La termoeléctrica de Morelos tensa el homenaje de López Obrador a Zapata
La oposición de algunos movimientos sociales enturbia la participación del presidente mexicano en el centenario de la muerte del héroe revolucionario
El espíritu de Emiliano Zapata no ha descansado en paz el día del centenario de su muerte. Las conmemoraciones en honor al líder revolucionario se han convertido en un tira y afloja entre el presidente Andrés Manuel López Obrador, gran admirador de su legado, y algunos movimientos sociales descontentos con las políticas de la Administración de izquierdas, entre ellas la puesta en marcha de una central termoeléctrica. La tensión ha obligado al Gobierno a cambiar el lugar de la celebración oficial de este miércoles. Los críticos se concentraron en la localidad de Chinameca, en el municipio de Ayala, donde el 'Caudillo del sur' fue asesinado y en Cuautla, donde reposan los restos, mientras que el presidente ha acudido a Cuernavaca, la capital del Estado de Morelos, alejada de la ruta zapatista y de las protestas.
López Obrador ha expresado hasta la saciedad su apego y admiración por Emiliano Zapata, a quien ha tildado de “dirigente social extraordinario” en el evento de este miércoles. Esta es una figura clave de lo que el presidente llama la “tercera transformación”, predecesora de la autodenominada “cuarta transformación” que el político dice encabezar. El 12 de enero, firmó un decreto oficial para dedicar 2019 a la memoria de Zapata, bajo el lema “Tierra y libertad”.
Desde entonces, la reivindicación de Zapata por parte de López Obrador ha sido cuestionada por varias organizaciones sociales de izquierdas. En febrero, el presidente convocó una consulta sobre una polémica central termoeléctrica, situada a pocos kilómetros del mausoleo de Zapata, en Cuautla. El mandatario pasó de oponerse a su puesta en marcha a apoyarla tras su llegada al poder. El cambio de postura le valió las críticas de los opositores al proyecto, preocupados por su impacto medioambiental. El asesinato, aún sin resolver, del activista opositor al proyecto Samir Flores caldeó aún más el ambiente a pocos días del plebiscito.
Ambos hechos cayeron como una bomba en una región que votó masivamente por el presidente en julio pasado y que ahora, en parte, le da la espalda. Amilcingo, el pueblo del que era originario el activista asesinado, declaró a López Obrador “persona non grata”. En Chinameca, la hacienda donde el líder revolucionario fue traicionado y asesinado a escopetazos, el desfile tradicional ha estado acompañado por gritos contra la termoeléctrica y peticiones para que se haga justicia con Samir Flores, cuyo caso sigue abierto sin que haya trascendido detención alguna. “Andrés Manuel, no somos conservadores radicales”, rezaba un cartel en referencia a la etiqueta que el presidente utiliza con frecuencia para descalificar a los que se le oponen.
“La intención de López Obrador era venir a Chinameca como se hace habitualmente, pero por su cambio de parecer en el Proyecto Integral Morelos [del que forma parte la termoeléctrica] y por el desdén con el que trató el asesinato de Samir Flores, varios pueblos dijimos que no sería bien recibido”, explica Juan Carlos Flores, miembro del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y del Agua (FPDTA), la organización campesina a la que pertenecía el activista asesinado. Además del FPDTA, también han acudido representantes del Congreso Nacional Indígena y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), organizaciones muy críticas con el mandatario, incluso antes de la elección, y que han reclamado la cancelación de la central energética.
En paralelo a estos actos, López Obrador ha protagonizado el oficial en territorio seguro: Cuernavaca, capital de Morelos, Estado gobernado por uno de sus aliados electorales, el conservador Partido Encuentro Social. Rodeado de todos los miembros del Ejecutivo, el mandatario ha reivindicado su promesa de cambio, de tintes nacionalistas. “Durante el predominio de la política neoliberal (...) se promovió de manera deliberada el que se olvidara nuestra historia”, ha dicho. El mandatario ha encomendado la “recuperación” de la memoria histórica a un consejo asesor que encabeza su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller.
El presidente ha aprovechado su visita a esta importante región agrícola para anunciar la extensión del programa de subvenciones a los productores de caña y la distribución “directa” de las ayudas sin que estas pasen por las organizaciones campesinas, a quienes ha echado en cara su corrupción. “Nada de que yo soy del Movimiento campesino independiente Emiliano Zapata y dame a mí el dinero que yo lo voy a entregar. No, primo hermano, eso ya se acabó”, ha ironizado.
La división en torno a las conmemoraciones también ha alcanzado a la familia del líder revolucionario. Jorge Zapata, nieto del general y uno de los rostros más visibles de una vasta descendencia, ha pasado de llamar a “cerrar filas” con López Obrador en enero a criticar abiertamente decisiones como la puesta en marcha de la termoeléctrica. “Más que traicionado, me siento decepcionado”, dijo el martes, al anunciar que no acudiría al acto oficial. Otra parte del árbol genealógico, que asegura ser mayoría, rechaza la postura de Jorge Zapata. “No representa a la familia”, responde la bisnieta Lizeth Castro, que sí ha acudido al acto de López Obrador junto a varias decenas de descendientes. “Estamos empezando el Gobierno de la Cuarta Transformación y tenemos la confianza de que vamos a ver resultados en favor de los campesinos”.
Frente a los opositores, el discurso oficial de las autoridades ha sido uno de mano tendida y cautela. Mes y medio después de la votación mayoritaria en favor de la termoeléctrica, el Gobierno todavía no ha desvelado cuándo empezará a funcionar y López Obrador tampoco ha hecho ninguna referencia este miércoles. “Parte del movimiento campesino ha expresado su desconfianza válida con algunas medidas. Hay un diálogo abierto con ellos”, dice Pedro Salmerón, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y coautor de Tierra y Libertad. Breve historia del zapatismo. Sobre la oposición del EZLN, Salmerón, que también ha acudido a la celebración oficial, defiende que “no hay pleito”. “Ellos a lo mejor tienen más prisa que nosotros, pero están defendiendo los principios zapatistas como lo está haciendo también el Gobierno”, zanja.
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