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El escudo de López Obrador: el presidente concentra los ataques de la oposición para proteger a las ‘corcholatas’

El mandatario protagoniza el fuego cruzado con los candidatos opositores en una estrategia de desgaste y división: la campaña contra Xóchitl Gálvez aleja a Movimiento Ciudadano de una hipotética entrada en la alianza

Carmen Morán Breña
Andrés Manuel López Obrador, el 5 de junio en Ciudad de México.
Andrés Manuel López Obrador, el 5 de junio en Ciudad de México.José Méndez (EFE)

Los ataques entre el presidente y la oposición han seguido más allá de lo esperado por el INE y por la ciudadanía. Desde un principio, los analistas advirtieron que el presidente perjudicaba a su partido increpando cada mañana a la aspirante más avanzada de la oposición, Xóchitl Gálvez, que se defendía con destreza llevando el agua a su molino. Pero Andrés Manuel López Obrador no ha querido soltar la presa, lo que hace pensar más en una estrategia que en un empeño irreflexivo. No faltan quienes piensan que ponerse en primera línea de la batalla protege a los suyos, otros sostienen que la jugada del desgaste a la candidata panista finalmente dará frutos, o quien espera que, en el contraataque, Gálvez cometa un patinazo que la deje fuera de juego. Todo eso puede ocurrir. Y más. López Obrador es un animal político que hila fino y ya puede decirse que la efervescencia que despertó la aspirante de orígenes humildes se ha frenado un tanto a partir del discurso machacón que la sitúa en el campo de los adinerados, de los corruptos, de la mafia del poder, de los neoliberales de siempre. Ya en la calle, se habla también de los caros huipiles que luce, de los contratos millonarios de sus empresas y de su vida en las zonas ajardinadas de la ciudad. Entrar a un careo con el presidente más popular que ha tenido México en décadas no es fácil ni gratis.

“Está convirtiendo a Gálvez en candidata única, y luego decidirá cómo la quiere tratar”, empieza Francisco Abundis, de Parametría. “Sus comentarios elevan el conocimiento [que se tiene en la calle] sobre Xóchitl Gálvez, sí, pero él ya tiene el plan por dónde debe cuestionarla”, afirma el analista, quien advierte, de todos modos, de que algunos planes se van de las manos.

López Obrador ha sacado la artillería consciente de que, si hay que mover una montaña, su nombre es el de mayor empuje. Más si cabe cuando las heterogéneas bases sociales de la oposición parecen moverse ahora al mismo grito y con impulso renovado. Mientras que las fuerzas morenistas están inmersas a su vez en una tensa batalla interna para dirimir a su candidato. En este contexto, López Obrador pone el pecho para proteger a los suyos y para dejar claro, otra vez, que aunque él no aparezca en la boleta, el eje de los comicios será de facto un plebiscito sobre la continuación del obradorismo.

Con el escudo de una popularidad que ronda el 65%, su protagonismo lo sitúa cada mañana al frente de la contienda. Y lo van a necesitar porque la capacidad de voto de Morena se ha venido sobreestimando en las últimas elecciones, según los analistas. Tanto en las intermedias de 2021 como en las del Estado de México, aunque hayan ganado. O dicho de otro modo, se subestima el nivel de voto antimorenista. Por eso, el parecer de Abundis, es que López Obrador está jugando la estrategia más común de la historia: divide y vencerás. “El peor de los escenarios para él es que todo el bloque opositor se mantenga alrededor de Gálvez, una campaña negativa contra ella bajaría esas opciones. El mayor temor para el presidente es que Movimiento Ciudadano se sume a la alianza, esa sería su pesadilla”, afirma. Convertir a Gálvez en la candidata impuesta, antes incluso de pasar por una selección, es algo que puede echar para atrás al partido naranja, que no ha participado de ese proceso. “Es más complicado que Movimiento Ciudadano se sume en esas condiciones”, afirma Abundis.

Al partido de Dante Delgado, que ha obtenido algunos de sus grandes éxitos electorales ofreciendo un nuevo discurso frente a la “vieja política”, atribuida casi en exclusiva al PRI, no le sería fácil tampoco abrazar a una candidata a la que desde Palacio Nacional, con todo el altavoz que eso supone, se la sitúa cada día en las filas de la corrupción y el neoliberalismo. Con el PRI, ni a la esquina, solían repetir los naranjas, y Dante Delgado precisó solo una palabra para calificar a la coalición opositora: un Titánic, dijo, al que nadie le vería subirse. A pesar de todo, se han alzado voces en su partido, como la del gobernador jalisciense Enrique Alfaro, quien se ha dejado caer al lado de la alianza. El debate está abierto aún en la formación. De nuevo, con las acusaciones que ya se oyeron por parte de la oposición cuando Movimiento Ciudadano no presentó candidato a la gubernatura del Estado de México: que le hace el juego a Morena, dicen. “Si haces candidata de la oposición de facto a Gálvez profundizas la crisis en MC y ese es el mejor de los mundos para Morena”, remata Abundis.

Movimiento Ciudadano se muestra optimista con su respaldo popular, pero aún no ha dicho la última palabra y partidos como este pueden dar sorpresas. En sus reuniones internas han exhibido encuestas en las que se dicen la segunda fuerza del país. “Que México sepa que estamos arriba del PRIAN. Eso cambia todo”, dijo el gobernador de Nuevo León, Samuel García, recientemente. “De esta plataforma va a salir quien gobierne en 2024, sin ninguna duda”, arengó a los suyos.

Crear liderazgos lleva tiempo y López Obrador ha adelantado el reloj para manejar esos tiempos. Así lo cree María Eugenia Valdés Vega, experta en Procesos Políticos de la UAM Xochimilco. “Es algo que Xóchitl Gálvez no ha construido, un liderazgo y, sin embargo, el presidente ya la ha lanzado a una carrera por la presidencia que tiene perdida, y la ha alejado de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, algo que podría haber ganado. Esa es la jugada”, sostiene Valdés Vega. “Por otro lado, una mujer siempre parte en desventaja, y de esta forma, el presidente le pone a Claudia Sheinbaum a otra mujer enfrente, es lo mejor para emparejar las cosas”, añade la investigadora del departamento de Sociología.

Gálvez, afirma esta analista, “no es más que un vaso de agua en el desierto de la oposición, pues la toman, aunque esté sucia, porque electorado de oposición hay, lo que no tienen es representación política. López Obrador no ha dejado de marcar los tiempos. Se le puede acusar de todo, menos de tonto, y se podrá equivocar, pero tiene colmillo político. Hay un cálculo detrás de todo esto”, asegura.

Como dijo también Samuel García, en referencia a Morena y el bloque opositor, “el 80% de la población no sabe aún ni cuándo es la fecha de las elecciones y esto ya está más aburrido que un velorio”. El discurso de la aspirante sobre sus orígenes humildes, la venta de gelatinas o el apartamento miserable de estudiante en Iztapalapa se sigue oyendo en televisión y repicando en las redes sociales, pero la vida política tiene un camino muy largo y unos tiempos cortos. Quizá pronto haya que dar otro golpe de efecto.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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