El Consejo Constitucional francés consagra el principio de la “fraternidad” con los inmigrantes

La decisión protegerá a las personas que acojan o acompañen en Francia desinteresadamente a los sin papeles

Cédric Herrou, condenado por ayudar a migrantes en la frontera franco-italiana.Eric Gaillard (REUTERS)

En tiempos de leyes restrictivas sobre la inmigración y repliegue nacionalista, Francia ha consagrado por primera vez la “fraternidad” como principio con valor constitucional, y lo ha hecho para amparar la solidaridad de los franceses con los recién llegados. El Consejo Constitucional, órgano encargado de controlar la constitucionalidad de las leyes, ha dictaminado este viernes que las personas que ayuden de manera desinteresada a los sin papeles en territorio francés estarán actuando legalmente.

El caso tiene su origen en una denuncia...

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En tiempos de leyes restrictivas sobre la inmigración y repliegue nacionalista, Francia ha consagrado por primera vez la “fraternidad” como principio con valor constitucional, y lo ha hecho para amparar la solidaridad de los franceses con los recién llegados. El Consejo Constitucional, órgano encargado de controlar la constitucionalidad de las leyes, ha dictaminado este viernes que las personas que ayuden de manera desinteresada a los sin papeles en territorio francés estarán actuando legalmente.

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El caso tiene su origen en una denuncia de Cédric Herrou, conocido agricultor que en 2017 fue condenado a cuatro meses de prisión por ayudar migrantes en la frontera franco-italiana, hoy estrechamente controlada por las autoridades francesas. Herrou pedía la abolición del llamado “delito de solidaridad”, que sin bien no existe formalmente, se aplicaría a quienes transporten o alberguen a los extranjeros en situación irregular.

La ley actual castiga con multas de hasta 30.000 euros y hasta cinco años de prisión a quienes “directa o indirectamente” ayuden a un extranjero a “entrar, circular o permanecer irregularmente en Francia”. La ley contempla excepciones. Por ejemplo, cuando la ayuda al inmigrante no ha dado lugar a ninguna contrapartida, y cuando consista en consejos jurídicos, albergue, restauración, cuidados médicos y “toda ayuda destinada a preservar la dignidad o la integrad física” del extranjero.

El Consejo Constitucional, presidido por el exprimer ministro Laurent Fabius, sostiene que la protección no debe circunscribirse a quienes ayudan a los inmigrantes en su “estancia” en Francia, sino también a la “circulación” en el interior de este país. Y esto, en virtud de la fraternidad, uno de los tres principios, junto a la libertad y la igualdad, de la República francesa. La protección excluye, según el Consejo Constitucional, la ayuda a la entrada en Francia, puesto que este acto está en el origen de la “situación ilícita” el del extranjero.

No hay nada tan francés como la fraternidad, y quizá también sea, de los tres principios de la divisa republicana, el más difícil de definir políticamente. Nunca antes el Consejo Constitucional lo había elevado como principio con valor constitucional, aunque figura tanto en preámbulo como en los artículos 2 y 72 de la Constitución. “De este principio”, se lee en la decisión del Consejo, “se desprende la libertad de ayudar al prójimo, con un objetivo humanitario, sin consideración de la regularidad de su estancia en el territorio nacional”.

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