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López Obrador envía más militares para combatir el terror del narco en Zacatecas

El Gobierno visita uno de los Estados más violentos de México, donde solo en tres meses han asesinado a 440 personas y han colgado 57 cadáveres de puentes

violencia Zacatecas
La Guardia Nacional resguarda la zona donde fueron encontrados diez cuerpos en Zacatecas, el pasado 18 de noviembre.CUARTOSCURO
Elena Reina

Mientras el gobernador, recién llegado al poder, David Monreal, presumía orgulloso la instalación este martes de un complejo de la Guardia Nacional en un municipio del norte de Zacatecas, a una hora en coche de ahí la policía municipal de Fresnillo batallaba para descolgar a ocho cadáveres de un puente. El Estado se ha convertido en el nuevo epicentro de la violencia del narco, pues aunque haya otras entidades que se peleen el primer puesto de sangre con más o menos muertos por habitante, es en Zacatecas donde el narco se ha atrevido a exhibir el terror como en los peores años de la guerra contra los señores de la droga. Unos 57 cadáveres han sido colgados de los puentes de entrada a diferentes ciudades en lo que va de año. Nueve municipios se han quedado sin policías. Un Estado tomado por el narco y sus luchas intestinas que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha visitado este miércoles para tratar de recomponer el orden en un rincón del centro del país fuera de control. “Teníamos que estar aquí en esta circunstancia que se está padeciendo de inseguridad y de violencia”, ha declarado López Obrador.

Con la urgencia de un Estado en llamas desde hace meses, el presidente y un equipo de Gobierno formado por los titulares de las principales secretarías se han reunido en la capital este miércoles por la tarde para hacer un análisis de la crisis que atraviesa Zacatecas. El secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, ha anunciado —dentro del llamado Plan de Apoyo a Zacatecas— el aumento del número de militares y agentes de la Guardia Nacional: se enviarán 210 soldados, que se suman a los 1.744 desplegados; y 250 agentes más del cuerpo híbrido civil y militar que se agregan a los 1.644 ya instalados, así como tres helicópteros artillados.

Sandoval ha insistido en la necesidad de reforzar el corazón de la entidad, donde en los últimos meses se han enfrentado los dos principales cárteles del país, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación. Así como también crecerá la presencia del Ejército en los municipios de la periferia, norte y sur. El general ha explicado que la entidad supone un punto clave para el tráfico de drogas de estos grupos, al estar conectado con los principales Estados fronterizos y con acceso al mar: sus carreteras conectan hacia el norte con Durango, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas; hacia el oeste con Nayarit y Jalisco; hacia el sur con Guadalajara y Guanajuato; y hacia el este con San Luis Potosí.

La crisis de seguridad que atraviesa Zacatecas ha provocado que las tragedias se acumulen. Todavía no se habían logrado identificar a los 10 colgados de otro puente al sureste de Zacatecas el jueves, en Ciudad Cuauhtémoc, cuando los institutos forenses recibían a ocho más este martes. A los muertos más visibles se suman otros embolsados, ejecutados en la sierra, abandonados en cunetas a la orilla de la carretera: en total han sido asesinadas 440 personas en tres meses. Una tasa de violencia que aumenta sin freno: un 56,4% más de homicidios que el año pasado. Sandoval ha agregado que en lo que va del año han sido asesinadas 1.277 a manos del crimen organizado y ha estimado que esta cifra, histórica para la entidad, alcance los más de 1.500 muertos antes de terminar el año.

Además del refuerzo en materia de seguridad, el plan que ha liderado el presidente, ha planteado además un balance del trabajo del resto de secretarías —Bienestar, Educación, Sanidad, Agricultura y Medio Ambiente, entre otras—, pues uno de los objetivos de su Gobierno es “atacar las causas” que originan la violencia, la pobreza, la corrupción y la desigualdad como estrategias ambiciosas que se complementan para combatir también a la delincuencia a largo plazo. Especialmente a través de sus programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro, con el objetivo de desincentivar a los más vulnerables a poblar las filas del crimen organizado. El presidente ha prometido crear 14.000 puestos de trabajo para ellos. “Vamos a seguir apoyando con todos los programas de bienestar, vamos a seguir atendiendo a los jóvenes que eso es muy importante, porque no se debe enfrentar la violencia con la violencia, hay que enfrentar la violencia haciendo el bien, atendiendo las causas, esto no se hacía”, ha insistido el presidente.

Monreal, hermano del jefe de la bancada de Morena (partido del presidente) en el Senado, ha reconocido la incapacidad del Estado para poner fin a la violencia y ha aplaudido la llegada del presidente para ayudar a su Gobierno. “Gracias por venir a Zacatecas a darle esperanza”, ha comentado el gobernador durante su intervención en la reunión con el Gabinete. “Es un momento difícil para el Estado, se les pasó la mano. Enfrentamos una emergencia social, le acompaña la crisis económica, finanzas ahogadas, la inseguridad, por eso quiero reconocer de manera sincera que estemos llevando a cabo esta reunión”, ha señalado Monreal, además de reconocer la ayuda de la política social del presidente para el Estado.

Tras la aparición de los 10 colgados el jueves y bolsas con restos humanos el viernes, el gobernador decidió destituir al responsable de la Secretaría de Seguridad estatal, Arturo López Bazán, que venía de la anterior Administración y llevaba poco más de un año en el cargo. En su lugar nombró el mismo viernes a un general de brigada retirado con el propósito de “recuperar la tranquilidad y la paz”. El nuevo secretario de Seguridad Pública, Adolfo Marín, sirvió durante 45 años en el Ejército y en la Fuerza Aérea, un perfil de mano dura contra el narco para una entidad gobernada de facto por las organizaciones criminales.

La cotidianeidad del terror del narco ha sacudido a un Estado que no figuraba entre las localidades más peligrosas del país, los temidos puntos de frontera para el tráfico de drogas, como Tijuana, Ciudad Juárez o Reynosa. Pero en lo que va de año, Zacatecas, tierra de siembra y de laboratorios clandestinos de drogas sintéticas, y plaza de disputa entre los dos principales cárteles, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, se ha convertido en el nuevo rostro del terror y recuerda que aunque la guerra del Gobierno contra el narco se detuviera con la llegada de López Obrador al poder en 2018, la violencia no se ha detenido, solo se ha desplazado.

Zacatecas implica el nuevo gran reto de seguridad para el Gobierno de López Obrador, que ha tratado de evitar el combate frontal al crimen y cuya estrategia se resume en el eslogan “abrazos y no balazos”. Pero el ritmo frenético con el que se extienden las disputas de los cárteles de la droga por todo el territorio nacional hace que los planes sociales del presidente —que busca debilitar al crimen ofreciendo alternativas económicas y sociales a los jóvenes más pobres— parezcan una utopía. Zacatecas ha estallado ahora como antes lo hiciera Guanajuato, dos entidades alejadas de los grandes focos de la violencia hace cinco años, y donde ningún plan de Gobierno ha evitado que se siga matando como en una guerra. Otros puntos críticos de ausencia del Estado son Michoacán, Guerrero y Sonora.

En Ciudad Cuauhtémoc, un municipio de menos de 15.000 habitantes casi en la frontera con otro Estado, Aguascalientes, su alcalde reconoció el viernes en un vídeo que se había quedado solo y pedía a los vecinos que no salieran a la calle. Todo el cuerpo de policías municipales había renunciado ante las amenazas, desapariciones y ejecuciones de sus compañeros. A esta localidad se sumaron ocho más. Un rosario de pueblos donde la ausencia de Gobierno es ya una realidad. Y otros, como Fresnillo, que mantiene a sus cuerpos de seguridad, pero que cualquier embate del crimen organizado sacude de balaceras y asesinatos con total impunidad.

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Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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