Claves de las reñidas elecciones presidenciales que dividen Perú

Pedro Castillo y Keiko Fujimori se disputan en segunda vuelta el voto de 25 millones de electores tras una de las campañas más polarizadas de la historia del país andino

Madrid -
Los candidatos presidenciales Pedro Castillo y Keiko Fujimori, tras el debate celebrado el pasado 30 de mayo, en Lima.SEBASTIAN CASTANEDA (Reuters)

Más de 25 millones de peruanos están llamados este domingo a las urnas para elegir en segunda vuelta al nuevo presidente del país. Después de años de inestabilidad política, con seis de sus siete últimos presidentes acusados de corrupción, Perú se enfrenta a una elección entre dos candidatos opuestos en el espectro político-ideológico, pero ambos conservadores en lo social. Tras una primera vuelta sin claro favorito, el izquierdista Pedro Castil...

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Más de 25 millones de peruanos están llamados este domingo a las urnas para elegir en segunda vuelta al nuevo presidente del país. Después de años de inestabilidad política, con seis de sus siete últimos presidentes acusados de corrupción, Perú se enfrenta a una elección entre dos candidatos opuestos en el espectro político-ideológico, pero ambos conservadores en lo social. Tras una primera vuelta sin claro favorito, el izquierdista Pedro Castillo, maestro de profesión, emergió en primer lugar con un 19% de los sufragios. Le siguió Keiko Fujimori, heredera política de su padre, el expresidente Alberto Fujimori, que alcanzó un 13% de apoyo por parte de los electores.

¿Quiénes son los candidatos a la presidencia? Por un lado, la líder del fujimorismo, Keiko Fujimori, intenta por tercera vez alcanzar el poder. Por otro, el maestro rural Pedro Castillo desafía el statu quo del país con el lema: “Basta ya de pobres en un país rico”. El también sindicalista, que concurre con el partido Perú Libre, nació en Cajamarca, una de las regiones andinas más pobres de Perú, hace 51 años. Se asomó al escenario político en 2017 durante una multitudinaria protesta de docentes para exigir subidas salariales, que paralizó las escuelas de casi todo el país durante 75 días. Castillo estuvo al frente de las movilizaciones y disfrutó entonces de un repunte de popularidad. Después cayó en el olvido hasta poco antes de la primera vuelta electoral.

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Por su parte, Keiko Fujimori, de 46 años, es un fruto de las élites políticas de Lima, su ciudad de origen. Líder de la formación derechista Fuerza Popular, la excongresista se presenta como la “mano dura” que salvará a Perú. Sin embargo, se enfrenta a una investigación judicial sobre las aportaciones de la constructora Odebrecht a su campaña electoral de 2011. La Fiscalía de Lavado de Activos de Perú la acusó en 2018 de blanqueo de dinero, organización criminal y obstrucción a la justicia, y solicitó una condena de 30 años y 10 meses de cárcel. Fujimori pasó 18 meses en prisión preventiva, entre octubre de 2018 y mayo de 2020, por los indicios que apuntan a que pudo cometer esos delitos.

¿Qué defienden los contrincantes? Tras una campaña extremadamente polarizada, Castillo y Fujimori llegan a las puertas de la segunda vuelta prácticamente empatados. Aunque el profesor sigue a la cabeza de las encuestas, la líder del fujimorismo ha conseguido recortar una diferencia que llegaba a los 20 puntos a mediados de abril. Con propuestas diametralmente opuestas, ambos candidatos han logrado inculcar en sus seguidores la idea de que su rival es un peligro para la democracia.

Castillo defiende, desde posiciones de izquierda radical, un Estado fuerte, el fin de los monopolios privados y acabar con “la explotación laboral”. Ya ha prometido nacionalizar el yacimiento de gas natural de Camisea, el proyecto energético más importante del país. También quiere aumentar el presupuesto público en Sanidad y asegura que subirá el de Educación hasta el 10% del PIB, medidas consideradas imposibles por sus detractores.

Simpatizantes del candidato a la Presidencia de Perú Pedro Castillo se congregan para el cierre de su campaña el 6 de junio, en Lima.Stringer (EFE)

Para parte del electorado, Fujimori es sinónimo de continuismo. Ha prometido “mano dura” contra la delincuencia y no ha ocultado su intención de otorgar el indulto a su padre, condenado a 25 años de cárcel por delitos de corrupción y crímenes de lesa humanidad, además de por otros actos delictivos cometidos durante sus mandatos (1990-2000) en los que se perpetraron graves violaciones de los derechos humanos. Sus seguidores difunden la idea de que Castillo implantará el comunismo en Perú.

La oposición entre los dos rivales también es geográfica. Mientras Fujimori gana fuerza en las grandes ciudades, Castillo domina en las zonas rurales. Además, ambos arrastran una gran cantidad de votos por el rechazo a su oponente.

Conservadurismo social. Aunque defiendan políticas radicalmente opuestas en otros ámbitos, tanto Castillo como Fujimori mantienen un perfil conservador en materia social. El profesor se ha manifestado en repetidas ocasiones contra el enfoque de género en los planes de estudio escolares así como su negativa a legislar sobre el aborto y sobre la muerte digna. Fujimori se opone al matrimonio igualitario y se proclama defensora de la familia tradicional para explicar que no le interesa promover ni reconocer los derechos de la población LGTBI. El aborto no lo acepta ni siquiera en casos de violación.

¿Quiénes apoyan a los candidatos? La derecha ha cerrado filas con Keiko Fujimori. Un grupo de exministros del régimen de su padre, que en 1992 lideró un autogolpe que lo mantuvo en el poder hasta el año 2000, declaró su apoyo a la excongresista. También destaca el respaldo del premio Nobel de Literatura de 2010, Mario Vargas Llosa, que en 1990 perdió los comicios contra Alberto Fujimori. A ellos se suma el espaldarazo de diversos futbolistas y otros deportistas populares en el país.

Cierre de campaña de la candidata Keiko Fujimori, este viernes, 4 de junio. NALDY GOMEZ / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO (Europa Press)

Castillo, por su parte, además del respaldo de la izquierdista moderada Verónika Mendoza, ha logrado sumar el apoyo de más de 50 científicos peruanos, entre ellos el matemático Harald Helfgott. En una carta abierta, los académicos plantean a Castillo la necesidad de ampliar la infraestructura y los recursos humanos en las universidades públicas “para masificar el acceso a la universidad pública, gratuita y de calidad”.

¿Qué mensajes han transmitido los candidatos en la recta final de la campaña? En los últimos días, Pedro Castillo ha intentado moderar su discurso y abandonado algunas de sus propuestas para la primera vuelta, como la pena de muerte para algunos delincuentes y los condenados por corrupción y su rechazo al matrimonio igualitario. Para tranquilizar a quienes le acusaban de querer imponer un régimen autoritario, el sindicalista firmó un compromiso de respeto a los tratados internacionales y los derechos de las minorías, y garantizó que promoverá una asamblea constituyente, pero siguiendo las reglas de juego vigentes.

Fujimori se ha pasado las últimas semanas disculpándose por los errores del pasado. En el último debate con Castillo reconoció que, por ser la hija de Alberto Fujimori -condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad y corrupción- no podía fallarle a los peruanos. Días después se disculpó por el trabajo parlamentario de su partido en la pasada legislatura: “No estuvimos a la altura”. En Arequipa, Fujimori también firmó un compromiso democrático en el que asegura que respetará el marco democrático.

La pandemia y la economía, las dos preocupaciones más acuciantes. Perú es el país del mundo con más muertos por coronavirus por cada 100.000 habitantes. En total, 180.764 personas han fallecido por esa causa en un país con 32,5 millones de habitantes. La economía peruana disfrutó de 20 años de crecimiento hasta que se desplomó -perdió un 11% de su PIB- por la pandemia en 2020. Ahora, muchos electores esperan un giro en el modelo económico, aunque no sean partidarios de un cambio radical. En los últimos días, mientras Fujimori reforzaba su idea de la “mano dura”, Castillo buscaba reclutar para su campaña a más colaboradores de perfil técnico capaces de hacer frente a una gestión de la pandemia que “no cometa los mismos errores” en los que se ha incurrido hasta ahora.


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