México mantiene los altos niveles de violencia y registra 30.523 asesinatos en 2023
La secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, defiende que los homicidios van a la baja. Pese a la caída, el país mantiene unos altísimos niveles de violencia
México cerró 2023 con 30.523 víctimas de asesinato, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que recoge la estadística de los archivos de las fiscalías estatales. Se trata de una reducción de 1.431 víctimas respecto al año anterior, de acuerdo a la misma fuente, y de casi 4.000 en comparación con la cuenta de 2021. La cifra de víctimas se mantiene, sin embargo, arriba de las 30.000, por sexto año consecutivo, según el SESNSP, consolidando el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, de Morena, como el más violento de la historia reciente del país.
La secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, ha presentado parte de estas cifras y algunas interpretaciones este martes, en la conferencia de prensa matutina del mandatario. Rodríguez ha destacado que el promedio diario de asesinatos cayó a 81 en 2023, de los 101 y los 100 registrados en 2018 y 2019, respectivamente. La funcionaria ha señalado otros aspectos positivos de las cifras, cómo la variación porcentual de víctimas de asesinato, de principio a final de sexenio. En años de López Obrador, que concluye su mandato en septiembre, los asesinados han bajado un 20%, ha explicado.
Las cifras de asesinatos en México dependen de una cuenta triple. El Gobierno, a través de la Secretaría de Seguridad, actualiza diariamente un informe a partir de datos preliminares de “fiscalías y dependencias federales”. En paralelo, el SESNSP, órgano desconcentrado y autónomo, recoge mensualmente las cifras de las fiscalías estatales y las publica en su propia página. La tercera cuenta la lleva el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que toma sus datos de los certificados de defunción de la Secretaría de Salud.
El propio Gobierno prioriza los datos del Inegi y luego los del SESNSP, aunque toma la cuenta del secretariado de referencia, ya que el instituto suele dar las cifras del año anterior en octubre siguiente. Es decir, que el Inegi informará del resultado global de 2023, en octubre de este año. Normalmente, el Inegi eleva la cuenta del Secretariado, aunque no demasiado. En tercer lugar, quedan los datos del informe diario, fotografía momentánea de la situación, pero con poco valor a medio plazo.
Rodríguez ha insistido en una de las interpretaciones favoritas del Gobierno estos años en este asunto, la de los sospechosos habituales. La secretaria ha señalado que seis de los 32 estados del país registran casi la mitad de asesinatos, liderando esta lista Guanajuato. Controlado por el partido Acción Nacional (PAN), Guanajuato lleva años a la cabeza de los estados más violentos, situación que López Obrador ha vinculado al consumo de drogas. Junto a Guanajuato figuran el Estado de México, este controlado por Morena desde hace unos meses, Baja California, Chihuahua, Jalisco y Michoacán.
Es difícil interpretar estas cifras, por más que el Gobierno quiera venderlas como un éxito. No hace tantos años, resultaba impensable que México permaneciera instalado en una meseta de 30.000 asesinatos anuales o más, con tasas de 23 a 25 cada 100.000 habitantes. Pero la realidad ahora es esa y disminuciones marginales se consideran éxitos estratégicos. Lo cierto aquí es que no hay forma de saber a qué se deben estas reducciones, vista además la cifra de personas desaparecidas en México, superior a 113.000, la gran mayoría, 99.748, registradas entre diciembre de 2006 y el 16 de enero de este año.
La elección de la horquilla temporal no es caprichosa. México vive una crisis de seguridad desde hace años, enraizada en la descomposición del Estado priista. A finales de la década de 1990, el PRI, que había gobernado México durante décadas, gestionando igualmente la industria del crimen, empezó a perder control territorial. El tricolor cedió primero poder en los estados, luego en el Congreso federal, hasta que perdió finalmente la presidencia, en 2000.
La caída del partido hegemónico supuso la autonomía creciente de las redes criminales, que empezaron a luchar entre ellas por el control de las industrias ilegales, situación que ha degenerado en una guerra de guerrillas en diferentes puntos del territorio, basada en la extorsión y la ordeña a la sociedad. Diciembre de 2006 suele tomarse como punto de quiebre en la situación, porque marca el inicio de las operaciones del Gobierno de Felipe Calderón, contra el crimen organizado. Calderón decidió atacar frontalmente al crimen. En 2006, México registraba poco más de 10.500 asesinatos.
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