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Sheinbaum teje alianzas con los mismos grupos políticos y religiosos que ya cultivó López Obrador

La candidata morenista recaba apoyos entre los aliados tradicionales y en otros caladeros más polémicos

Carmen Morán Breña
Claudia Sheinbaum con representantes del Partido Verde
Claudia Sheinbaum con Karen Castrejón y Manuel Velasco, del Partido Verde, el 3 de octubre en Ciudad de México.Daniel Augusto (Cuartoscuro)

El movimiento de Cuarta Transformación fundado por Andrés Manuel López Obrador sigue siendo el timón más seguro para el barco electoral que ahora capitanea su sustituta, Claudia Sheinbaum. Usando el mismo patrón, que cuenta con el agrado de millones de seguidores, está dando los primeros pasos la candidata morenista. Si los primeros días, tras recibir el bastón de mando, se dedicó a viajar y reunirse con los gobernadores afines, ahora les ha tocado el turno a los partidos aliados, el PT, el Verde y el Partido de Encuentro Solidario (PES) en una reedición de los esfuerzos que emprendió en su día López Obrador para llegar a la presidencia. Los aliados de la 4T han dado estos días su apoyo cerrado al proyecto claudista, cada uno esgrimiendo las cualidades de la aspirante a la presidencia que les son más afines.

Las nuevas encuestas que se van haciendo públicas ratifican las preferencias del país por Sheinbaum con sobrada diferencia respecto a sus adversarios, una ventaja que algunas casas de sondeos cifran en 30 puntos respecto a la contrincante de la derecha, Xóchitl Gálvez, y otras la elevan hasta 50 puntos. No hay que confiarse, dicen los morenistas y sus aliados, y llaman a sus huestes a movilizarse hasta colmatar las urnas.

“Somos un equipo que trabajamos por el bienestar del pueblo y los intereses de la nación”, dijo este martes Sheinbaum a la “familia verde” cuando recibió el apoyo oficial de este partido. “Eso es lo que está en juego en 2024″. Pero no es solo la presidencia lo que se juegan en 2024, o por mejor decir, eso es casi lo único que no se juegan. La debilidad de la alianza oficialista es el poder Legislativo, Congreso y Senado, ahí es donde necesitan sumar fuerzas, voto a voto, que verdaderamente les permitan continuar políticas cruciales que no han sido posibles desde 2021, cuando perdieron la mayoría calificada, imprescindibles para reformar la Constitución, que es lo que se persigue.

El Verde ha prometido esmerarse para volcar en esas urnas nada menos que cuatro millones de votos, un 10% de los apoyos recabados a nivel nacional. Este partido, cuya trayectoria le ha posicionado al lado de unos y de otros casi según soplaba el viento, encuentra ahora en Claudia Sheinbaum el mejor argumento para justificar su color: “La apoyamos por su trayectoria académica, porque es científica y participó en el Panel de la ONU sobre cambio climático, y por su visión ambientalista, una causa que ha sido siempre su prioridad. Por primera vez tendremos una verdadera ambientalista en el Gobierno”, ha declarado a este periódico Manuel Velasco, que compitió con ella desde el Verde en la encuesta interna para la candidatura presidencial. Además, dice Velasco, “para ser presidenta hay que saber ganar y ella sabe ganar con contundencia”.

-Si no tuviera las encuestas a su favor, ¿la apoyarían también, o no?

-Sin duda, por eso he destacado su trayectoria, dice Velasco por teléfono.

La afición del Verde por apoyar al grupo en el poder que mejor satisfaga sus aspiraciones políticas le convirtió en un partido incómodo cuando López Obrador se arrimó a ellos. No todos los morenistas y afines vieron con buenos ojos aquel acercamiento. El Verde tiene un pasado jalonado de polémicas, pero a fecha de hoy parece ya un hijo pródigo del partido oficialista. No son pocos los elogios y arrumacos que se dedican ambos aliados.

Con vestimenta roja enfrentó Sheinbaum al Partido del Trabajo, donde no halló fisura alguna respecto a su persona, el propio eslogan del partido lo deja claro: PT es 4T, o al revés.

En busca de todos los apoyos posibles, que no es poca cosa sustituir al muy carismático López Obrador, Sheinbaum se ha reunido estos días también con el Partido Encuentro Solidario, heredero del derechista y católico Encuentro Social, que perdió su registro porque no alcanzó los votos suficientes en anteriores elecciones. En Tlaxcala, este partido le dio también sus bendiciones.

Más polémico ha sido su encuentro con grupos evangélicos, a quienes pidió su apoyo para “construir la paz desde sus comunidades de fe”. Siendo México un país laico, la foto con los representantes de estos grupos religiosos le acarreó sus buenas críticas, pero ni siquiera en eso separa sus huellas la candidata de los pasos que ya dio el presidente. López Obrador ha sido criticado por quebrar, en numerosas ocasiones, virgen de Guadalupe en mano, la laicidad de la que presume la República mexicana. Los evangélicos han tenido su lugar y su poder en este sexenio, donde el propio presidente se cuidó de poner todos los huevos en la misma cesta religiosa. ¿Católico, evangélico? Muchos se lo preguntan aún.

El poder de la religión y su penetración en la vida política es conocido en toda América Latina. Los líderes, a izquierda y derecha, son cada vez más conscientes de que no pueden alcanzar los niveles más altos sin su apoyo y esa es una condición con la que tienen que arrostrar. Una pescadilla que se muerde la cola, también, porque cuanto más participan en los gobiernos o el poder Legislativo más poder van adquiriendo.

Claudia Sheinbaum va dando sus primeros pasos electorales de la mano de propios y extraños, como en su día lo hizo el actual presidente. Cuándo asomarán las diferencias, las características propias, el liderazgo completo sin ataduras es pronto para saberlo. Por ahora se trata de ganar, y el que tiene el timón para ello es todavía el capitán que está ya dejando el barco.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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