Enrique Graue, el guardián de la autonomía de la UNAM
El rector ha mantenido el pulso con el poder político cuando este ha atacado a la que es la mayor universidad de México, defendiendo su independencia, libertad y laicidad
Cuando en 2015 Enrique Graue asumió la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lo hizo con una declaración de intenciones. “La UNAM seguirá siendo autónoma, pública, laica e incluyente”, afirmó quien sujetaba las riendas de la mayor universidad de Iberoamérica y epicentro de la intelectualidad y progresismo de México. Sus palabras han tomado fuerza con los años, cuando el poder político ha querido involucrarse en la vida de esa casa de estudios, intentando marcar su línea académica o criticándola por no bailar al son que se marque desde Palacio. Graue ha dado la cara frente a esas envestidas, convirtiéndose en un personaje de poco agrado para quienes quisieran que la UNAM se alineara con su agenda.
El capítulo más reciente de esas embestidas contra la UNAM lo ha protagonizado el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha afirmado que la casa de estudios se ha “derechizado”. López Obrador ha convertido a la universidad en el nuevo objetivo de sus dardos y no se ha cortado en sus críticas contra el centro académico. “Durante el periodo neoliberal, las facultades de ciencias sociales se llenaron de conservadores”, afirmó el mandatario. “Hasta la UNAM se volvió individualista, defensora de los proyectos neoliberales, perdió su esencia de formación de cuadros de profesionales para servir al pueblo”, agregó. Y continuó: “Es una gran universidad, pero no estuvieron a la altura de las circunstancias, la crítica al neoliberalismo no surgió de la UNAM. Al contrario, muchísimos académicos e intelectuales de la UNAM se dedicaron a legitimar la privatización, Salinas [el expresidente Carlos Salinas de Gortari] los cooptó a casi todos. Es lamentable que la UNAM se haya derechizado como sucedió en los últimos tiempos”.
Estos ataques, como ocurre siempre con las reprimendas del presidente, ha generado toda una discusión en los medios de comunicación y redes sociales de México. Intelectuales y académicos han salido en defensa del centro de estudios, íntimamente ligado a la historia política y social del país. Pero ha sido Graue quien ha dado la cara para responder al mandatario y con su talante sereno, su hablar calmado, ha dicho que “la educación que imparte la UNAM responde al llamado de la sociedad que demanda la superación colectiva y la formación de cuadros competentes y comprometidos con la prosperidad de la nación”. En 2015 ya lo había afirmado: “Velaré para que el trabajo de los universitarios colabore eficazmente a construir una sociedad más libre, comprometida socialmente y en constante mejoría”.
El presidente López Obrador critica que la universidad mantenga un proceso de selección que limita el acceso de decenas de miles de aspirantes universitarios a sus recintos. Es una crítica que también llega de otros sectores, porque la UNAM rechaza a nueve de cada 10 jóvenes que se presentan al examen de admisión. El académico y oftalmólogo ha respondido las críticas afirmando que la universidad “no puede crecer indefinidamente” y ha dicho que para ampliar la matrícula del centro debe aumentar su presupuesto. Con todo, desde su punto de vista la universidad debe descentralizarse y ese crecimiento, ha afirmado, debe darse hacia las regiones del sur y el sureste del país, que tienen los mayores índices de pobreza y desigualdad. Según el rector, más de 60% de los jóvenes que ingresan a la institución provienen de familias cuyo ingreso total “es menor de cuatro salarios mínimos”, y los padres de uno de cada 100 “hablan alguna lengua indígena”. Él ha dicho que la universidad es para “todos los que demuestren la capacidad de estar”.
Antes de convertirse en rector, Graue fue durante ocho años director de la Facultad de Medicina, la más importante y antigua de la UNAM, con más de 400 años de historia. El rector obtuvo en la UNAM los títulos de médico cirujano y de especialista en oftalmología. Cuando asumió la rectoría se sumó a las críticas a la reforma educativa que pretendía imponer el expresidente Enrique Peña Nieto, de la que dijo que no era realmente una reforma a la educación, sino que se centraba en aspectos administrativos del sistema educativo. “Hasta este momento es una reforma en la forma de contratación de los profesores y evaluación de ellos, esperamos ver la verdadera reforma educativa pronto”, afirmó.
Las dos administraciones de Graue no han estado exentas de polémica. Las críticas están centradas en la violencia que ha golpeado a la universidad (en una de sus sedes murió asesinada una estudiante por una bala perdida), el narcotráfico y más recientemente las denuncias de violencia de género presentadas por las estudiantes, quienes han organizado protestas que, según algunas de ellas, no han sido suficientemente escuchadas. “Hay que erradicar la violencia de género de nuestra universidad. Fuimos la primera institución que tuvo un protocolo contra la violencia de género y se han tomado medidas cuando se ha demostrado el caso”, ha explicado el rector. “La violencia se ha visibilizado y visibilizándola es como vamos a corregirla. Suena como que nos ha aumentado la violencia de género y no, estaba ahí, pero estaba soterrada”, se ha justificado.
Graue está en su segundo mandato al frente de la UNAM, lo que coincide con el sexenio del presidente López Obrador. Queda por verse si el mandatario bajará el fuego de sus críticas o seguirá atacando a una universidad que hasta ahora no se ha sometido a sus lineamientos. También está por verse si Graue podrá con las presiones políticas tanto fuera como dentro de la casa de estudio. Si logra salir airoso de la embestida, al final de su mandato podrá decir que cumplió con su promesa de 2015: mantener a la UNAM “indeclinablemente autónoma”.
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