de lodo, coches enterrados, casas bloqueadas, un despliegue del Ejército, equipos de Protección Civil y civiles armados con palas para intentar despejar las 80 viviendas afectadas. En Jilotzingo, el 13 de septiembre otro deslave dejó también nueve muertos. En Chalco, los habitantes han pasado semanas con sus casas sumergidas en aguas negras, de cloaca.
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