Gabriela Ortiz se convierte en la primera mujer compositora en ingresar al Colegio Nacional de México
La música mexicana es la autora de decenas de composiciones que mezclan los géneros clásico y popular en las salas de conciertos
Es oficial. La compositora mexicana Gabriela Ortiz se convirtió este martes en miembro de El Colegio Nacional. Es la primera mujer que ingresa al área de Artes y Letras, la cuarta músico y la octava mujer en ser miembro de la institución que agrupa a los científicos, artistas y literatos mexicanos más destacados, con el propósito de preservar y dar a conocer lo más importante de las ciencias, artes y humanidades que México puede ofrecer al mundo.
“Es un gran reconocimiento a mi labor como compositora, sobre todo si pienso en los músicos que me han antecedido, como Carlos Chávez o Eduardo Mata y quien fuera mi profesor y gran amigo Mario Lavista. Creo que es fundamental que haya entrado una mujer al área de arte, no se había dado. Hay mujeres extraordinarias que han hecho un gran trabajo en nuestro país. Pienso en Rosario Castellanos o en Graciela Iturbide, y otras tantas mujeres que a mi juicio tendrían que haber pertenecido a El Colegio Nacional y que por alguna razón no estuvieron y no están. Espero que esta sea una puerta que nos abra la oportunidad para que las mujeres tengamos mucha más visibilidad”, dijo Gabriela Ortiz, en entrevista para EL PAÍS.
#SomosColnal | Gabriela Ortiz ingresa a El Colegio Nacional. ¡Enhorabuena! pic.twitter.com/vmS35CbvLr
— El Colegio Nacional (@ColegioNal_mx) August 31, 2022
El presidente en turno del instituto, el escritor Juan Villoro, fue el encargado de la salutación de la compositora y también quien respondió a su discurso. “Su llegada marca un hito decisivo y anticipa las necesarias transformaciones de este espacio de la ciencia y la cultura”, dijo durante el emotivo evento, donde se habló lo mismo de Igor Stravinski, que de John Cage; Edgar Varèse y Nadia Boulanger, Luis Barragán y Los Tigres del Norte, y se escucharon algunas de sus obras: Tres Haikus (2012), dedicado a Mario Lavista; Patios Serenos (1985), un homenaje a Luis Barragán; Estudios entre preludios (2006) y Exilios (2014), un homenaje a aquellos republicanos españoles que llegaron a México al finalizar la Guerra Civil española.
“Una y otra vez, Gabriela Ortiz ha ejercido la cultura híbrida. El cruce que redefine fronteras, el contrabando artístico que rompe demarcaciones arbitrarias. En su cuarteto para cuerdas, Altar de muertos, utiliza, además de los instrumentos canónicos, tambores de agua y huesos de fraile. En su pieza para violín y marimba, Atlas Pumas, reproduce la dinámica del fútbol con movimientos que debería imitar la Selección nacional. Imaginen: vivo, enérgico e molto rítmico, leggiero con fantasía”, comentó Juan Villoro entre risas del público. “En su ópera Únicamente la verdad o la verdadera historia de Camelia la Texana recupera elementos del periodismo de nota roja y de los corridos migratorios de Los Tigres del Norte. En Río de las Mariposas, sigue la senda del compositor venezolano Paul Desenne para llevar el son a las arpas contemporáneas. Lo significativo de todas estas referencias es que estimulan la música sin desviarla de sus propósitos”, resumió el también periodista.
“Debo confesar que como músico he aprendido a expresarme mejor por medio de los sonidos que de las palabras. Porque explicar la música implica ir contra su naturaleza. La música no se lee, se escucha. Y frente a eso no tengo nada que discutir”. Así arrancó su discurso Gabriela Ortiz, la noche del martes en que sería nombrada miembro del Colegio Nacional, institución fundada por Carlos Chávez, José Clemente Orozco, Alfonso Reyes, Diego Rivera, por nombrar algunos. “En estos últimos años he venido reflexionando sobre la idea de priorizar mucho más los problemas éticos que los estéticos. ¿Para quién trabajo? ¿Por qué hago lo que hago? ¿Cómo reconocerme en mi propio entorno? Y a partir de ahí, cómo reconocemos el territorio que habitamos en el mundo. Cómo nos hemos relacionado con la naturaleza. Desde mi trabajo creativo, cómo puedo contribuir a generar cambios en los temas que me son significativos, como en el caso de cualquier artista”, se cuestiona Ortiz.
“El arte para mí es una manifestación viva que nos observa, nos exige y nos muestra lo peor y lo mejor de la sociedad a la que pertenecemos. De ahí que siempre he abogado por la posibilidad de colaborar, de abrir puentes a las expresiones artísticas más diversas y hablar de los temas a los que nos enfrentamos como humanidad. El arte es esa expresión sublime que irradia profundidad, reflexión, filosofía, belleza, abstracción y tanto más. Ahí se encuentra la música, nuestro máximo logro como especie. Ese milagro misterioso, intrínsecamente humano, que logra transmutarse en un espacio infinito donde tiempo, sonido y silencio logran unificarse. A lo largo de todos estos años, la composición musical se ha convertido en un ejercicio de reflexión y comunicación diarias en mi propio ser interior. Un ir y venir lleno de logros y descubrimientos, pero también de complicaciones, tanto intelectuales como emocionales que se entretejen y se resuelven mediante mi propia imaginación sonora”, profundiza la octava mujer en formar parte de El Colegio Nacional, después de Beatriz Ramírez de la Fuente, Julia Carabias, Concepción Company, Susana Lizano, Susana López Charretón, Linda Rosa Manzanilla Naim y María Elena Medina-Mora.
Tenía apenas 5 años cuando comenzó a tocar la guitarra y el charango. “Yo era chiquita y la guitarra me quedaba enorme. Tengo fotos”, dice entre risas la compositora mexicana, de quien el aclamado director de orquesta Gustavo Dudamel ha afirmado: “es una de las compositoras más importantes que hay en el mundo. Tiene un talento infinito y para mí es un privilegio tocar su música”. Gabriela Ortiz es un artista excepcional, pero también una docente de primera fila. Profesora titular en la Facultad de Música de la UNAM, ha enseñado en ámbitos académicos como la Escuela Juilliard o la Universidad de Berkeley. Es miembro de la Academia de Artes desde 2014; Premio Nacional de Artes y Literatura, en 2016 y Doctora en Composición Musical por la Universidad de Londres. Ortiz ha sido nominada al Grammy Latino por su disco Aroma foliado y por su ópera ¡Únicamente la verdad! o La verdadera historia de Camelia la Texana. En el año 2000 obtuvo el Premio Silvestre Revueltas y en 2004 la beca Guggenheim. Ha recibido encargos de composición de la Filarmónica de Los Ángeles, del Cuarteto Kronos, de la Filarmónica de Nueva York y de la Ópera de Chicago.
En mayo de 2023, la Filarmónica de Berlín, una de las orquestas sinfónica más importantes del mundo, interpretará Téenek — Invenciones de Territorio, bajo la conducción de Gustavo Dudamel. El téenek es la lengua que se habla en la región de la Huasteca, que abarca los estados de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla y Querétaro en México. Su nombre significa “hombre local”, en referencia a todos los hombres y mujeres que pertenecen a un lugar cuya mera existencia determina sus destinos en el tiempo y el espacio: sus territorios. “En un poema de los dones, Jorge Luis Borges agradece ciertos misterios que le ha deparado el mundo. Brinda por la noche, su tiniebla y su astronomía. Por la costumbre que nos repite y nos confirma como un espejo. Por la patria sentida en los jazmines. El poema concluye agradeciendo el don que nos convoca en esta sala. La música misteriosa forma del tiempo. Hoy comienza entre nosotros el tiempo de Gabriela Ortiz”, sentencia Juan Villoro.
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