Un tiroteo masivo en Brown, un físico nuclear y la pista de Reddit: fuga y captura de Claudio Neves Valente
Los investigadores aún no han determinado qué motivo al portugués a matar a dos alumnos en su antigua universidad y, dos días después, a un científico del MIT
Una semana después del tiroteo masivo en la Universidad de Brown, en Providence, capital del pequeño Estado de Rhode Island, las autoridades están cerca de comprender el cómo, pero aún no han dilucidado del todo el porqué.
¿Por qué Claudio Neves Valente, un portugués de ...
Una semana después del tiroteo masivo en la Universidad de Brown, en Providence, capital del pequeño Estado de Rhode Island, las autoridades están cerca de comprender el cómo, pero aún no han dilucidado del todo el porqué.
¿Por qué Claudio Neves Valente, un portugués de 48 años residente legal en Estados Unidos, decidió matar a dos alumnos y herir a otras nueve personas en una sala de conferencias del exclusivo centro de educación superior en el que él mismo había estudiado una carrera que nunca terminó? ¿Y qué le llevó, una vez logró escabullirse de Rhode Island aquel sábado 13 de diciembre, a asesinar dos días después a otro portugués, Nuno Loureiro, un reputado físico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT son sus siglas en inglés) con el que había coincidido en los noventa en una universidad en Lisboa?
Una de las pocas certezas de un caso que ha tenido en los últimos días en vilo a la región de Nueva Inglaterra, en el nordeste de Estados Unidos, llegó con la autopsia del cuerpo de Neves Valente. La policía lo había encontrado muerto el jueves por la noche en uno de esos edificios de alquiler de trasteros en Salem (New Hampshire). El forense confirmó que el tipo, cuyo último domicilio conocido está en Miami, a 2.500 kilómetros de allí, se había suicidado y que llevaba muerto desde el martes. Así que la “caza al hombre” que entretuvo a centenares de agentes locales, estatales y del FBI en realidad fue durante 48 horas la búsqueda de un cadáver.
Resultó desde el principio una búsqueda inusual. Neves Valente se lió a tiros el 13 de diciembre en Brown. Allí mató a dos personas: Mukhammad Aziz Umurzokov y Ella Cook, dos alumnos que aparentemente fueron víctimas del azar. El sospechoso logró huir de la ciudad, y, el lunes, cuando todos lo buscaban desesperadamente, asesinó al físico nuclear Nuno Loureiro en la casa de este, cerca de Boston. Al día siguiente, Neves Valente se suicidó.
No es común que el autor de un tiroteo masivo, moneda corriente de la violencia en Estados Unidos, consiga escapar tras perpetrar su ataque; casi siempre acaban detenidos, suicidándose en el lugar de los hechos o muertos a manos de un policía o de un ciudadano armado. Tampoco es habitual que el sospechoso se escabulla sin ser identificado tras cometer un delito con tantos potenciales testigos.
A Neves Valente lo captaron las cámaras de seguridad de una zona residencial de Providence. En esas grabaciones, se lo ve pasear con despreocupación, oculto tras una mascarilla negra. Las autoridades, que arrestaron el domingo a un sospechoso al que soltaron sin cargos unas horas después, solo lograron que los testigos les confirmaran que ese era el tirador, pero no les fue posible identificarlo a partir de esas imágenes ni del ADN que dejó tras de sí en su huida en unos cartuchos de nueve milímetros.
El eureka de una investigación que empezó con mal pie no llegó de los centenares de pistas recibidas, muchas de ellas después de que el FBI ofreciera una recompensa de 50.000 dólares (casi 43.000 euros). La respuesta estaba en la red social Reddit. Uno de sus usuarios escribió el martes: “Lo digo totalmente en serio. La policía debería investigar un Nissan gris con matrícula de Florida, posiblemente un coche de alquiler”.
Cuando los agentes dieron con el autor de ese mensaje, que en los documentos policiales aparece identificado solo como John, este les contó que se había encontrado con Neves Valente poco antes del tiroteo y que le había llamado la atención que fuera tan poco abrigado. Entonces no pudo saberlo, pero tal vez se debiera a que llevaba puesto un pesado chaleco antibalas. John siguió a Neves Valente. Y habló con él. Quería saber por qué estaba dando una vuelta a la manzana si tenía el coche, el Nissan gris, aparcado allí mismo. “¿Por qué me acosas?”, le preguntó Neves Valente. La conversación terminó en ese momento.
La pista de la matrícula del coche llevó a los investigadores hasta una oficina de alquiler en Boston. Esa información fue crucial también para vincular al sospechoso con otro suceso que había conquistado las noticias nacionales: el asesinato de Loureiro, el científico del MIT. Los registros de la tarjeta de crédito de Neves Valente condujeron después a los agentes al trastero de Salem, donde encontraron el Nissan gris aparcado.
La lotería de la diversidad
Nacido en Torres Novas, en el centro de Portugal, Neves Valente llegó a Estados Unidos con un visado de estudiante en 2000. Había coincidido con Loureiro en el Instituto Superior Técnico, donde ambos ingresaron en 1995. No está claro si se conocieron en aquellos años.
Sí se sabe que, en aquel entonces, Neves Valente era el que más lejos apuntaba de los dos, y que 25 años después de que este se mudara a Norteamérica, llevaba una vida anónima. Tenía en un cuarto alquilado en un piso en Miami, en el que este viernes nadie recordaba gran cosa sobre él. Entre tanto, a Loureiro le había dado tiempo de convertirse en un científico nuclear de fama internacional.
Los caminos de ambos volvieron a cruzarse en la casa en la que la víctima vivía en Brookline (Massachusetts), ciudad contigua a Boston que acoge a la prestigiosa universidad de Harvard y al MIT, donde Loureiro, experto en los campos magnéticos del Universo, dirigía un instituto llamado Centro de Ciencia de la Fusión y el Plasma (el cuarto estado de la materia). Neves Valente lo mató con una de las dos pistolas de nueve milímetros que llevaba.
Quienes conocieron al asesino en sus años en Brown lo recuerdan como a alguien amargado e infeliz de vivir en Providence y de estudiar en una universidad que consideraba que se lo ponía “demasiado fácil”. Así lo contó Scott Brown, “básicamente, su único amigo” en la época, en The Wall Street Journal.
Neves Valente abandonó la carrera en 2003 y regresó a Portugal. En 2017 obtuvo la residencia como parte del programa conocido como la “lotería de la diversidad”. Concede anualmente unas 50.000 green cards a los participantes de un sorteo, nacionales de una lista de países con niveles bajos de inmigración a Estados Unidos. El presidente Donald Trump lleva años queriendo acabar con ese programa y el viernes aprovechó el ejemplo de Neves Valente para suspenderlo indefinidamente.
Trump ha demostrado repetidamente que cuando una tragedia de este tipo sucede, siempre encuentra cualquier otra solución al problema antes que la de aumentar el control de las armas. Tampoco es alguien que necesite tener el rompecabezas completo para tomar una decisión tan trascendental como la de acabar con una vía de entrada al país para la inmigración legal.
Pese a que los indicios pintan de Neves Valente el retrato de un hombre atascado en las frustraciones de lo que pudo llegar a ser (un científico de éxito como Loureiro), los investigadores del caso se están mostrando más cautelosos que el presidente a la hora de ofrecer una motivación. Creen saber cómo, pero aún no han establecido por qué Neves Valente cometió unos crímenes que han tenido en vilo esta semana a Estados Unidos.