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La desclasificación parcial y muy censurada de los papeles de Epstein provoca el enfado de las víctimas y denuncias de “encubrimiento”

El Departamento de Justicia recibe críticas por última publicación de documentos, con Trump prácticamente ausente y Clinton en el punto de mira

Son unos 13.000 archivos, más de 100.000 páginas, unas 500 de ellas completamente tachadas. Hay alrededor de 4.000 imágenes y dos palabras que destacan por encima del resto: “Pornografía infanti...

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Son unos 13.000 archivos, más de 100.000 páginas, unas 500 de ellas completamente tachadas. Hay alrededor de 4.000 imágenes y dos palabras que destacan por encima del resto: “Pornografía infantil”. Están escritas a mano en uno de los documentos más sustanciales de la última publicación de los papeles del millonario pederasta Jeffrey Epstein. Divulgados el viernes pasado por el Departamento Justicia de Estados Unidos, tenían que haber sido una desclasificación total que se quedó, otra vez, en parcial. Y con abundantes partes censuradas.

Su publicación ha provocado el enfado de algunas de las víctimas, que hablan de “encubrimiento”, así como las críticas de los congresistas que sacaron adelante la Ley de Transparencia con los Archivos de Epstein, que obligó a la fiscal general, Pam Bondi, a publicar esos nuevos materiales tras meses negándose a hacerlo. La norma le daba 30 días, que se cumplían este viernes

La decepción también abona el terreno para nuevas sospechas y para sus parientes, últimamente no tan lejanas: las conspiranoias. ¿Beneficia la selección de los materiales que dio tiempo a poner a disposición del público a Donald Trump, amigo de Epstein durante 15 años, hasta 2004? ¿Qué se empeña en seguir ocultando su Administración? ¿Cuándo será posible contar con pistas de fundamento sobre el aún misterioso origen de la riqueza del pederasta? ¿Y por qué el archivo EFTA000000468.pdf, que contenía en una esquina una imagen diminuta del joven Trump rodeado de mujeres en bikini con el rostro descubierto, fue difundida primero y desapareció con las horas?

El lote, por más que ingente, no aporta grandes novedades a lo que ya se sabía sobre la historia de, como lo definió en cierta ocasión un juez, “el depredador sexual más peligroso de la historia de Estados Unidos”. Sí hay un buen número de imágenes comprometedoras, aunque no necesariamente incriminatorias, del expresidente Bill Clinton. Y está ese informe del FBI que dice “pornografía infantil”.

Recoge la denuncia de una artista, Maria Farmer, que puso en 1996 en conocimiento de las autoridades que Epstein le robó unas fotos que ella había hecho de sus hermanas, “de 12 y 16 años”, y que creía que después aquel las había vendido.

Los funcionarios del Departamento de Justicia censuraron en el papel conocido este viernes la referencia a una de ellas, como han hecho con las de otras 1.200 víctimas de la red de tráfico sexual del financiero. Pero, a diferencia de casi todas las demás, Annie Farmer (de la que el atestado dice: “Epstein la está amenazando con que si habla quemará su casa”) salió el viernes públicamente a decir que su nombre está bajo esa tachadura. Su hermana mayor celebró, por su parte, que por fin el mundo tenga la prueba de que, tan pronto como hace casi 30 años, ellas plantaron cara al hombre poderoso, una década antes de la primera investigación federal.

El documento no solo es importante porque contribuye a cerrar las heridas personales de Maria Farmer, que definió el viernes como “uno de los días más felices” de su vida (“lloro de alegría, pero también de dolor por todas las demás víctimas a las que el FBI no protegió”, añadió). Lo es también porque sirve a uno de los dos propósitos que persiguen las supervivientes de los abusos del financiero con la desclasificación de sus archivos: arrojar luz sobre los fallos del sistema, que permitió a Epstein abusar durante décadas de centenares de menores con impunidad.

El FBI no investigó entonces al pederasta y a finales de la década siguiente un acuerdo con la fiscalía de Florida permitió que este solo pasara 13 meses en la cárcel por dos delitos de solicitud de prostitución en el primero de los juicios que se siguieron contra él, después de que decenas de menores abusadas declararan que este las reclutaba con el reclamo de hacer de masajistas a cambio de dinero.

Cuando Epstein murió en 2019 en una celda de Manhattan —en lo que el forense certificó como un suicidio— estaba esperando un nuevo juicio. La desclasificación de este viernes (que continuó tímidamente en la mañana del sábado con más expedientes judiciales) se nutre de materiales de esos procesos, así como de otros relacionados con su conseguidora y mejor amiga, Ghislaine Maxwell, que cumple 20 años de cárcel como cómplice en la red de tráfico sexual del financiero. Desde la prisión, Maxwell maniobra para lograr un indulto de Trump.

Otro de los objetivos de la Ley de Transparencia con los Archivos de Epstein es el de descorrer el velo sobre la red de amigos ricos e influyentes del millonario, una lista de nombres que han ido saliendo recurrentemente con las sucesivas difusiones parciales de materiales. En la parte gráfica de la última, repiten el entonces príncipe Andrés de Inglaterra, al que se ve tumbado en el regazo de varias mujeres cuyas caras están tapadas, o Michael Jackson. También salen Mick Jagger, Richard Branson, Walter Cronkite o el exgobernador de Puerto Rico Aníbal Acevedo.

Clinton aparece en 25 imágenes: en un jacuzzi con una mujer con el rostro tachado; sonriente con Epstein; en una piscina con Maxwell, o con una joven en su regazo. Muchas de esas fotos son perturbadoras, pero no permiten concluir que cometiera ningún delito o que tuviera conocimiento sobre los que perpetraba Epstein.

Un portavoz del expresidente emitió el viernes un comunicado que insinuaba que la Administración de Trump lo está usando como “chivo expiatorio”: “La Casa Blanca no ha estado ocultando estos archivos durante meses solo para publicarlos a última hora de un viernes con el fin de proteger a Bill Clinton”, dice el texto. “Esto se trata de protegerse de lo que vendrá después, o de lo que intentarán ocultar para siempre. Así que pueden publicar todas las fotos borrosas de hace más de 20 años que quieran, pero esto no tiene nada que ver con Clinton. Nunca lo ha tenido ni lo tendrá”.

Jess Michaels, temprana víctima de Epstein, habló en The New York Times de “encubrimiento”. “[La última desclasificación] confirma todo lo que hemos estado diciendo sobre la corrupción y la lentitud de la justicia”, declaró. “Si todo está censurado, ¿dónde está la transparencia?”, se preguntó Marijke Chartouni, que denunció abusos sexuales cuando tenía 20 años.

Uno de los archivos más comentados presenta la sucesión de 119 páginas en negro. Corresponden a los materiales del gran jurado en el juicio de 2019, y sirvieron el viernes a Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, para atacar a la Administración de Trump.

Bondi y los suyos se justifican recordando que la ley aprobada por el Congreso les obliga a preservar la intimidad de las víctimas, también la de aquellas que se han convertido en caras visibles de una cruzada por obtener la imagen completa de los crímenes de Epstein y de su red de influencias. La norma también les exige publicar “todos” los documentos que obran en poder del Departamento de Justicia, y con esa parte no cumplieron, aunque el vicefiscal general, Todd Blanche, prometió en una entrevista en Fox News seguir publicando materiales en los próximos días.

Es inevitable sospechar que en la selección de los últimos materiales publicados subyace un cálculo político de la Casa Blanca. De lo que no hay duda es de que esas tachaduras se han convertido en el penúltimo símbolo en un siniestro culebrón cuyo final no llegó este viernes. Para eso las víctimas y la opinión pública tendrán que esperar. Una vez más.

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