C. Tangana: “Mi futuro más inmediato es convertirme en un director de cine”
El artista español inaugura el Festival de Cine de Guadalajara con ‘Esta ambición desmedida’, un documental que lo despoja de la condición de ídolo obtenida con su disco ‘El Madrileño’ y muestra su lado más íntimo y vulnerable
Antón Álvarez Alfaro, C. Tangana -como se lo conoce artísticamente-, o Pucho, para los amigos, llega distendido a la sala Guillermo del Toro en la Cineteca de Guadalajara. Viste un polo azul, shorts caki y unos mocasines sin calceta. Una vestimenta muy acorde a los 32 grados de temperatura que se registra en la capital de Jalisco. Admite que es una persona reservada, que le gusta su privacidad y que no es el tipo de artista que le gusta intimar con sus fans en redes sociales. Sin embargo, los últimos cuatro años, con su arte de por medio, ha tenido a un equipo siguiéndolo y grabando cada momento de su vida. Como un reality que lo ha desvestido para mostrar su lado más íntimo, frágil y personal.
Muy probablemente no lo hubiera tolerado ni aguantado tanto tiempo si la producción tras de él no fueran en realidad sus amigos y socios, Cristina Trenas, Santos Bacana y Rogelio González, que junto a Pucho se hacen llamar Little Spain, un colectivo creativo y empresa han estado detrás de la parte creativa y visual que ha acompañado a C. Tangana a consolidar un estilo retrofuturístico y a la vez contemporáneo, con lo “más bonito” del retrato de una España que quizá ya no es o ya no existe. Como el tándem creativo que son, lo acompañan para esta presentación.
Esta complicidad entre los cuatro, ha sido parte los últimos cuatro años de una montaña rusa para la carrera del cantante de 33 años nacido en Madrid, por lo emocionante del viaje, que lo ha catapultado como uno de los artistas españoles más interesantes de los últimos años por lo que ha sido El Madrileño, un antes y después en su vida, un disco considerado un parteaguas en la industria e incluso catalogado como una obra maestra. Esta ambición desmedida es un documental que sigue a Pucho desde que plantó la semilla en Cuba para esta obra musical hasta lo que fue llevar a cabo su gira más ambiciosa, Sin cantar ni afinar Tour, que lo llevó a llenar estadios en España y Latinoamérica.
El filme, que cuenta con la participación de algunos otros artistas que participaron en El Madrileño -como su coterráneo Niño de Elche o el argentino Andrés Calamaro-, inauguró el Festival de Cine de Guadalajara en el auditorio TelMex, en una función con 5.000 asistentes que colgó el letrero de agotado días atrás, y que además le ha permitido cerrar una etapa de su vida y carrera, además de despojarse de la condición de ídolo obtenida en los últimos años y mostrar su lado más íntimo y vulnerable.
Pregunta. El Niño de Elche dice que “el mayor valor de un artista es mostrar su vulnerabilidad en público”. ¿Es Una obsesi desmedida una transfiguración entre C. Tangana y Antón Álvarez?
C. Tangana. En cierto sentido, sí, pero no es como una misión tampoco. Creo que la intención no es buscar a ver cuándo eres más vulnerable. Lo que queremos hacer es buscar cosas que sean emocionantes y por las que merezca la pena hacer una película, escribir una canción, meterte en un proyecto durante años con tus amigos que puede que te rompan todas las amistades.
P. Al ser tan íntimos y compartir tanto tiempo por cuatro años, ¿en algún momento temieron que el documental podría haber quebrado la amistad?
Cristina Trenas. Quebrado la amistad y la empresa [risas de los cuatro]. Sí que había tensiones y es difícil porque lo que decía Pucho, puedes poner en peligro tu amistad y menos mal que éramos amigos porque si no hubiera sido imposible.
P. Little Spain nace de su amistad en Los Ángeles. ¿Cómo definirían a esta asociación con cuatro cabezas creativas?
Santos Bacana. Yo lo considero una sociedad creativa, pero no en plan corporativo. En el País Vasco hay estas sociedades gastronómicas donde se juntan amigos y amigas para cocinar. Hay un montón de rituales y momentos íntimos en torno a cocina. Tenemos los mismos principios y la unión, pero en torno a las ideas. Igual hacemos un bacalao al pil pil, que una tarta de queso, también repostería, que sería la publicidad en nuestro caso. Hay algo interesante ahí como un colectivo y hemos dicho que también es un ecosistema, pero realmente es una sociedad creativa.
P. “Esto es el destino o no sé si Dios escribiendo el guion”, dice Calamaro sorprendido sobre su carrera. Haciendo una retrospectiva a sus logros y éxitos, ¿cree que fue Dios, el destino o es, como ha afirmado anteriormente, “ser currante” y “picar piedra”?
C. T. Es una combinación de todo. Y además todas las cosas son necesarias. Tienes que tener suerte, tienes que tener el curro [ganas de trabajar]. Creo que realmente lo único que es prescindible es el talento [sueltan carcajadas los cuatro]. Y no porque no crea que no tengamos talento. Creo que la fórmula del éxito, si nos ponemos un poco más filosóficos, de qué es el éxito y qué no, realmente lo que hace falta es un poco de suerte y mucho trabajo; o mucha suerte y un poco de trabajo. El talento es como es un extra. Y a veces la gente piensa que es al contrario. Solo con trabajo no lo haces y solo con suerte tampoco.
P. ¿Qué considera que le ha dado y qué le ha quitado El Madrileño?
C. T. Pues me ha quitado un poco de juventud y de tiempo. Me ha quitado muchas primeras veces de muchas cosas. Me ha hecho estar un poco más de vuelta en la vida, como que ya las cosas no saben tan ricas como cuando me son tan sorprendentes. Y el resto, me ha dado todo. O sea, me ha confirmado las cosas que yo creía que eran buenas mías, me ha situado en un lugar en el que puedo tomar decisiones mucho mejores, mucho más fáciles de las cosas que quiero hacer, en lo creativo, en lo empresarial. Me ha dado todo.
P. Mencionaba que esta nueva etapa en Little Spain y con el documental le ha permitido explorar su faceta cinematográfica. ¿Cuál es su primer recuerdo con el cine o el mundo audiovisual?
C. T. Mi primer recuerdo fue como con 16 años. Ya estaba en contacto con la música y con la literatura. El cine para mí era completamente ajeno. Me acuerdo que tuve una novia adolescente, que me puso unas cuantas películas, una de esas que me llamó más la atención en particular fue En la ciudad, con Leonor Watling, que fue como una gran musa durante toda mi adolescencia. Me vinculé mucho a todo lo que es la imagen, el video y la comunicación audiovisual por mi generación, porque fuimos comoq que los primeros de estar al 100% frente a la pantalla.
P. Habiendo cerrado esta etapa de El Madrileño, ¿hacia dónde le gustaría ir, digamos, en el campo cinematográfico?
C. T. No soy un gran entendido a nivel cinematográfico. Con la música he tenido que explorar esa parte y ahí me he dado cuenta de algunas cosas. Lo que más me interesa ahora es aprender, entender la estructura del guion. Mi futuro más inmediato es convertirme en un director. Todavía para mí es un campo en el que me queda mucho por ver y por aprender. Y eso también me gusta, que no lo tengo quemado, que todavía hay algunas primeras experiencias.
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