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El embajador Pablo Monroy regresa a México tras su expulsión de Perú

Karla Tatiana Ornelas, jefa de Cancillería y de la sección consular, se queda al frente de la representación diplomática después de que el diplomático fuera declarado persona ‘non grata’

Elías Camhaji
Crisis política en Perú
Pablo Monroy durante un evento en Lima, el 15 de diciembre.Paolo Aguilar (EFE)

El embajador de México en Perú ya está de regreso en el país. Pablo Monroy ha aterrizado la noche del jueves en Ciudad de México después de que el Ejecutivo de Dina Boluarte lo declarara persona non grata el pasado martes y le diera 72 horas para abandonar el territorio peruano. La misión diplomática mantendrá prácticamente la misma estructura y quedará a cargo de Karla Tatiana Ornelas, jefa de Cancillería y de la sección consular, ha adelantado la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha refrendado que la expulsión de su representante no significa un rompimiento en las relaciones bilaterales, aunque ha insistido en que se mantendrá firme en su apoyo al expresidente de Pedro Castillo, depuesto el pasado 7 de diciembre tras anunciar un golpe de Estado.

Las tensiones entre México y Perú se han disparado tras la destitución de Castillo. Apenas un par de horas después de que fuera detenido y defenestrado por el Congreso peruano, López Obrador condenó la decisión de las “élites económicas y políticas” y se abstuvo de calificar las acciones del expresidente como un golpe. El presidente mexicano desconoció la legitimidad de Boluarte como sucesora nombrada por los congresistas, dijo que para su país Castillo seguía siendo el jefe de Estado y acusó “fallas antidemocráticas de origen” después de que la salida del Ejecutivo se justificara como “incapacidad moral”. El país andino reclamó el “injerencismo” mexicano, pero todavía hasta la semana pasada se dejaban entrever esfuerzos de normalizar las relaciones con México y otros Gobiernos que han secundado su posición, como Colombia, Argentina y Bolivia.

Tras el curso de colisión de las últimas semanas, el Gobierno de Boluarte expulsó a Monroy después de que el canciller de México, Marcelo Ebrard, diera a conocer que había dado asilo a la esposa y a los dos hijos de Castillo en la Embajada mexicana. La familia del expresidente llegó al país norteamericano esta misma semana, en un vuelo donde se barajaba que Monroy también podía volver.

“Un abrazo solidario, con afecto y lleno de gratitud, querido Perú. Hasta que nos volvamos a ver”, escribió Monroy en sus redes sociales antes de abordar el vuelo de vuelta a México. El regreso del embajador, que se reunió con Castillo en la cárcel para ver la posibilidad de que también llegara a México, se ha dado al filo del plazo que le dieron para abandonar Lima. En el plano consular, la legación se ha centrado en los últimos días a conseguir que ciudadanos varados en el país andino pudieran tomar vuelos de regreso a suelo mexicano.

López Obrador declaró que las relaciones con Perú estaban “en pausa”, un término al que ha recurrido cuando se han presentado tensiones con Gobiernos de otros países, como España, pero que no tiene fundamento en el derecho internacional ni precedente claro en la política exterior de México. La tradición diplomática mexicana se fundamenta en los principios de no intervención, autodeterminación y en la Doctrina Estrada, que se opone a que los Estados de la comunidad internacional reconozcan y se pronuncien sobre la legitimidad de un Gobierno en otro país. Por estas razones, el mandatario ha enfrentado críticas internas por su posicionamiento. “México no gana nada con esto y pierde mucho, sobre todo en credibilidad”, afirmaba la semana pasada Ernesto Campos, un diplomático retirado con casi cuatro décadas de trayectoria en el Servicio Exterior. “México nunca le ha dado asilo a nadie que haya intentado un golpe de Estado”, agregaba.

Monroy ha sido invitado a la conferencia matutina de López Obrador de este viernes y ha pronunciado un discurso en el que defendió que su actuación como embajador estuvo apegada al derecho internacional y a los principios de política exterior. Ha mencionado que tenía tres tareas principales: velar por la comunidad mexicana en Perú, tramitar la solicitud de asilo de Castillo y su familia, e informar de la situación política en el país y manifestar las “preocupaciones” del Gobierno mexicano. “Los retos que ha tenido que enfrentar la Embajada de México en Perú en los últimos 16 días no han sido fáciles, pero creo que conforme a las instrucciones que nos dio el presidente y el secretario de Relaciones Exteriores, hemos podido cumplir los objetivos principales”

El presidente ha dejado claro que no piensa dar marcha atrás en sus cuestionamientos a la gestión de la crisis política en el país sudamericano y que exigirá que se convoque a elecciones. También ha criticado el apoyo del Gobierno de Joe Biden al interinato de Boluarte y ha asegurado que buscará discutir el asunto con Washington. “Ya hemos dado nuestro punto de vista, sostenemos lo mismo, que fue un golpe del conservadurismo del Perú, de los mandamases del Perú, que como los conservadores de México y de otros países son clasistas, racistas y muy corruptos”, señaló en su conferencia matutina.

“Hacemos un llamado para que el señor López pare de referirse al Perú”, expresó el primer ministro peruano, Alberto Otárola, apenas horas antes. “Hemos conseguido con mucho esfuerzo que nuestro país esté en paz y no vamos a permitir que personas que no tienen ninguna relación con el Perú puedan manifestarse causando incesante intromisión en los asuntos internos del país”, agregó. México y Perú, dos países que según sus comunicaciones oficiales hasta hace días se consideraban mutuamente “socios estratégicos”, con un “creciente comercio” y un “diálogo fluido”, enfrentan ahora “la pausa” con el telón de fondo de las protestas y la efervescencia política en el país sudamericano.

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Sobre la firma

Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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