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Los líderes iberoamericanos evitan confrontar los temas más polémicos

La crisis migratoria y la deriva de Nicaragua y de Venezuela apenas sobrevuelan una cumbre sin líderes de peso político de la región

El presidente de Brasil, Michel Temer, durante la cumbre.
El presidente de Brasil, Michel Temer, durante la cumbre.Rodrigo Sura (EFE)

La Cumbre Iberoamericana ha echado el cierre este viernes hasta dentro de dos años con la sensación de oportunidad perdida y ausencia de posicionamientos concretos, más allá de la retórica diplomática, sobre los temas que más afectan a la región. La crisis migratoria en todo el continente o la deriva autoritaria de Venezuela y Nicaragua sobrevolaron la reunión, pero pasaron prácticamente inadvertidos a la hora de los pronunciamientos oficiales.

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La cita de La Antigua prometía ser una de las más destacadas de los últimos años, pero ha terminado por quedar difuminada por la ausencia de líderes de peso de la región. A las ausencias ya conocidas de antemano de Mauricio Macri (Argentina), Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia) y Nicolás Maduro (Venezuela) se sumó a última hora la del nicaragüense Daniel Ortega, que optó por no acudir a un encuentro que se le presuponía hostil. Además, los dos líderes sobre los que gravitará buena parte de la atención de América Latina, Andrés Manuel López Obrador (México) y Jair Bolsonaro (Brasil) aún no han tomado posesión del cargo, por lo que la presencia de sus antecesores, Enrique Peña Nieto y Michel Temer, fue testimonial.

Ante el declive de los organismos multilaterales regionales y la pérdida de peso político del bloque bolivariano en citas como Unasur, Celac o Alba, la Cumbre Iberoamericana tenía la posibilidad de renacer como un espacio de encuentro después de años de citas excesivamente politizadas. Más allá de la exposición de las preocupaciones de los países miembros, que van desde el precio del café de Honduras a la ‘economía naranja’ de Colombia o el impulso feminista de España, poco más que el idioma común parece unir a los países miembros. La perseverancia de la Secretaría General Iberoamericana, con Rebeca Grynspan a la cabeza, logró que se llegasen a 19 acuerdos en materia de educación, cooperación cultural y justicia, además de metas de desarrollo sostenible con ímpetu en la cooperación Sur-Sur y en la agenda 2030 sobre desarrollo sostenible.

La cita de La Antigua evidenció que la cumbre carece de músculo y también de retórica para afrontar de forma colectiva los nuevos desafíos de la región. A pesar de que se convirtió en bianunal en un intento por darle fuerza, la sesión plenaria se convirtió en una sucesión de monólogos donde cada la mayoría de los mandatarios expuso los logros de su gestión y los problemas que afrontan sus países. Desde el hundimiento en el precio del café de Juan Orlando Hernández, en Honduras; la contaminación de los barcos de Panamá o la brecha económica del Ecuador de Lenin Moreno.

La falta de carisma de los presentes –el Rey de España fue quien acaparó los focos como el principal líder- puso de manifiesto también la falta de liderazgos regionales en un momento en que la región pide a gritos soluciones conjuntas. Durante los últimos años se han sucedido reuniones para encontrar una salida a la crisis social, política y económica que azota a Venezuela y de la que apenas se habló en esta cumbre. Un silencio similar se repitió con Nicaragua. Si bien todos los países, desde que Ortega emprendió la represión en abril, han sido críticos por separado con la actitud del líder sandinista y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, durante las casi seis horas que duró la cumbre solo el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, se lanzó a cuestionar al Gobierno. Sin embargo se quedó solo en sus críticas y no recibió el acompañamiento de ningún otro país, pero sí las críticas de los cancilleres de Nicaragua, Denis Moncada y de su homólogo venezolano, Jorge Arreaza, que le acusaron de injerencia externa.

Otro de los grandes temas, la migración, -sobre la que casi todos los ponentes coincidieron que se necesita respuestas regionales- fue afrontada de forma individual. Mientras que para Honduras, lugar de origen de la caravana que llegó esta semana a Tijuana, es fruto de “la manipulación de políticos sin escrúpulos”, para Colombia, lugar de destino de casi dos millones de venezolanos, es necesario afrontar para que esta sea ordenada.

En los últimos años la mayoría de organismos multilaterales, desde UNASUR, varios de cuyos miembros son parte de la Alianza del Pacífico, y de Mercosur, creaciones las dos de talante más económico, pasando por la CELAC, ALBA, impulsados en su momento por Hugo Chávez y Lula da Silva, se han ido desgastando. Tampoco la Organización de Estados Americanos (OEA), el único organismo multilateral de la región en el que participa Estados Unidos, tiene ahora mismo la capacidad de dar respuesta a los problemas latinoamericanos. La Cumbre Iberoamericana, nacida por el impulso de México y España, no ha logrado tampoco cubrir ese vacío que se antoja quimérico en una región necesitada de soluciones políticas.

La Cumbre Iberoamericana, nacida por el impulso de México y España, no ha logrado cubrir ese vacío y camina por un terreno plagado de acuerdos bienintencionados hacia la irrelevancia política.

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