Violencia sin freno y descontrol policial: la guerra el narco pone en jaque a Zacatecas
El gobernador David Monreal nombra a un general retirado al frente de la Secretaría de Seguridad Pública para “recuperar la paz”
“Cuídense mucho, no salgan de sus casas, no se expongan si no hay necesidad”. Francisco Arcos es el alcalde de Ciudad Cuauhtémoc, en el Estado de Zacatecas. El jueves el pueblo despertó con diez cuerpos torturados colgados de un puente. Un día antes el municipio, una localidad de menos de 15.000 habitantes, se había quedado sin policías locales. El presidente de la corporación es quien responde a las llamadas de los ciudadanos en el teléfono de emergencias. “No me voy, aquí me quedo y aquí voy a estar”, trató de tranquilizar en un video difundido en las redes sociales. El yugo del crimen organizado ha forzado la renuncia de los agentes por las amenazas y la violencia sin control. Ocurrió en Ciudad Cuauhtémoc, pero también en Loreto, Monte Escobedo, casi una decena de municipios, según han denunciado las autoridades.
No es la primera vez que sucede, pero la guerra del narco se ha intensificado y no da tregua a este territorio en el corazón de México. La disputa de la plaza protagonizada por los cárteles deja, cada día, un rosario de escenas de horror. Este viernes la Secretaría de Seguridad Pública del Estado ha informado del hallazgo, tras una denuncia anónima, de bolsas de basura con restos humanos en la ciudad de Fresnillo. Ese departamento no ha logrado hacer frente a los grupos criminales y el gobernador, David Monreal, ha decidido destituir a su responsable, Arturo López Bazán, que venía de la anterior Administración y llevaba poco más de un año en el cargo. En su lugar ha nombrado a un general de brigada retirado con el propósito de “recuperar la tranquilidad y la paz”. “El objetivo primordial es garantizar que prevalezca el Estado de Derecho con acciones concretas”, ha asegurado desde Twitter Monreal, veterano dirigente político hoy en las filas de Morena.
El nuevo secretario de Seguridad Pública, Adolfo Marín, sirvió durante 45 años en el Ejército y en la Fuerza Aérea. El gobernador ha destacado de él “su formación policiaca, su preparación académica, su compromiso con este Estado y con la patria” y al mismo tiempo ha intentado lanzar un mensaje de apoyo a las fuerzas de seguridad y a las autoridades municipales. “He venido acá a decirles a los integrantes de las corporaciones que los acompañamos y nos acompañamos; que no están solos”, ha enfatizado. Marín ha prometido trabajar de la mano de los policías locales. La situación se ha vuelto insostenible para muchos regidores y para conjurar un descontrol absoluto esta semana la Guardia Nacional y la Policía estatal tuvieron que desplazarse a localidades como Ciudad Cuauhtémoc.
Zacatecas ha mostrado en los últimos meses la cara más sangrienta de la violencia estructural que azota a distintos territorios de México. Esta semana se han contabilizado una treintena de asesinatos a manos de sicarios de organizaciones criminales. El drama es que el reguero de muertes relacionadas con el enfrentamiento entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa no es una excepción, sino que se ha convertido en rutina. El delirio de las demostraciones de fuerza de los dos cárteles más poderosos del país dejó en julio a dos hombres crucificados. Las voces de alarma son cotidianas. Toda respuesta de las autoridades a la crisis de seguridad, insuficiente.
El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador selló a principios de octubre con la Administración de Joe Biden un nuevo plan de seguridad, bautizado como Entendimiento Bicentenario, que busca un nuevo enfoque en la lucha contra las organizaciones del narcotráfico. El objetivo principal consiste en reducir la violencia y los asesinatos, lo que se traduce en una nueva estrategia de lucha contra los grupos criminales que operan a los dos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Sin embargo, el planteamiento del acuerdo cambia por completo la filosofía del PRI o del PAN y se acerca al lema del presidente mexicano, “abrazos, no balazos”, porque se centra en la prevención contra el consumo de drogas y contempla el desarrollo de las comunidades como premisa central. El programa, que sustituye un paquete de medidas adoptadas en la época de George W. Bush, debe concretarse antes de finales de año. Aún no ha sido anunciado su presupuesto.
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