La ONU teme que el veto israelí a la agencia para los refugiados palestinos agrave la crisis en Gaza

EE UU defiende la prohibición “soberana” de su aliado, desde este jueves, a una institución con mandato de Naciones Unidas que distribuye la mitad de la ayuda en la Franja

Dos mujeres, en el centro de salud del campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este, que depende de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).Luis de Vega

El motor de la máquina trituradora de papel resuena en las oficinas ya casi desiertas de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés) en Jerusalén Este, bajo ocupación israelí, cuyas autoridades ...

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El motor de la máquina trituradora de papel resuena en las oficinas ya casi desiertas de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés) en Jerusalén Este, bajo ocupación israelí, cuyas autoridades han anunciado la prohibición de esta institución a partir de este jueves. En las últimas semanas, se ha sacado numerosa documentación, se ha digitalizado el archivo y muchos otros papeles han sido destruidos, como los que salen de la máquina con aspecto de espaguetis blancos antes de ser introducidos en bolsas de basura negras. “Ni en mis peores pesadillas quería ver esto”, lamenta entre lágrimas, mientras mete objetos personales en una caja de cartón, una europea empleada desde hace casi dos décadas en el organismo y que no está autorizada a dar su nombre.

La nueva legislación aprobada hace tres meses en el Parlamento israelí prevé diversas prohibiciones que entran en vigor el 30 de enero, tanto en su territorio como en el palestino, sobre esta institución de la ONU, principal soporte de millones de palestinos en la región. Todo, en plena guerra de Gaza, donde la UNRWA distribuye la mitad de la ayuda para hacer frente a la emergencia humanitaria, según datos de la propia agencia. Este miércoles, el Tribunal Supremo de Israel ha rechazado la solicitud de medidas cautelares presentada por la ONG de derechos humanos Adalah, que intenta impugnar la prohibición aprobada en el Parlamento.

La medida israelí será “desastrosa” y “pondrá en peligro la respuesta humanitaria internacional” en un momento en que “debe aumentarse significativamente” para no “empeorar las ya catastróficas condiciones de vida de millones de palestinos”, señaló este martes ante el Consejo de Seguridad de la ONU el máximo responsable de la UNRWA, Philippe Lazzarini. En su intervención, recordó que el mandato que cumplen, que abarca también sanidad y educación, es intransferible; no está en manos de Israel, sino de Naciones Unidas.

“No sabemos si al personal de la UNRWA se le va a prohibir realizar operaciones de tipo humanitario. Estamos ante un juego de adivinanzas, como una gran sombra sobre lo que va a suceder en los próximos días”, comenta Jonathan Fowler, uno de los portavoces de la agencia, a EL PAÍS, en Jerusalén. Destaca que es la UNRWA la que en estos primeros días de alto el fuego ha logrado mover alimentos para casi un millón de personas, así como mantas y miles de tiendas de campaña, “lo que la población necesita para vivir y salir adelante en su tierra”. Los muertos en Gaza durante la contienda desatada en octubre de 2023 ascienden oficialmente a más de 47.000, la mayoría mujeres y niños, pero la ONU cree que esa estimación es aproximadamente un 40% a la baja, según datos expuestos este martes por Lazzarini.

Maha Adel Mhesin, de 58 años, sostiene a su nieto Ahmed, de un mes, en el centro de salud del campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este.Luis de Vega

La nueva Administración estadounidense liderada por el presidente Donald Trump, principal aliado del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha apoyado la medida de acabar con la UNRWA. Se trata de una “decisión soberana” de Israel que EE UU “apoya”, ha afirmado desde la sede de Naciones Unidas la representante de ese país norteamericano, Dorothy Shea, que ha dado a entender que hay otras vías alternativas de asistir a los palestinos.

Por un lado, el Parlamento de Israel ordena el cierre de las instalaciones en Jerusalén; por otro, prohíbe todo contacto del personal de la agencia con las autoridades del Estado judío. De esta forma, la medida que está a punto de implementarse, si nada lo impide a última hora, llega en un momento crítico, con la población de Gaza sacudida por la crisis más crítica de su historia y por la guerra, pese al alivio de la tregua que está en vigor desde hace una decena de días y que, según Lazzarini, tiene en la UNRWA un pilar importante en su mantenimiento.

Esa imposibilidad de interactuar con los israelíes, una medida en forma de “nebulosa”, poco concreta y que la ONU no sabe cómo se va a aplicar, arroja serias dudas sobre la atención que reciben cientos de miles de habitantes de la Franja. Así lo sostiene el portavoz Fowler en las oficinas de la agencia en Jerusalén Este. La medida, entiende, también deja en el aire la presencia de la institución en Cisjordania, asimismo ocupada por militares israelíes y colonos judíos y donde la violencia ha aumentado coincidiendo con el alto el fuego en la Franja. Fowler no duda de que estamos ante un ataque al “multilateralismo” por parte de Israel.

Hasta 5.000 empleados de los 13.000 de que dispone la UNRWA en Gaza están directamente implicados en la logística humanitaria, según Fowler. Él es uno de los últimos en trasladarse a Amán, capital de la vecina Jordania, una vez que este miércoles han expirado los visados que les concede la Administración israelí y que varios autobuses evacuen a los trabajadores extranjeros. La mayoría de empleados son locales, tanto en Jerusalén como en el resto de Palestina, pero el veto les afecta también a ellos aunque no tengan que irse.

“No tenemos nada que esconder” comenta Fowler delante de las bolsas de papel triturado, pero se hace “por precaución”, añade sin ocultar el temor a que en breve las instalaciones en las que se encuentra sean asaltadas. No importa que dependan de Jordania, a cuya administración la ONU paga un “modesto” alquiler desde 1951 y sobre las que Israel no ha empezado a presionar hasta hace poco.

Un vendedor en el campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este. Luis de Vega

Por eso, no es raro que el grupo de atacantes y alborotadores israelíes que lleva meses impulsado por el vicealcalde de la ciudad, Arieh King, hostigando las instalaciones y al personal de la UNRWA en Jerusalén Este, haya convocado una manifestación para la mañana del jueves, cuando ya deberían estar vacías las oficinas. King ha anunciado que el acto servirá para escenificar la “victoria” frente a una organización “nazi”, como califica a la UNRWA, informa Efe.

“Las asaltarán”, prevé la trabajadora extranjera recordando la violencia envuelta en una impunidad desplegada especialmente durante la presente contienda. El Ayuntamiento tiene entre manos levantar en la parcela una promoción de viviendas con las que afianzar la ocupación de Jerusalén Este.

Solo en esta ciudad hasta 70.000 personas, gran parte población vulnerable, se beneficia de la sanidad gratuita de la UNRWA. En cuanto a los colegios para niños de hasta 14 años o la escuela de formación profesional de Kalandia, han decidido que cierren por seguridad hasta el domingo. A partir de entonces desconocen si podrán seguir operando o qué tipo de presión o actuación habrá por parte de Israel. “¿Mandarán a policías a cerrar la verja? No tenemos ni idea”, señala el portavoz.

El Estado judío apoya su veto en la acusación de “terrorismo” sobre una docena de gazatíes de la UNRWA, de los 33.000 trabajadores de la agencia, que no acepta esos argumentos al considerarlos, en parte, infundados.

En medio de un clima lúgubre y de indignación contenida, los pocos trabajadores que quedan deambulan de un lado para otro sacando sus pertenencias de los despachos de la sede jerosolimitana. La citada empleada extranjera se toma varios minutos para pasar por la trituradora decenas de sus tarjetas personales con el membrete y el logotipo de la UNRWA que ha sacado del cajón de su escritorio. “No quiero que se quede aquí nada mío”, señala mientras ofrece a sus compañeras palestinas una planta que lleva años cuidando y que no puede llevarse. Sí descuelga para que la acompañen, sin embargo, dos pósteres enmarcados en los que aparecen dibujos de los tiempos del mandato británico, previo a la creación del Estado de Israel en 1948, en donde se lee “Visite Palestina”.

"Ya no nos disparan": El Programa Mundial de Alimentos celebra la entrega de ayuda humanitaria a Gaza

La directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (WFP) de Naciones Unidas, Cindy McCain, ha pasado unos días intensos de reuniones en Bruselas para recordar que la organización humanitaria más grande de mundo necesita fondos para seguir repartiendo alimentos de emergencia en las crisis que se multiplican por el planeta: desde Siria a Sudán, desde Haití a Goma y, por supuesto, Gaza. Este es uno de los puntos más negros de los últimos tiempos, aunque, con el inicio del alto el fuego entre Israel y Hamás, empiezan, por fin, a llegar noticias alentadoras: más de 600 camiones de ayuda humanitaria han logrado entrar cada día desde el comienzo de la tregua la semana pasada y, lo más importante, subraya McCain en un encuentro con EL PAÍS en Bruselas, de forma segura.

“Estamos trasladando comida a gran escala, que era algo que no podíamos hacer antes del alto el fuego. Y no nos han saqueado, no nos han apuntado con armas. No se ha disparado contra nuestros camiones. Y eso es muy importante, porque temíamos que no fuera a funcionar”, celebra McCain, que revela que justo antes de la tregua estuvo a punto de ordenar parar el envío de ayuda a Gaza, porque era “demasiado peligroso”. 

Según datos del WFP, en la primera semana de tregua se ha logrado transportar ayuda —desde paquetes de alimentos a comidas calientes o ayuda en efectivo para “necesidades básicas”— a más de 330.000 personas en Gaza. Son 10.130 toneladas de alimentos desde el alto el fuego. Si este se mantiene, la agencia humanitaria espera poder llegar a un millón de personas al mes durante los tres próximos meses. 

Con todo, advierte McCain, su agencia necesitará fondos para seguir funcionando no solo en Gaza, también en Cisjordania —donde se prepara para proporcionar alimentos a casi 4.000 personas en Yenín y ayudas económicas a casi 13.000 desplazados por las “operaciones militares” israelíes— y en otras crisis de la región y de otros puntos del planeta. Solo para mantener “a flote” sus operaciones en Gaza y Cisjordania los próximos seis meses —y la cosa va para largo, advierte McCain— el WFP necesitará 300 millones de dólares. Todo ello en momentos en que uno de los grandes donantes, Estados Unidos, está revisando parte de su ayuda internacional, lo que ha puesto en vilo a toda la comunidad humanitaria. Por ello, la jefa de la organización está dispuesta a tocar todas las puertas de Bruselas.

Una madre sale junto a dos de sus hijos del centro de salud del campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este, que depende de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).Luis de Vega

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