Las inundaciones azotan al Estado de México: “Lo perdimos todo”
El temporal deja hospitales fuera de servicio en medio de la pandemia y centenares de familias afectadas
Alejandra Pineda enciende un cigarro para calmar los nervios. Las cicatrices que ha dejado el temporal en las paredes de su casa prueban que el agua alcanzó el metro y medio. “Lo perdimos todo”, dice al borde del llanto. Una treintena de amigos y vecinos se han acercado a su cerrada para ayudarles a sacar el lodo y una pila de muebles arruinados por el agua. Su marido no puede ayudar, explica, tiene hipotermia por nadar durante horas para poner a salvo a sus hijos. Apenas ha empezado la temporada de lluvia en México y ya se ven los primeros estragos. Las tormentas registradas en los últimos días han dejado duras imágenes de inundaciones, principalmente en algunos municipios del Estado de México, como Atizapán, donde vive Pineda. Las fotografías más impactantes fueron registradas en los hospitales de esa localidad y de Ciudad de México, que han tenido que reducir su actividad o cerrar sus puertas en plena pandemia de la covid-19.
“Por contingencia de inundación se suspenden los servicios de atención médica y urgencias”, alertaba un cartel este martes en la puerta del Hospital General de Atizapán. Detrás de las rejas cerradas, un centenar de personas trabajaban para sacar el agua del edificio con los pantalones arremangados y los zapatos embarrados. Unas 40 camillas, refrigeradores y otros muebles se secaban bajo un tímido sol. Ni rastro de los pacientes, que han sido trasladados a otros centros de salud. El trabajo de desinfección que enfrentan es crucial, no solo algunas áreas quedaron sumergidas bajo un metro y medio de agua, sino que sufrieron además el desborde de aguas residuales.
Omar Hernández Cabrera esperaba con su madre, María Lourdes, a que alguien le explicara qué iba a pasar con la cita que tenía programada. La mujer sufre de enfermedad renal crónica y necesita hacerse diálisis, explica. Era el segundo hospital que recorrían sin suerte. “No nos avisaron que se cancelaba la cita. Ahora me han mandado a ver si la atienden en Naucalpan”, cuenta.
Unos videos brutales tomados en los pasillos de aquel hospital recorrieron las redes sociales la mañana de este martes. En ellos se podían ver a enfermeros y doctores moviendo a pacientes con el agua a las rodillas. Hasta un grupo de bebés recién nacidos tuvo que ser movilizado en medio del temporal. No fue el único hospital que sufrió las inundaciones, cinco centros de salud en la capital también fueron afectados, según ha informado el Gobierno de la ciudad. La alcaldesa de Atizapán, Ruth Olvera, admitió la noche del lunes que la vida de algunos pacientes ingresados estaba en riesgo a causa de la tormenta y solicitó ayuda a las autoridades estatales y federales. “Los esfuerzos resultan insuficientes por la magnitud del fenómeno climatológico”, ha señalado en un comunicado. El personal del centro sanitario trabajó a lo largo de la noche y de la mañana para trasladar a 67 personas internadas, incluso los enfermos de covid.
En las calles de Atizapán, cientos de personas fregaban este lunes sus tiendas y sus casas. El comentario reincidente en todas las conversaciones era la brutalidad del temporal. Algunos quedaron incluso atrapados en sus propios coches. Samari Salmerón estaba en su casa cuidando a su abuela cuando la tormenta se desató. “Todo pasó muy rápido. Comenzó a llover y a granizar, y en apenas unos minutos estábamos nadando, el agua nos llegó hasta aquí”, dice señalando su cuello. Todos sus muebles han quedado destruidos, la ropa hecha una pila de barro. La joven de 22 años tuvo que romper las ventanas de la casa para que el lodo no se acumulara dentro. “Mi abuelita no dejaba de rezar para que la lluvia parara”.
La cerrada donde vive Salmerón es la misma que la de Alejandra Pineda. Allí residen cinco familias que este lunes enfrentaron la naturaleza en toda su fuerza. En el Estado de México más de 400 viviendas quedaron bajo el agua en una decena de municipios. Juana Díaz y su marido, Francisco Romero, que viven en la colonia El Calvario, cuentan que a uno de sus vecinos se lo llevó el agua, aunque quedó enganchado en el tejado y pudo salvarse, “por suerte”, repiten. Ellos tampoco pudieron rescatar ningún mueble ni electrodoméstico. Hasta los documentos han quedado cubiertos de lodo. “Habrá que empezar de cero, lo más importante es que los niños están bien”, dice Díaz. Pudieron salvarse, asegura, porque cuando comenzó a entrar el agua toda la familia se subió a los muebles. “Esto era un río, daba mucha impotencia”, agrega Romero.
Alejandra Cáceres se encerró primero en una habitación con sus hijos, pero cuando el agua comenzó a filtrarse de a baldazos, decidieron subir a la azotea. La mujer, de 65 años, agradece que sus hijos “sean grandotes” y la hayan podido ayudar. Mientras limpia lo poco que ha podido rescatar, mira preocupada al cielo. “Parece que hoy vuelve a llover, pero ya no nos queda mucho por perder”.
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