Las polémicas de López Obrador con España: del “pida perdón” al Rey al “a mí no me paga Repsol”
La última ofensiva del presidente mexicano prolonga toda una serie de disputas desde el inicio del mandato como parte de su estrategia polarizadora
Andrés Manuel López Obrador ha vuelto a tensar la cuerda diplomática con España. “El Gobierno mexicano se va a dar una pausa para respetarnos y que no se nos vea como tierra de conquista”, ha lanzado este miércoles durante su conferencia diaria matutina. Un nuevo dardo que prolonga toda una serie de polémicas iniciadas casi desde el mismo día de su llegada al poder como parte de su estrategia polarizadora y de marcaje férreo de la agenda y del debate público en su país.
En marzo de 2019, apenas tres meses después de tomar las riendas de la presidencia, López Obrador inauguró el primer desafío diplomático. El presidente envió una carta al Rey de España, Felipe VI, en la que le instaba a reconocer los atropellos que las autoridades mexicanas consideran que se cometieron durante la conquista y a pedir disculpas por ellos. El Gobierno español reaccionó a la divulgación del contenido de la misiva, adelantado por EL PAÍS, y en un comunicado afirmó que lamentaba “profundamente” su publicación y que rechazaba “con firmeza” el argumento de la misma.
La respuesta de la diplomacia española incluyó una mano tendida “para trabajar conjuntamente con el Gobierno de México y continuar construyendo el marco apropiado para intensificar las relaciones de amistad y cooperación existentes entre nuestros dos países”. La petición encendió la polémica política en España, en plena época electoral, y el mandatario mexicano se mostró entonces sorprendido por la repercusión de su propuesta de crear “una relatoría conjunta de lo sucedido”.
La polémica en todo caso no tuvo entonces más recorrido y el Gobierno de México la dio por zanjada. Tres meses después, en junio, el presidente evitó ahondar en el conflicto durante el 80º aniversario de la llegada del primer barco de exiliados republicanos a Veracruz. López Obrador terminó su intervención con un: “Que viva España, que vivan los refugiados españoles, que viva México”. Antes del cierre, se habían sucedido las palabras conciliadoras: “Podemos tener diferencias transitorias, pero es más lo que nos entrelaza, es mucho más lo que une a México con España”.
Pese al enfriamiento de las aguas, el capítulo fue resucitado por el presidente mexicano durante la conmemoración en 2021 de los 500 años de la derrota de los mexicas, que hizo además coincidir con los 200 de la consumación de la Independencia. “Hay quien dice que lo que pasó ya se olvidó, pero hay todo un movimiento de gente que derriba estatuas, en Estados Unidos, por ejemplo. Esos sentimientos existen todavía. Nosotros enviamos una carta [al Rey de España] de manera respetuosa y ni siquiera tuvieron la delicadeza de responderla. Les faltó humildad”, dijo entonces.
Antes, López Obrador había encontrado otro flanco por donde golpear. En 2010, durante los primeros movimientos destinados a modificar el mapa del sector energético para darle más peso a las empresas públicas que los inversores privados, Repsol se convirtió en uno de sus blancos favoritos. “A mí no me paga Repsol. A mí me pagan los mexicanos para servirles, y por eso tengo que defender el interés público, no el interés de particulares”, blandió además de señalar los supuestos intereses entre la energética española y los gobiernos anteriores, escenificados por las puertas giratorias entre el mundo de la política y las grandes empresas energéticas.
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