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CONSTANZA MICHELSON | Psicoanalista

“La coalición de Bachelet se desconectó de la clase media”

La psicoanalista cree que el fallo del centroizquierda fue no respetar el deseo los chilenos que adoran el consumo y no quieren reformas tan fuertes

La psicoanalista Constanza Michelson, durante la entrevista en Santiago de Chile.
La psicoanalista Constanza Michelson, durante la entrevista en Santiago de Chile.SEBASTIÁN UTRERAS

Constanza Michelson (Viña del Mar, 1978) es una conocida psicoanalista chilena, autora de libros como 50 sombras de Freud y Neuróticos. Cercana al centroizquierda, Michelson se ha convertido en un personaje mediático y es columnista en The Clinic y El Huffington Post. Ella cree que la clave de estas elecciones está en el fallo del centroizquierda, que no respetó el deseo de una parte de la clase media chilena, que adora el consumo y no quiere reformas tan fuertes, aunque está convencida de que Michelle Bachelet acabará siendo bien valorada en la historia chilena.

Pregunta. ¿Cómo llega Chile a estas elecciones?

Respuesta. Como está pasando en todos los países occidentales, hay una caída abrupta del centroizquierda. Algo ocurrió, dejó de representar a la clase media, al pueblo. Es lo que sucedió en EE UU con los demócratas.

P. ¿Qué quería esa clase media que no le da el centroizquierda?

R. Hay un cierto maltrato de la élite del centroizquierda hacia una clase social que le parece totalmente alienada en el consumo. Esa élite ya pasó por ahí en los noventa, ahora les interesan más otras cosas, las comunidades ecológicas y esas historias. El socialismo se convirtió en una ética y una estética del buen gusto, ajena al consumismo. Pero hay una clase que emergió que sí lo quiere porque implica ascenso social. Hubo un punto clave en el Gobierno de Bachelet cuando apareció el ministro de Educación, [Nicolás] Eyzaguirre, y dijo algo brutal: que toda esta gente que está aspirando a estos colegios particulares subvencionados, que son de clase media, son arribistas, que es pura superchería querer tener un colegio con nombre en inglés. Los trató de vulgares y estúpidos. Eso revelaba el desprecio. Bachelet dijo que escuchaba a la calle, pero en realidad esa calle eran los estudiantes, que en sí mismos también son una vanguardia.

P. Bachelet llegó con mucho apoyo popular. ¿Qué pasó?

R. Hay mucha gente detrás de las protestas, también del movimiento No más AFP [que reclama pensiones públicas en Chile, donde están privatizadas], pero no todo el mundo ahí aspira a lo mismo. Bachelet lee que la gente está pidiendo gratuidad en la educación, igualdad, pero cuando le dicen a la gente que le van a sacar la plata para ir a un fondo común para repartir las pensiones, muchos dicen, "no, yo no trabajo igual que el de al lado, yo trabajo más y mi pensión debe ser más alta".

P. ¿Chile en realidad es de derecha y la izquierda ha sido un accidente?

R. No, no, se puede explicar con una distinción psicoanalítica. Uno no desea lo que dice que quiere. Tú dices: “Yo quiero tener una relación estable”, pero siempre te metes en relaciones problemáticas. En política pasa algo así. Chile, desde el discurso, siempre ha sido un país de centroizquierda. Sin embargo, corre paralelamente algo que tiene que ver con el ethos del neoliberalismo, que es el individualismo. Se ve en psicología. El progresismo empuja reformas sociales, el bien común, pero ¿dónde va la élite? Al “conócete a ti mismo”, al mindfulness. Además, el discurso progresista se centra tanto en las minorías que deja fuera a esa clase media aspiracional. Y ahí entra el populismo de derecha, que le habla de crecimiento, de desarrollo personal, que hoy día en Chile es [Sebastián] Piñera.

P. ¿Por qué tiene tanto éxito Piñera?

R. El neoliberalismo caló hondo en la sociedad chilena, porque se ancla muy bien en el deseo humano, en el “quiero tener más”. Ese “yo logré esto, no me lo quiten” es una resistencia moral precisamente de la clase a la que más beneficiarían las reformas de Bachelet. Esa gente que dice: “¿Por qué me van a sacar el colegio en inglés y me van a obligar a que mi hijo vaya a la escuela pública con ese vecino con el cual creo que tengo una diferencia?”. Está instalado que si logré un estado de vida, aunque esté muy endeudado para lograrlo, nadie me lo puede quitar. Es fuerte esa especie de orgullo. Y entonces llega la élite de izquierda y le pide que renuncie, que vaya a la educación pública, mientras ellos llevan a sus hijos al colegio francés. ¿Por qué tendrían que aceptarlo?

P. Pero en Chile salen miles de personas a la calle a defender la educación pública, las pensiones públicas. ¿Hay dos países?

R. El activismo es potente y tiene poder comunicacional. Pero es una burbuja que aparentemente no es tan representativa.

P. ¿Chile gira a la derecha?

R. Lo nuevo es que ha aparecido una derecha con un discurso impúdico. Hasta ahora hacía el discurso del pragmatismo. Pero ahora no, ahora dice: “Nos gusta el consumo, ¿y qué?”. Piñera es más sobrio que [Donald] Trump, como buen chileno. Pero está [José Antonio] Kast, que representa lo que [Mario] Vargas Llosa llamó la derecha cavernaria chilena. Kast convierte a Piñera en una derecha más moderada.

P. ¿Qué queda del pinochetismo?

R. Está Kast. Y bueno, el gran financiador de la política chilena fue el yerno de Pinochet. Pero Chile ha ido cambiando como la sociedad mundial. Queda poco de esa cosa autoritaria, de seguir esperando un mesías que venga a salvarnos. La gente es más individualista, se salva sola.

P. ¿Qué le pasó a Chile con Bachelet?

R. Cuando llegó hubo un gran entusiasmo, también estaba el contexto mundial, parecía que se estaba acabando una época, estaba Occupy Wall Street, la primavera árabe, los indignados en España. Había una efervescencia. Por eso tuvo ese apoyo. Creo que ella no va a perder esa conexión con el pueblo. Ella es nuestra abeja reina. La conocimos en un tanque cuando era ministra de Defensa. Ella está llena de traspiés, pero hay algo que ella aporta, esa idea del poder de la sonrisa, que tiene efecto. Creo que va a quedar como una de las presidentas más importantes de la historia de Chile de todas maneras, la historia la va a enmendar.

P. ¿Ni siquiera perdió esa imagen con el escándalo de su hijo?

R. Creo que la intachabilidad no la perdió nunca. La plata no le tocó nunca a ella. Le pegó el caso porque se la vio debilitada, se corrió el rumor de que iba a renunciar. Se la vio como una madre que iba a claudicar. Hay algo ahí con el hijo que el centroizquierda no supo ver. Hay mucha gente como el hijo de Bachelet, al que le gusta el dinero, y ya. Eso muestra la desconexión del progresismo con gente incluso como el hijo de la presidenta.

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