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El teniente condenado del ‘caso Ecuandureo’: “Estar cerca del mando le vuelve a uno blanco fácil”

En entrevista con EL PAÍS desde prisión, Omar Gutiérrez de Velasco repasa el asesinato de dos civiles de 2009 y la arbitrariedad de la fiscalía militar que le mandó a la cárcel

Pablo Ferri
teniente Omar Guitiérrez de Velasco
El teniente Omar Gutiérrez de Velasco, en una foto cedida por su familia.EL PAÍS

El teniente Omar Gutiérrez de Velasco vive preso desde hace casi 11 años. Condenado por ordenar el asesinato de dos civiles en Michoacán en 2009, él, su familia y su abogado insisten en que la mera lectura de las pruebas señala un camino distinto al que han tomado los jueces estos años. Oficial de información, el militar investigó al crimen organizado en más de 50 municipios del estado durante el primer bienio de la guerra contra el narco, de 2007 a 2009. En entrevista con EL PAÍS desde la cárcel, dice que no le guarda rencor a la Secretaría de la Defensa: “En algún momento estuve bajo el mando de la gente equivocada, pero eso no representa a la institución”.

En mayo de 2009, él y otros militares salieron de su cuartel en Michoacán bajo el mando del teniente coronel Alejandro Zárate Nava. Se llevaron a dos civiles previamente secuestrados por orden del jefe militar. Llegaron a un cerro en el municipio en Ecuandureo y, sin más, los mataron. Luego Zárate Nava ordenó que llamaran a la policía y dijeran que había habido un enfrentamiento. Que dos civiles habían muerto. La versión del enfrentamiento subsistió un año, luego los militares empezaron a hablar.

El primero en contar la verdad fue el capitán que había firmado el informe de la versión del enfrentamiento, Arturo Palomar. Luego hablaros los demás. Todos contaron lo que había hecho Zárate Nava, la presión para matar a los civiles, el argumento de que esos hombres habían participado en el asesinato de un compañero del cuartel... A principios de junio de 2010, el fiscal militar planeó la detención del teniente coronel. Pero luego algo cambió, la acusación contra el teniente coronel se esfumó y el fiscal se centró en el teniente. Gutiérrez de Velasco ha dedicado mucho tiempo a pensar en aquellas semanas de junio de 2010.

Pregunta. El 28 de mayo de 2010, usted declaró que, como oficial de información, sí sabia quienes eran los civiles que luego ordenó matar Zárate Nava, ¿qué había investigado usted en los meses anteriores?

Respuesta. La situación era muy álgida en el batallón, es decir, muy violenta entre el crimen organizado y el Ejército. Era un… O sea, ellos se estaban metiendo con el personal militar y sus familias. Nosotros ya teníamos varios antecedentes: nos levantaban o nos ejecutaban descaradamente, en la calle. Y nosotros teníamos que estar al pendiente de eso.

P. ¿Hubo un punto de inflexión que generara en esta situación?

R. Desde que yo llegué al batallón ya era así. Yo llegué en febrero de 2007 de Tuxpan, Veracruz. Recién llegué yo y ocurrió el caso de cuatro soldados que fueron asesinados por Tinaja de Vargas, cerca de Ecuandureo. Se vinieron dando diferentes eventos, luego hubo uno de unos policías a quienes confundieron con soldados y también los fueron a tirar por ese rumbo. Y luego era ya a quien fuera, cualquiera que pareciera militar podía pasarle algo.

El 7 de enero de 2009 desaparecieron a uno de mi grupo de información. Lo levantaron. En febrero desaparecieron a otro de los míos, ahí mismo en Zamora [sede del cuartel]. Y posteriormente hubo otros eventos. Nosotros teníamos nuestros objetivos, íbamos y les golpeábamos y al sentirse ellos presionados, le soltaban a nuestro personal.

Pero hubo un evento, el 9 de mayo de 2009, en que ejecutaron a un cabo de nuestro batallón, el cabo Zapata. Y ahí es donde aparecen en escena estas dos personas [los civiles asesinados, Rigoberto Chávez y Rosendo Romero]. Nosotros los teníamos registrados como vendedores de droga y cuando empezamos a buscar información sobre la ejecución de Zapata, resulta que dos de los participantes habían sido ellos, según nos dijeron informantes.

Claro, no teníamos forma de corroborarlo, era información para nuestro uso. Luego pasamos esa información a la comandancia. Lo que tenía lo entregaba y eso aún se pasaba a la superioridad, en este caso a la 21 Zona Militar y a la 12 Región Militar.

P. Una de las cosas que me llaman la atención del caso es que nadie dice la verdad hasta mayo de 2010, un año después de los asesinatos. Entonces, el capitán Palomar rompe la mentira. ¿Por qué ocurrió entonces?

R. No sé exactamente. Pero para cuando eso sucede, la Policía Judicial Militar, PJM, [brazo ejecutor de la fiscalía militar] ya tenía tiempo en nuestro cuartel, en Zamora. Estaban haciendo averiguaciones y duraron mucho tiempo ahí.

P. En junio de 2010, dos militares le señalan por primera vez a usted, el subteniente Dick Jiménez y el soldado Alonso Aguilar. Pero Aguilar dice en una declaración posterior que la PJM le presionó para incriminarle. La cuestión es, ¿por qué querría inculparle a usted la PJM?

R. El tema es que el hecho de estar cerca del mando le vuelve a uno blanco fácil, ¿no? Y yo estaba entonces muy cerca del mando como oficial de información.

P. Sí, pero al mando no lo tocaron

R. Exacto. Ahí es donde yo ya no entiendo. Nadie entendió que sucedió.

P. ¿Y por qué usted, por qué no otros militares de mayor grado que estuvieron en el cerro aquel día, como el capitán Palomar?

R. Mire, yo creo a modo de especulación que a Palomar lo liberaron a cambio de que dijera cosas. Lo agarraron y le dijeron, ‘sabemos que tu andas involucrado en cosas, ponnos a todos y te dejamos’. Eso es lo que creo que sucedió.

P. Pero Palomar no le acusa a usted de ordenar los asesinatos.

R. No, de hecho él señala a Zárate. Cuando a nosotros nos detienen, mi abogada de entonces preguntó que si había orden de detención contra Zárate. Y el juez contestó que era una cuestión de sigilo y que no podían revelarlo.

P. Sí, pero a ver. Algo pasa entre que Palomar empieza a hablar y señala a Zárate y que el fiscal decide irse contra usted. ¿Qué pudo ser?

R. Probablemente, en el afán de hacer algo, dijeron, ‘pues vámonos con el teniente’.

P. ¿Pudo tener que ver con que usted fuera oficial de inteligencia?

R. No tanto por eso, sino por la cercanía al mando.

P. Visto lo que ocurrió ese día y vista la facilidad con que Zárate Nava ordenó lo que ordenó, ¿usted sabe si entonces pasó algo parecido que involucrara a Zárate Nava o algún otro jefe?

R. No, que yo sepa no.

P. ¿Y alguna situación en que se levantaran a civiles al margen de la autoridad civil?

R. No, tampoco.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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