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El director de las cárceles de Jalisco pide prisión domiciliaria para el narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo

Tuerto, anciano y medio sordo, el antiguo líder del cártel de Guadalajara cumple condena por el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena

Pablo Ferri
Miguel Ángel Félix Gallardo cárcel Jalisco
El narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo en la entrevista con Telemundo.Telemundo

Aunque aún le faltan ocho años para cumplir su pena, los días de Miguel Ángel Félix Gallardo en la cárcel parecen estar contados. Tuerto, medio sordo, camino a los 77 años, el antiguo líder del cartel de Guadalajara va ganando puntos para acabar su condena en casa. Esta semana, el director general de Reinserción Social del Estado de Jalisco, José Antonio Pérez Juárez, señaló que “las enfermedades irreversibles, como la pérdida de un ojo, la pérdida de un oído, aspectos gastrointestinales… En estricto apego a derecho, él debería de estar en un resguardo domiciliario”.

Pérez Juárez, que esta semana presentaba su informe de actividades anual, añadió que a ellos, la unidad que dirige, les compete pronunciarse sobre si su conducta y su riesgo es el adecuado para su reclusión domiciliaria: “La verdad es el adecuado, porque es una persona que en todo su internamiento jamás tuvo una riña”. El funcionario consideró “que no es una persona que consuma drogas, mucho menos alcohol, es una persona que se ha conducido con respeto al interior del centro y creemos que por su edad y por su enfermedad, tiene todo el derecho de tener una reclusión domiciliaria”.

Las palabras del funcionario podrían influir en el destino del preso, que cumple parte de los requisitos planteados por el Gobierno federal para acabar su condena en casa, pero no todos. A mediados de año, el Ejecutivo, dirigido por Andrés Manuel López Obrador, planteó conceder una amnistía a reos mayores de 75 años, o que padezcan enfermedades crónicas y sean mayores de 65 años. El presidente dijo que el decreto aplicaría en casos de delitos no graves del fuero común. Estaría por ver si Félix Gallardo, candidato por edad y enfermedad, lograba pasar el corte de la gravedad.

Preso desde 1989, el narcotraficante fue condenado a 40 años por el asesinato en 1985 de Enrique Camarena, agente en México de la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA por sus siglas en inglés. Según la versión oficial, Gallardo y sus secuaces, entre los que se encontraban Rafael Caro Quintero o Ernesto Fonseca, Don Neto, núcleo del cartel de Guadalajara, torturaron y mataron a Camarena, después de que este descubriera una enorme plantación de marihuana de la organización criminal.

En una entrevista con Telemundo hace unos meses, Gallardo negaba haber participado en el asesinato del agente antinarcóticos. “Es un tema muy lamentable... Ignoro por qué se me relaciona, porque a ese señor yo no lo conocí”, dijo. “No tengo de qué arrepentirme. Yo no participé en un hecho así”, añadió. En una lógica parecida, Gallardo negaba incluso la existencia del cartel de Guadalajara o haber participado nunca del negocio del narcotráfico. “Nunca existieron cárteles en Guadalajara. Llevábamos una vida de familia. Traía a mis hijos a la escuela (...) Me dediqué a la agricultura y a la ganadería desde chico. También tenía unas farmacias y dos viejos hoteles”.

Tolerados durante años por el poder político, enraizados en los circuitos corruptos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, el cartel de Guadalajara elevó el tráfico de drogas a negocio internacional a finales de la década de 1970 y principios de la siguiente. No es que antes no llegaran drogas a Estados Unidos, es que fue con ellos, traficantes sinaloenses afincados en Guadalajara, cuando el negocio despegó.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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