Washington pide a Madrid que acoja a un radical libanés

El Ministerio de Exteriores aún no ha dado una respuesta definitiva porque está estudiando el caso

El presidente de EE UU, Donald Trump, el 22 de febrero de 2019 en el despacho Oval.MANDEL NGAN (AFP)

Al Gobierno español no le consta que exista ningún ciudadano con esta nacionalidad entre los 800 yihadistas europeos capturados en Siria que Estados Unidos urge a repatriar. Pero eso no impide a los responsables de Washington formular peticiones concretas. Las autoridades españolas han recibido la solicitud de EE UU de acoger a un libanés al que su país se resiste a admitir. El Ministerio de Exteriores aún no ha dado una respuesta d...

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Al Gobierno español no le consta que exista ningún ciudadano con esta nacionalidad entre los 800 yihadistas europeos capturados en Siria que Estados Unidos urge a repatriar. Pero eso no impide a los responsables de Washington formular peticiones concretas. Las autoridades españolas han recibido la solicitud de EE UU de acoger a un libanés al que su país se resiste a admitir. El Ministerio de Exteriores aún no ha dado una respuesta definitiva porque está estudiando el caso, explican fuentes de este Departamento.

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El nexo con España de ese yihadista es, en principio, inexistente. Se trata de un hombre de origen libanés condenado a 10 años de prisión en Estados Unidos por cometer actividades terroristas. Cuando cumplió su pena, la Administración de Donald Trump inició los trámites para expulsarlo, pero se encontró con que el país de origen del condenado rehusaba hacerse cargo de él. Fue entonces cuando los estadounidenses pidieron la colaboración de España, que, al contrario que sus grandes socios europeos, no tiene a ningún yihadista en la remesa de la que quiere zafarse Trump.

Si el Gobierno de Pedro Sánchez se decidiera a asumir la responsabilidad, debería facilitar a esa persona como mínimo un permiso de residencia porque carece de pasaporte español. Y no podría encarcelarlo porque ya ha cumplido su condena. España sí aceptó acoger a varios presos procedentes de Guantánamo a principios de 2010, cuando ya habían cumplido su pena. La situación era muy diferente; el Ejecutivo español quería apoyar los esfuerzos del entonces presidente estadounidense, Barack Obama, de cerrar el presidio ilegal ubicado en Cuba. La relación, en cambio, es mucho más tensa con el actual mandatario.

Pese a que el terrorismo islamista ha golpeado en dos ocasiones a España —los atentados del 11 de marzo de 2004 y los episodios de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017—, el fenómeno de los llamados combatientes terroristas extranjeros es limitado. El Ministerio del Interior ha identificado a 234 desplazados a focos de conflicto (principalmente Siria e Irak). De ellos, 57 han fallecido durante los combates y otros ya 44 han retornado a España, según datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, dependiente de ese Ministerio. Las cifras están lejos de los números que barajan otros países europeos, como Francia o Alemania. La mayoría de los combatientes que han vuelto a España están en libertad, pero en gran medida fuera del territorio español, según datos del Real Instituto Elcano.

Las fuentes consultadas en Exteriores apuntan a dos motivos fundamentales de esta baja incidencia. En primer lugar, la comunidad musulmana más nutrida de España, presente en Melilla, es en general moderada y las buenas conexiones entre sus miembros les permiten detectar posibles indicios de radicalización. La segunda razón obedece a la labor de los organismos públicos. “La estrategia nacional de lucha contra la radicalización, con presencia en las comunidades musulmanas, en los líderes religiosos y en las cárceles, está funcionando”, resumen.

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