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López Obrador busca tranquilizar a la banca y promete no cambiar las reglas: “Estamos a favor de los negocios”

El presidente asegura, en plena polémica por la reforma eléctrica, que su Gobierno “siempre” respetará a las empresas mexicanas y extranjeras

Francesco Manetto
AMLO en la clausura de la 84ª Convención Bancaria
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la clausura de la 84ª Convención Bancaria.Presidencia de México (EFE/Presidencia de México)

Andrés Manuel López Obrador ha conjugado la idea de diferentes maneras, pero siempre para expresar lo mismo: la política es la actividad que debe determinar la vida pública y la economía. Nunca al revés. Esa concepción de que “todo es político”, algo evidente en términos teóricos, entraña un riesgo cuando se lleva a la práctica. Que lo político acabe coincidiendo, en cada decisión, con lo ideológico. Y que lo ideológico, por legítimo que sea, encuentre resistencias y haga tambalear algunos consensos como ha sucedido con la reforma eléctrica. El presidente de México aprovechó este viernes una intervención ante el sector financiero del país para tranquilizar a los banqueros tras un año de profunda crisis acelerada por la pandemia y en medio de cuestionamientos a su proyecto. Prometió no cambiar las reglas del juego, aseguró que los negocios de empresas nacionales y extranjeras son bienvenidos y anunció una reforma de simplificación de trámites administrativos y fiscales.

El discurso de López Obrador en el cierre de la 84ª Convención Bancaria se da justo cuando han cambiado las reglas del juego del sector energético. Esta semana ha entrado en vigor una reforma del sistema -enseguida suspendida temporalmente por un juez- que beneficia el suministro de una empresa del Estado, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), frente a la iniciativa privada. El mandatario ha negado en las últimas semanas que se trate de una medida adoptada contra empresas particulares, pero de facto ya ha supuesto un desincentivo para algunas compañías. En este contexto, hoy quiso dejar claro a la banca que no habrá cambios que afecten a las entidades. El tono era distinto al de las mañaneras, sus conferencias de prensa diarias. “Amigos del sector bancario y financiero, les aseguro que no cambiarán las reglas para que ustedes sigan operando sin trabas de ninguna índole en el mercado nacional”, afirmó. Un mensaje para cada público.

“Que nadie se confunda”, continuó el presidente. “Seremos siempre respetuosos de las empresas y de los bancos, del sector privado nacional y extranjero. Repito: estamos a favor de que se hagan negocios en México, en el marco de la ley y con ganancias razonables. Lo que no se permite es la corrupción y el influyentismo. Eso se acabó”. Uno de los argumentos, estrictamente político, esgrimidos por López Obrador para impulsar la reforma eléctrica fue precisamente el de los beneficios de las compañías privadas, que llegó a calificar de “especulación”, y la ruptura con el pasado reciente. “Vamos a transformar a México, como lo estamos haciendo. Vamos a la transformación de nuestro gran país, juntos, por el camino de la honestidad y de la concordia”.

El guiño al sector -que debatió durante dos días del papel de las entidades financieras en la recuperación de la economía tras un desplome del 8,5%, la mayor caída desde la Gran Depresión- también ha supuesto algún compromiso concreto. En primer lugar, respondiendo a una petición del presidente saliente de la Asociación de Bancos de México, Luis Niño de Rivera, López Obrador adelantó una revisión del complejo sistema burocrático. “Coincido en que debemos de facilitar los trámites para la creación de empresas y para el cumplimiento de las obligaciones fiscales de las empresas”, manifestó. . “No a la burocracia y tener más confianza a los ciudadanos, a los contribuyentes. Por eso, me comprometo a que vamos a llevar a cabo una reforma profunda, radical, de simplificación en beneficio de las empresas, en especial de las pequeñas y medianas empresas”.

El presidente evitó pronunciarse sobre el anuncio del secretario de Hacienda, que el jueves afirmó que el Gobierno abre la puerta a una reforma tributaria, tras haberse negado a ello en varias ocasiones. El secretario Arturo Herrera calcula que después de las elecciones federales del 6 junio se darán las condiciones, al menos, para estudiar un cambio. Ahora, sin embargo, comienza una etapa de pugna política descarnada en la que también el Ejecutivo y Morena, el partido que lo sostiene, prefieren presumir de una gestión que, por otro lado, no ha parado de recibir críticas de sus adversarios.

A eso dedicó López Obrador parte de su intervención tras un cónclave que también abordó retos como la igualdad de oportunidades y en el que Ana Botín, presidenta del Santander, debatió sobre las mujeres en la banca con la exgobernadora de la Reserva Federal Elizabeth Duke y Galia Borja Gómez, subgobernadora del Banco de México. El presidente se apuntó los méritos de la que considera una respuesta exitosa ante la emergencia de la covid-19. A pesar del hundimiento de las actividades económicas, repasó todo su plan sin autocrítica. “Hicimos a un lado la receta de siempre de recurrir a contratar deuda para rescatar a corporaciones empresariales o financieras; tampoco aumentamos impuestos, ni subimos los precios de las gasolinas, el diésel, el gas o la energía eléctrica”, resaltó. “Lo que hicimos fue destinar más recursos de la base de la pirámide poblacional hacia arriba, de abajo hacia arriba, procurando mantener la capacidad de compra de los sectores mayoritarios, para evitar una crisis de consumo y de seguridad”.

Aplaudió la concesión de tres millones de créditos, las remesas, que el año pasado alcanzaron la cifra récord de 40.600 millones de dólares. Afirmó que a mediados de año habrá de nuevo 20,6 millones de trabajadores inscritos en el Seguro Social, que ha registrado una caída anual del 3,3%. Recordó la subida del salario mínimo y enfatizó las previsiones de su oficina para 2021. “En el caso de la Presidencia, tenemos un estimado de crecimiento de cuando menos el 5%”, afirmó. Una subida que en condiciones normales sería significativa y estaría por encima del promedio de las tres últimas décadas, pero en después de una devastadora crisis aún deja un horizonte lleno de incógnitas.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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