Los asesinatos de dos mujeres enturbian la imagen de Costa Rica como destino turístico
La muerte violenta de una española y otra mexicana, que pasaban sus vacaciones en el país centroamericano, ensombrece la imagen idílica del paraíso natural
México y Costa Rica comparten una coincidencia infeliz. Ambos países alcanzaron en 2017 cifras récord de asesinatos en este siglo y, por lo que se registra hasta ahora, en 2018 podrían superar sus propias marcas. El asesinato de dos mujeres, una española y otra mexicana, que pasaban sus vacaciones en Costa Rica enturbia la imagen idílica del paraíso natural, bañado por el Pacífico y el Caribe, que ha convertido a este país centroamericano en un importante destino turístico.
La joven mexicana María Trinidad Mathus Tenorio, de 25 años, no será una de las 30.000 víctimas de homicidio que se estima se registrarán en su país este año, pero sí en Costa Rica, el país que escogió para llenarse de naturaleza, como escribió en su Facebook el 26 de julio. La joven fue asesinada diez días después en una playa del Pacífico costarricense en un aparente intento de robo y agresión sexual del que sí pudo escapar la joven inglesa que había conocido poco antes.
Los detalles del crimen de Mathus —su cadáver desnudo; dos sospechosos, ambos con antecedentes, de los que uno está detenido— empezaban a divulgarse cuando ocurrió otro caso similar: el de Arantxa Gutiérrez López, una turista española que, presunta víctima de una agresión sexual, fue asfixiada en una playa de Tortuguero. Hubo más asesinatos ese fin de semana en Costa Rica, pero los de las dos mujeres activaron las alarmas en este país de gran vocación turística y creciente inseguridad.
La población, las autoridades, el sector turístico y los grupos feministas no ocultan su preocupación en uno de los países menos inseguros de Centroamérica, a pesar del incremento de la violencia reflejado en 12 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2017, la mitad de la tasa de México y el doble que la de Argentina.
Despliegue policial
Cada año merma la seguridad. La tasa de homicidios actual casi duplica la del 2004. 2017 fue el año más sangriento en la historia costarricense y este 2018, hasta agosto, lo supera en un 5%, con un total 371 homicidios dolosos, según cifras del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Aunque Mathus y Gutiérrez son las únicas turistas asesinadas en este año, según el OIJ, ambos ataques repercuten en la imagen internacional de este país que mantiene su meta de recibir tres millones de visitantes en este 2018, un número equivalente al 60% de su población. El turismo aporta el 5% de la producción económica y genera empleos directos e indirectos que representan el 25% de la fuerza laboral. Es uno de los sectores más dinámicos en una economía tocada por la crisis fiscal interna, con la pobreza estancada en 20% de la población, el desempleo superior al 10% y un crecimiento de la desigualdad, que se convierte en uno de los factores de la inseguridad, según los expertos.
“Todo el mundo nos decía que Tortuguero era un lugar muy seguro, en el que nunca sucedía nada. Todo el mundo nos decía que era una maravilla”, dijo en una rueda de prensa este miércoles Miguel Ángel Escribano, la pareja de Arantxa.
El fin de semana pudo haber acabado con otra turista asesinada más, pero una joven inglesa que acompañaba a la mexicana en la playa Santa Teresa (Cóbano, Pacífico Norte) logró escapar de sus agresores en la madrugada del domingo. Mathus, de 25 años, no pudo huir y murió aparentemente asfixiada. Los investigadores no descartan que sufriera una agresión sexual. Su cuerpo apareció desnudo horas después. La policía ha identificado a tres sospechosos, uno de ellos está en prisión preventiva.
El móvil sexual sí es la principal hipótesis en el crimen de la española Gutiérrez, una fisioterapeuta oriunda de Alicante que estaba de visita en el Parque Nacional Tortuguero, en el Caribe Norte de Costa Rica. Los investigadores han confirmado que salió sola a dar un paseo por la playa el sábado a las siete de la mañana y en un sendero boscoso y solitario fue atacada por un hombre que acabó asfixiándola. La forma en la que quedó su ropa hace sospechar que se trata de una agresión sexual, aunque esperan pruebas forenses para poder verificarlo. En este caso también fue identificado un sospechoso, un nicaragüense indocumentado que trabajaba como jardinero en otro hotel de Tortuguero y que a esa misma hora solía pasar cerca de donde apareció el cuerpo de Arantxa. El hombre está detenido por su condición migratoria irregular, pero no por el asesinato, pues justicia considera que no hay pruebas suficientes para ordenar la prisión preventiva.
“De los 371 homicidios dolosos de este año, en 59 las víctimas son extranjeras. Solo estas dos mujeres eran turistas, pero es un motivo de preocupación”, reconoció Wálter Espinoza, director del OIJ. La mayoría de asesinatos de extranjeros corresponde a peleas o crímenes vinculados a grupos delictivos, en ocasiones dedicados al narcotráfico, el principal factor de aumento de la violencia en este siglo en Costa Rica.
“Esta ha sido una semana muy difícil y muy triste”, dijo a EL PAÍS la ministra de Turismo, María Amalia Revelo. “Lamentamos mucho la pérdida de la vida de las dos jóvenes y estamos haciendo todo lo posible por esclarecer los crímenes y que no queden impunes”, agregó la titular antes de entrar a una reunión de crisis con autoridades en seguridad y turismo.
Además de turistas, ambas víctimas eran mujeres. La violencia machista parece estar detrás de los ataques en Tortuguero y Cóbano. Fueron “feminicidios”, concluyó la ministra de la Condición de la Mujer, Patricia Mora. “Estamos ante hechos que, más allá del daño que pueda ocasionar a la imagen del país, constituyen claros ejemplos de la grave situación de violencia hacia las mujeres, que tiene en el femicidio su más brutal expresión”, dijo.
El Ministerio de Seguridad Pública informó de que enviará más policías a las zonas donde ocurrieron los asesinatos de las turistas. Estos operativos se suman a los despliegues especiales aplicados en el inicio de este Gobierno, que intentaron proyectar una cambiar la imagen de inseguridad, pero que han resultado insuficientes para reducir las cifras.
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