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La guerra por el transporte público en el centro de Guerrero sitia Chilpancingo

El asesinato de cuatro conductores suspende el tránsito de combis y taxis en la ciudad. Muchas escuelas han cerrado este martes, por el miedo a nuevos ataques

Dos policías junto a una unidad de transporte público que fue atacada por integrantes de grupos delictivos, en la ciudad de Chilpancingo, el 5 de febrero de 2024.
Dos policías junto a una unidad de transporte público que fue atacada por integrantes de grupos delictivos, en la ciudad de Chilpancingo, el 5 de febrero de 2024.Dassaev Téllez Adame (CUARTOSCURO)
Pablo Ferri

El asesinato a balazos de cuatro conductores de transporte público este lunes en Chilpancingo, en el Estado de Guerrero, ha cimbrado de nuevo a la ciudad, rehén desde hace meses de una guerra entre grupos criminales por el control de las rutas de pasajeros. Este martes, muchas escuelas, públicas y privadas, han permanecido cerradas en la capital. Taxis y combis, paisaje habitual de sus calles, apenas han salido de las bases, ante el temor de nuevos ataques. Camionetas de Protección Civil trasladan a los ciudadanos que han salido de sus casas.

Los cuatro asesinatos se suman además al de otros dos taxistas en la capital, el sábado y el domingo, agresiones que inauguraban la última batalla de una guerra intermitente, protagonizada por las organizaciones criminales de Los Ardillos y Los Tlacos, principalmente en Chilpancingo, pero también en otras poblaciones de alrededor. La Fiscalía del Estado informaba el lunes de la apertura de una investigación por los casos del lunes, pero no mencionó los de los días anteriores.

La guerra por el transporte en Chilpancingo refleja conflictos similares en otras zonas, caso de Acapulco, Taxco e Iguala, municipios más importantes del Estado. En los dos primeros, las amenazas y los ataques de criminales han forzado paros de los transportistas. En Iguala se han registrado cantidad de ataques contra conductores que cubren rutas con otros municipios, caso de Tepecoacuilco. El Gobierno del Estado reacciona ante la ola de violencia anunciando despliegues y reforzamientos de la seguridad.

Los acontecimientos del lunes ofrecen una lectura de la batalla. Los primeros ataques se dieron a eso de las 6.00. Sujetos armados llegaron a las bases de los vehículos que cubren la ruta de la capital con Chilapa y con el poblado de Petaquillas. En ambos lugares, los pistoleros atacaron a choferes, dejando dos muertos. Chilapa y Petaquillas es parte del territorio supuestamente controlado por el grupo criminal Los Ardillos, que tiene su base en Quechultenango, entre Chilpacingo y Chilapa.

Hora y media más tarde llegó la venganza, cuando pistoleros atacaron a un taxista de la capital y al conductor de una combi que cubre una ruta interna de la ciudad. Al primero lo tirotearon y luego prendieron fuego al vehículo, con él dentro. Al segundo lo acribillaron y lo dejaron allí, tirado. Los asesinatos provocaron el paro del transporte, situación que seguía este martes.

En redes sociales han empezado a circular mensajes supuestamente enviados por ambos grupos criminales, unos criticando el asesinato de los dos primeros conductores y defendiendo la represalia posterior, y otros denunciando a los otros por secuestradores y extorsionadores y anunciando una “limpia”, esto es, nuevos asesinatos, aviso que plantea un futuro complicado para la región.

La batalla de Ardillos y Tlacos es solo una de tantas en Guerrero, que cuenta grupos criminales como días de sol. Los Tlacos mantienen su propia pelea con La Familia Michoacana en la zona serrana de la región centro, donde hace poco estos últimos masacraron al menos a cinco hombres. No está claro si estos hombres eran pobladores, o parte de Los Tlacos, o una mezcla de ambos. Los dos grupos pelean también la zona de Iguala y Taxco. De cualquier manera, se ignora el tipo de relación entre los grupos que funcionan en cada uno de estos municipios y las jerarquías establecidas entre ellos.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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