La ciudad de Buenos Aires recupera la “presencialidad plena” en las aulas ante el descenso de casos de coronavirus
Casi 300.000 alumnos de la capital de Argentina se reencuentran tras un año y medio de restricciones
Por primera vez en 521 días, los alumnos de primaria de la ciudad de Buenos Aires volvieron este martes a compartir las aulas. A principios de agosto se habían reencontrado los estudiantes de secundaria y la que viene les tocará a los más pequeños. La vuelta a la nueva normalidad de unos 290.000 alumnos en la capital de Argentina se da en medio de un descenso progresivo de contagios y fallecidos por covid-19 y a menos de un mes de las elecciones primarias.
En la entrada de las escuelas, algunos niños dudaban entre chocar ...
Por primera vez en 521 días, los alumnos de primaria de la ciudad de Buenos Aires volvieron este martes a compartir las aulas. A principios de agosto se habían reencontrado los estudiantes de secundaria y la que viene les tocará a los más pequeños. La vuelta a la nueva normalidad de unos 290.000 alumnos en la capital de Argentina se da en medio de un descenso progresivo de contagios y fallecidos por covid-19 y a menos de un mes de las elecciones primarias.
En la entrada de las escuelas, algunos niños dudaban entre chocar los nudillos o abrazar a compañeros que no veían desde el 20 de marzo de 2020, cuando el presidente argentino, Alberto Fernández, ordenó suspender las clases presenciales ante la aparición de los primeros casos de coronavirus en el país. Salvo unas pocas escuelas rurales, ningún estudiante de Argentina volvió a pisar las aulas ese año y su educación continuó, con grandes desigualdades, de forma virtual.
La enseñanza presencial comenzó a recuperarse en el curso escolar 2021, cada provincia a un ritmo distinto y con fuertes debates dentro y fuera de las escuelas. En Buenos Aires, gobernada por el alcalde opositor Horacio Rodríguez Larreta, las clases presenciales en horario reducido se mantuvieron incluso cuando comenzó la segunda ola, en abril, y Fernández había ordenado que los alumnos volviesen a estudiar desde sus casas. La decisión de Rodríguez Larreta, respaldada por un fallo judicial, dividió a la comunidad educativa entre quienes defendían la necesidad de los niños de concurrir a las aulas —en sintonía con el gobierno porteño— y quienes advertían que aumentaría los contagios en un momento en el que el sistema sanitario estaba cerca del colapso —al igual que el Gobierno nacional.
A diferencia de entonces, el regreso a la “presencialidad plena” puesto en marcha este mes tiene a su favor la situación sanitaria y la aprobación de todas las fuerzas políticas. Este lunes se confirmaron 3.636 casos nuevos y 64 fallecimientos en todo el país, la cifra más baja de muertes y contagios desde el inicio de la segunda ola, cuatro meses atrás. En Buenos Aires, hubo un único residente fallecido y 329 nuevos contagios. La ocupación de camas de unidades de terapia intensiva en el sistema público de salud, que superó el 80% en el peor momento de la pandemia, es hoy del 21,5%.
La campaña de vacunación ha contribuido a la mejora del panorama sanitario —casi un 60% de la población de Argentina ha recibido una dosis y el 22,7% las dos—, pero las autoridades temen el efecto que pueda tener la expansión de la variante delta. Con el país cerrado al turismo extranjero y con grandes restricciones y controles también para los viajes al exterior de nacionales y residentes, la nueva variante, más contagiosa, no tiene por ahora circulación comunitaria en el país.
Pese a la recuperación del horario y el tamaño de los grupos, las escuelas han cambiado. Los alumnos tienen que permanecer con la mascarilla puesta en todo momento, excepto durante el horario de desayuno y almuerzo. Se les toma la temperatura al entrar en la escuela y se les rocían las manos con alcohol diluido en agua. En el recreo, siguen prohibidos los juegos que implican contacto físico entre los niños. Los psicólogos advierten del grave impacto de la pandemia en las nuevas generaciones, no solo en el corto plazo —con trastornos de sueño y alimentarios, entre muchos otros— sino también en el largo plazo.
En la capital argentina, el último escalón educativo que falta para sumarse a la nueva normalidad es el universitario, que se mantiene por ahora de forma virtual. En otras provincias, en cambio, la situación varía. Algunas se habían adelantado ya a la presencialidad plena, mientras que otras, como la provincia de Buenos Aires y parcialmente en la de Córdoba, mantienen un sistema mixto con clases presenciales y online.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.