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Elena Poniatowska: “Ha muerto un amigo entrañable, un árbol lleno de pintura y escritura”

Escritores, intelectuales y artistas mexicanos despiden al artista Vicente Rojo, uno de los máximos representantes del abstraccionismo mexicano

Felipe Haro y su madre, Elena Poniatowska, durante el sepelio de Vicente Rojo, este jueves.
Felipe Haro y su madre, Elena Poniatowska, durante el sepelio de Vicente Rojo, este jueves.Nayeli Cruz
Carlos S. Maldonado

Entre lágrimas, la escritora Elena Poniatowska está sentada a un lado de la capilla ardiente donde este jueves familiares y representantes de la cultura mexicana despidieron al artista plástico Vicente Rojo, fallecido el miércoles en Ciudad de México por complicaciones cardiacas. Vestida de negro, frágil, la autora ha venido a decir adiós a quien fue su gran amigo, con quien compartió la pasión por el arte, los viajes, el devenir político, el periodismo y hasta los chistes. La sepultura se da solo unos días después del cumpleaños del artista, cuando ambos deberían estar celebrando vidas llenas de triunfos, de batallas ganadas y también altibajos. “Siempre fuimos como hermanos”, ha dicho Poniatowska a EL PAÍS mientras se enjuga una lágrima. “Compartíamos los mismos pensamientos, las mismas reacciones ante los acontecimientos”.

De aquella amistad “entrañable” la escritora recuerda detalles, conversaciones y viajes como aquel a La Habana, en 1959, cuando acompañados de los escritores Carlos Fuentes y Fernando Benítez recorrieron entusiasmados la capital cubana, embriagados por el triunfo de la Revolución que tantas pasiones levantó entre los intelectuales de la época. Poniatowska guarda los recuerdos como fotografías en su cabeza, incluidas las risas cómplices y momentos de “guiñarnos los ojos cuando escuchábamos algo chistoso”.

El cuerpo de Vicente Rojo (Barcelona, 1932) es velado este jueves en una funeraria del barrio San Rafael, otrora zona bohemia de Ciudad de México —habitado en su tiempo por personalidades como las pintoras Leonora Carrington y Remedios Varo, quien, como Rojo, se había exiliado en México en 1941—. Los palacios de la colonia sufren hoy los estragos de la gentrificación. El velatorio ha sido íntimo con familiares, amigos y colegas acuerpando a uno de los grandes maestros de la plástica mexicana. Al recinto llegaron a lo largo de la mañana varios arreglos florales de instituciones culturales del país, cuyos directivos han expresado en redes sociales la pena por la partida del exponente del abstraccionismo mexicano. Antes de su muerte, Rojo preparaba una gran exposición de su obra en el Museo de Arte Moderno sobre Paseo de la Reforma, uno de los centros que el propio artista logró catapultar con su trabajo dentro de la generación, conocida como la Ruptura. Sus familiares y allegados han accedido a que la muestra, que abrirá sus puertas en los próximos meses, se convierta en el primer gran homenaje póstumo del artista.

El presidente Andrés Manuel López Obrador también dedicó unas palabras a Rojo en su conferencia matutina de este jueves. El mandatario dijo que el pintor, escultor y editor —exiliado en México a los 17 años— era “muy mexicano” y recordó cuando lo conoció, cuando López Obrador fue jefe de Gobierno de Ciudad de México y el artista creó una fuente en la Alameda Central, en el corazón de la capital. “Llegó a México de niño para recibir protección de nuestro Gobierno en esa época”, dijo el mandatario en relación con la acogida de exiliados españoles durante los Gobiernos de Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho principalmente.

El fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar  arriba la funeraria durante el sepelio de Vicente Rojo el día 18 de marzo de 2021.
El fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar arriba la funeraria durante el sepelio de Vicente Rojo el día 18 de marzo de 2021. Nayeli Cruz

Poniatowska ha recordado esta mañana lo que significó para el artista su llegada: “Sufrió mucho la guerra civil española, por lo que México fue para él una luz que se prendió en su vida. Vicente se sintió muy bien aquí”. Rojo era sobrino del general Vicente Rojo, último jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano y quien organizó la defensa de Madrid frente a las tropas franquistas. En México se abrió un mundo de libertad para el futuro artista. “Aquí encontré una luz hermosa, brillante, clara y un ambiente libre”, dijo en una entrevista a El PAÍS. “Supe que este iba a ser mi país desde que puse un pie”.

Desde que se conoció la noticia del fallecimiento del artista, intelectuales mexicanos han expresado su pesar. El historiador y periodista Enrique Krauze ha lamentado el fallecimiento de Rojo, a quien ha catalogado como “un gran artista plástico, innovador del diseño gráfico, compañero de buenos tiempos, fiel y cariñoso amigo”. Para el escritor Jorge Volpi se trata de “una gran pérdida”, la de un “artista ineludible del México moderno, diseñador generoso, eterno amante de los libros, cómplice de pintores, escultores, escritores y poetas, hombre sereno y cabal”. La escritora Margo Glantz, quien en pandemia se ha convertido en una voz cotidiana en Twitter, envió “mucho cariño y tristeza” para Barbara Jacobs, pareja del artista.

Poniatowska, quien ha pasado toda la mañana en el velatorio de su amigo, ha recordado los paseos que daba con Rojo, en los que mantenían largas conversaciones sobre los acontecimientos que acaparan la atención de ambos. Ha comentado de las discusiones entre el grupo que formaban, junto al poeta José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, ambos fallecidos. “Era un hombre severo, pero lo quisimos mucho”, ha dicho la escritora. “Siempre estábamos juntos. Yo era la del grupo que hacía las crónicas y las entrevistas; ellos hacían muchísimos chistes”. Dice que Rojo “nunca bebía”, pero en su casa siempre había un mueble con botellas para los amigos. “Había muchísima complicidad en todo, hasta en los autores que nos gustaban o nos disgustaban”. Con su partida, explica Poniatowska, México “pierde un árbol de limpieza, que dio muchas hojas, verdes, llenas de escritura y pintura”. ¿Un recuerdo de Vicente Rojo? “No le gustaba que dijera la banqueta, se cayó de la banqueta. Me corregía y me decía: ‘Elena, no digas banqueta, se dice acera, A CE RA”.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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