Guía para perderse (sí, para perderse) con las amenazas de aranceles de Trump

El presidente de Estados Unidos ha lanzado anuncios contradictorios sobre los impuestos a la importación que quiere aplicar

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el 21 de febrero.FRANCIS CHUNG (Pool/EFE)

Las amenazas de aranceles de Donald Trump no han dejado de ser creíbles, pero sí han dejado de ser fiables. El presidente de Estados Unidos quiere reducir el déficit comercial a golpe de impuestos a las importaciones, pero en su verborrea de comparecencias casi diarias, Trump es capaz de sostener una cosa y la contraria. Atender a cada una de sus indicaciones es probablemente la mejor forma de perderse.

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Las amenazas de aranceles de Donald Trump no han dejado de ser creíbles, pero sí han dejado de ser fiables. El presidente de Estados Unidos quiere reducir el déficit comercial a golpe de impuestos a las importaciones, pero en su verborrea de comparecencias casi diarias, Trump es capaz de sostener una cosa y la contraria. Atender a cada una de sus indicaciones es probablemente la mejor forma de perderse.

De momento, solo hay nuevos aranceles del 10% a una parte de los envíos chinos y parecen haber entrado en vigor un poco por accidente. Sin embargo, hay amenazas a diestro y siniestro por motivos diversos que se entrecruzan entre sí. La incertidumbre e inseguridad sobre su política comercial ha empezado a pasar factura a la economía. Las expectativas de inflación han aumentado y la confianza de los consumidores se ha deteriorado.

“Arancel” sigue siendo una de las palabras favoritas de Trump, aunque de ser la preferida la haya degradado por debajo de “Dios”, “religión” y “amor”. De tanto usarla como amenaza, sin embargo, empieza a estar un poco gastada antes de haber empezado a aplicarla siquiera. De la mano del proteccionismo trumpista, el mundo se acerca a la mayor guerra comercial en muchas décadas. Eso, claro está, si las amenazas van en serio.

En la dialéctica de Trump se superponen aranceles a países con otros destinados a productos, a veces por razones económicas y en otras ocasiones, políticas. Con frecuencia da la impresión de que usa la amenaza arancelaria como arma de negociación para obtener concesiones. Estos son algunos de los frentes abiertos por Trump en su ofensiva.

México y Canadá

Estados Unidos tiene con sus dos vecinos un tratado de libre comercio que fue negociado por el propio Trump en su anterior mandato, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC o UMSCA). Sin embargo, el déficit comercial con ambos países, especialmente con México, se ha disparado en los últimos años. Trump amenazó en campaña con aranceles a los coches mexicanos, pero cuando lanzó un ultimátum más en serio fue después de ganar las elecciones. Dijo que impondría aranceles del 25% a todos sus productos el primer día si México y Canadá no frenaban el tráfico de fentanilo y la entrada de inmigrantes.

Llegó el primer día y Trump dijo que aplicaría los aranceles el 1 de febrero. Unos días antes de esa fecha, la agencia Reuters publicó que Trump planeaba retrasar los aranceles un mes, hasta marzo, y la Casa Blanca lo desmintió rotundamente y dijo que los aranceles se aplicarían el 1 de febrero. Llegó ese día y las mercancías seguían circulando libremente. Esa tarde, Trump firmó un decreto para que los aranceles se aplicasen desde el 4 de febrero, provocando un terremoto en los mercados. Sin embargo, luego Trump habló con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y a cambio de unas concesiones menores, aplazó los aranceles un mes, hasta el 4 de marzo.

Esta semana, Trump ha insistido varias veces en que la fecha seguía en pie, pero llegó la primera reunión de su Gabinete, este miércoles, y dijo a la vez eso y lo contrario: que la aplicación sería desde el 2 de abril. “No voy a detener los aranceles”, dijo primero, antes de describir cómo creía que Estados Unidos había sido víctima de años de maltrato por parte de sus vecinos. Y luego le preguntaron cuándo entraban en vigor y contestó: “El 2 de abril”. El peso mexicano y el dólar canadiense reaccionaron al alza. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, trató de intervenir para aclarar la situación, pero al final no quedó del todo claro si los aranceles a México y Canadá se aplazan otro mes o si Trump se estaba liando con algunos otros de sus aranceles.

Este jueves, el propio Trump trató de deshacer el lío. Aseguró que los impuestos a los productos mexicanos y canadienses se aplicarán desde el 4 de marzo y que el 2 de abril es para lo que llama aranceles recíprocos. Aun así, habrá que esperar a ver qué ocurre de aquí al martes.

China

En campaña, Trump prometió imponer aranceles del 60% a todos los productos chinos. En cambio, pasadas las elecciones, amenazó a sus aliados y socios México y Canadá con un 25% y a China, con un 10%. El trámite siguió el mismo camino que el de esos otros dos países, con la diferencia de que Trump dijo que iba a hablar con Xi Jinping (aparentemente para aplazar los aranceles a cambio de concesiones sobre el fentanilo) y da la impresión de que el presidente chino no se prestó a la maniobra. Los aranceles entraron en vigor, pero las aduanas estadounidenses no estaban preparadas para aplicarlos, así que se colapsaron. Trump tuvo que dar marcha atrás y eximir a la mayor parte de los envíos, los de menos de 800 dólares de plataformas como Temu y Shein. Ahora, tras su metedura de pata con México y Canadá, anuncia otro 10% de aranceles a los productos chinos desde el martes 4 de marzo.

Unión Europea

Trump tiene a la Unión Europea en el punto de mira desde su primer mandato. Equivocadamente, considera que el IVA es una medida proteccionista y discriminatoria frente a los productos estadounidenses y la culpa del déficit en los intercambios de bienes (que en gran medida se ve compensado en la balanza de servicios).

El presidente señaló específicamente a la UE y al IVA cuando anunció lo que denomina aranceles recíprocos. Aunque rompe con las reglas de la Organización Mundial de Comercio y su cláusula de nación más favorecida, el principio es sencillo: poner a los otros países los mismos aranceles que le ponen a Estados Unidos. Suena justo. Sin embargo, cuando en la coctelera se meten toda clase de elementos subjetivos y se interpreta el IVA como lo que no es, el resultado puede ser cualquiera.

De hecho, antes de esperar a los cálculos, Trump ya dijo el miércoles que los aranceles a la Unión Europea serán del 25%. En su decreto de comercio recíproco, Trump hablaba de países, no de bloques comerciales. De nuevo, no está claro del todo si el 25% se refiere a un arancel general o si es para aquellos productos a proteger que ha identificado, como aluminio, acero, automóviles, semiconductores y productos farmacéuticos y a los que dijo que aplicaría esa tarifa.

Su animadversión hacia la UE quedó clara el miércoles: Trump dijo que consideraba que era “un caso diferente” a otras situaciones porque consideraba que el grupo se había “creado para joder a Estados Unidos”. “Realmente se han aprovechado de nosotros de una manera diferente”, dijo.

Trump también aprobó un decreto en el que amenaza a los países que tienen una tasa Google (entre ellos España) con represalias comerciales y fiscales. Incluso agita la amenaza de aranceles sin concretar a la Unión Europea (y también al Reino Unido) si exigen a las redes sociales políticas de moderación de contenidos que combatan la desinformación y el discurso de odio.

Aranceles recíprocos

Los mal llamados aranceles recíprocos no son solo para los países de la UE, sino para todo el mundo. Estados Unidos tendrá en cuenta no solo los niveles tarifarios, sino también las barreras no arancelarias, incluidas las regulatorias, monetarias, fiscales o de otro tipo. Lutnick se ha comprometido a tener los cálculos listos para el 1 de abril, aunque Trump prefiere actuar a partir del 2 de abril porque el 1 es el día de las inocentadas.

Aluminio y acero

Trump ha aprobado aranceles generalizados del 25% al aluminio y al acero que, en principio, entran en vigor el 12 de marzo. En su primer mandato, también gravó esos productos. El presidente ha dado a entender que esos aranceles se superpondrían a los que correspondan a cada país. De ese modo, por ejemplo, el acero y aluminio mexicanos llegarían a estar hipotéticamente gravados con un 50%. Para otro metal, el cobre, y sus derivados, Trump ha ordenado abrir una investigación para estudiar si impone también aranceles.

Coches, chips y farmacia

El 25% parece la cifra mágica arancelaria de Trump. También ha amenazado con esos impuestos a la importación de coches, semiconductores y productos farmacéuticos. No está claro cuándo entran en vigor, si recogen excepciones ni si se superponen a otros aranceles geográficos, como los recíprocos o los previstos para México y Canadá.

Petróleo y gas

Trump anunció desde el Despacho Oval de la Casa Blanca que aprobaría aranceles al petróleo y el gas el 18 de febrero, una de esas fechas que de vez en cuando lanza de forma algo arbitraria sin que quede claro a qué obedecen. Llegó el 18 de febrero y no pasó nada. Trump apenas ha vuelto a hablar de aranceles al petróleo y el gas.

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