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Lázaro Cárdenas Batel, el nuevo hombre de confianza respetado por todos los colores políticos

El recién nombrado jefe de la Oficina de Claudia Sheinbaum es una persona de talante diplomático que trata igual a un campesino que a un jefe de Estado

Lázaro Cárdenas Batel
Lázaro Cárdenas Batel, el 11 de julio en Ciudad de México.Nayeli Cruz
Carmen Morán Breña

Siendo gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel fue de visita a casa de una amiga. Recibido a la entrada por la empleada del servicio, Lázaro le estrechó la mano: “¿Cómo está usted?”. La mujer lo condujo a la sala. La anfitriona se asomó desde la planta alta de la casa: “¿Ha llegado ya el gobernador?”. No, contestó su empleada. Cuando la dueña bajó y vio a Lázaro, se volvió hacia la mujer: “¿No me dijiste que no había llegado?”. ¿El gobernador? A mí los gobernadores no me saludan de mano, respondió la asistenta.

Sirva esta anécdota para ilustrar la calidad humana que describen quienes conocen al que será jefe de la Oficina de la Presidencia en el Gobierno de Claudia Sheinbaum. Lázaro Cárdenas Batel habla con el mismo respeto y dignidad a campesinos y jefes de Estado, a Claudia y a Xóchitl. “En un país tan polarizado como México, es difícil encontrar a alguien que goce de la interlocución, la confianza y el aprecio que tiene Lázaro en todo el espectro político”, sostiene el académico Carlos Heredia, dueño de la anécdota de arriba, amigo de Cárdenas y su colaborador en tiempos de la gubernatura. Herencia de su padre y de su abuelo, añade. “Pero Lázaro no solo es especial por ser nieto del general e hijo del ingeniero”, quienes le dieron uno de los apellidos más reconocidos y admirados de México. “No, es un ser humano excepcional”.

Cárdenas Batel es uno de los tres hijos del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y la portuguesa Celeste Batel, fallecida en 2021. Aunque estudió Etnohistoria ha hecho una larga carrera política de corte internacional y talante diplomático. Pasó 10 años en Estados Unidos donde trató a numerosos presidentes latinoamericanos, una región que conoce al dedillo. Washington es la capital por la que pasan o viven todos ellos y el licenciado desempeñó allí trabajos en organismos no gubernamentales y en la Organización de Estados Americanos relacionados con los derechos humanos y políticos. Tiene amistad personal con el brasileño Lula da Silva, el uruguayo José Mujica o la chilena Michelle Bachelet, por citar solo algunos ejemplos.

También le une una relación estrecha con la recién elegida presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Él tiene 60 años y ella 62 y ambos compartieron inquietudes políticas de cambio en México en aquellos años de rebeldía universitaria, cuando el ingeniero Cárdenas trataba de alcanzar la presidencia en 1988 y después. Se tienen confianza, condición necesaria para desarrollar el encargo encomendado en el futuro gabinete mexicano. Él será el encargado de transmitirle a la presidenta las mejores y las peores noticias, todo lo que ocurra a su alrededor y no llegue a sus oídos. Será también quien dé seguimiento a los asuntos estratégicos del Gobierno. Pero Sheinbaum ha dicho algo más: cuando ella esté ausente, la voz de Lázaro será la suya. O en palabras de él: “La jefa de la oficina es ella misma”. De la más absoluta confianza… lo que dure el idilio.

Cárdenas Batel ya probó gobierno con Andrés Manuel López Obrador como coordinador de asesores y renunció en marzo del año pasado para integrarse como representante de México en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Se dijo entonces que ya no había feeling con el presidente y el mayor de los Cárdenas Batel elegía otros rumbos. Unas semanas antes, el presidente criticó a Cuauhtémoc Cárdenas por sus movimientos políticos y lo declaró adversario aunque no dejó de manifestar respeto por su figura. Este jueves le preguntaron por aquel acontecido, que se interpretó como la causa de su salida del Gobierno. “Yo sigo en la misma trinchera”, ha dicho en referencia al movimiento de la Cuarta Transformación. “Para mí representa un honor altísimo porque el nombramiento viene de quien viene”, ha manifestado Cárdenas Batel tras ser presentado por Sheinbaum.

Es un hombre discreto, no tímido, pero modesto. Poco se conoce de sus “talentos ocultos”, porque no le gusta que los comenten, pero los tiene. Por ejemplo, es percusionista. Le viene de su época como estudiante en Cuba. Siendo gobernador de Michoacán, andaba un día por tierras californianas buscando un instrumento musical de África occidental. Entró en una tienda en Los Ángeles especializada en eso y a la entrada dio unos golpecitos a uno de los instrumentos. El dependiente se volteó en seguida: “Ese hombre sabe tocar”, le dijo convencido al amigo que lo acompañaba. Y después lo invitó a participar en un concierto programado para el sábado de aquella semana. Lázaro sonrió, la expresión que usa para decir no amablemente. No podía. Sus tareas de gobierno le reclamaban. “Ah, que es gobernador”, se asombró el dueño de la tienda. Carlos Heredia dice que su primera característica, antes que músico, de político o de lo que sea, es ser una gran persona, un ser humano, algo que se refleja en su trabajo y en su vida familiar. Le recuerda saludando a todo el mundo por su nombre en los pueblos de Michoacán. “Y ya he hablado bastante, que no le gusta que contemos sus cosas”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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