La justicia acorrala al Príncipe de la Basura, otrora hombre fuerte del PRI en Ciudad de México
Un juez ordena detener a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre por su presunta participación en una red de prostitución. El expresidente del PRI en la capital preparaba su regreso a la política
Los planes de regresar a la política de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, expresidente del PRI en Ciudad de México, se han topado con una orden de detención en su contra emitida por un juez por su presunta participación en una red de prostitución. Gutiérrez está fugitivo, sin que la justicia dé con su paradero. El llamado Príncipe de la Basura aspiraba a una candidatura a diputado local por el viejo Partido Revolucionario Institucional, organismo en el que todavía cuenta con una gran influencia a pesar de haber sido separado en 2014, cuando una investigación periodística reveló que Gutiérrez contrataba como azafatas con dinero público a mujeres que obligaba a acostarse con él.
La buena fortuna del príncipe se trocó en pesadilla para él y su círculo cercano cuando en abril de 2014 el programa matutino de radio que la periodista Carmen Aristegui dirigía en ese entonces en la cadena MVS reveló que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre había contratado a un grupo de azafatas con dinero público, con las que tenía relaciones sexuales. Se trataba de mujeres entre 18 y 32 años que eran reclutadas por anuncios de periódicos en los que se solicitaba “personal femenino que labore en oficinas gubernamentales, con disponibilidad de horario”. El medio reveló que se les ofrecía una paga de 11.000 pesos, unos 550 dólares al cambio actual. Las mujeres eran obligadas a tratar de manera especial al político, “siempre con beso, como si fueran amigos desde hace tiempo” y a tener sexo oral o vaginal con Cuauhtémoc Gutiérrez, según la investigación periodística.
En su momento, Gutiérrez negó la acusación y en declaraciones al medio dijo que “es un invento que hicieron desde hace como 12 años. Primero fue el periódico Reforma y luego ustedes”, dijo el priista. “Es falso de toda falsedad”, agregó. En 2003, Reforma hizo la primera denuncia contra Gutiérrez, con un reportaje en el que se afirma que el priista se hacía acompañar por azafatas, a las que ofrecía mejorar su remuneración a cambio de prostituirse.
Ese primer señalamiento no prosperó en la justicia mexicana, un país donde la impunidad marca el paso: México se sitúa entre los 10 países con mayores niveles de impunidad de los 69 analizados por el Índice Global de Impunidad en 2020. Pero el escándalo revelado por el equipo de Aristegui ha tenido eco en la justicia y a inicios de marzo, un juez ordenó la detención de Gutiérrez de la Torre, casi siete años después de que se revelara la trama. El político ha sido acusado de los delitos de trata de personas en la modalidad de explotación sexual agravada, publicidad engañosa y asociación delictuosa. Junto a Gutiérrez de la Torre, se han girado órdenes de aprehensión contra otros cuatro supuestos colaboradores. La Fiscalía también ha solicitado la congelación de las cuentas bancarias de los acusados.
En su momento el PRI, que en tiempos del presidente Enrique Peña Nieto quería mostrar un rostro de renovación, retiró al político de su cargo de presidente del partido en lo que entonces era el Distrito Federal y en un comunicado exigió “a las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal una pronta y exhaustiva investigación que permita aclarar supuestas conductas delictivas”. El partido afirmó que “la dirigencia nacional del PRI ratifica su compromiso con la legalidad, y reprueba cualquier conducta que atente contra la libertad y la dignidad de las personas”. Siete años después, sin embargo, medios locales informaron que Gutiérrez pretendía regresar a la vida política de la mano del viejo partido, aspirando a una candidatura como diputado local en Ciudad de México, a pesar de que los militantes priistas en la capital habían exigido a la cúpula del partido una renovación de la dirigencia en la ciudad.
A pesar de su caída en desgracia dentro del partido, Gutiérrez de la Torre mantenía gran poder e influencia en la capital, gracias a las componendas a sus aliados. Es hijo de Rafael Gutiérrez Moreno, quien en los años sesenta amasó una enorme fortuna al hacerse con el control de los recolectores de basura de la capital, lo que le valió el sobrenombre de Rey de la Basura. En el México de entonces se rumoreaba que era un financiador del PRI, que a cambio de su generosidad lo convirtió en diputado federal en 1979. Gutiérrez Moreno, quien presumía de haber tenido 56 hijos, fue asesinado de tres balazos por un sicario pagado por su compañera, Martha García. “Era un degenerado, mafioso y violador”, alegó la mujer al ser acusada por el asesinato.
El hijo pronto siguió los pasos del padre e ingresó a los 14 años al PRI, donde gracias a la influencia del progenitor logró forjarse una carrera que lo llevó al poderoso cargo del presidente del partido en la capital, una de las principales plazas políticas del país, gobernada por la izquierda desde 1997. La vida le sonreía al Príncipe, que salía ileso de los escándalos que la prensa iba acumulando en su contra, hasta que los planes de renovación de Peña Nieto le asestaron un golpe políticamente mortal, lo que despertó en él una gran animadversión contra el exmandatario. Desde que fue retirado del partido, Gutiérrez de la Torre se había mantenido en un perfil bajo, atento sin duda a las investigaciones que la fiscalía capitalina realizaba en su contra. Como el proceso avanzaba a paso lento, el año pasado decidió lanzar un reto al buscar la candidatura a una diputación, pero sus planes se ven truncados por la orden de captura en su contra. La sombra de la explotación sexual, que lo persigue desde hace dos décadas, le pasa ahora la factura al poderoso cacique del PRI.
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