El nuevo presidente que buscan los brasileños
Y si en algo Brasil presenta una unanimidad aplastante es en el rechazo, sin distingos de colores políticos, a los candidatos con "olor a corrupción"
Hay una pregunta que los institutos de sondeos deberían hacer en este momento a los electores brasileños: ¿Qué le exigen, antes que nada, a un candidato a la Presidencia de la República? Sería revelador sobre el momento de crisis política que vive el país.
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En mi columna anterior, comenté la pregunta que Joaquim Barbosa, posible candidato a la Presidencia, había hecho a un grupo de artistas que le animaban a presentarse a las elecciones: "¿Está Brasil preparado para tener un presidente negro?".
Entre los casi 300 comentarios de los lectores, quedó clara mi tesis de que los brasileños, a pesar de todas las críticas que se le hacen, dentro y fuera del país, de seguir siendo racistas y con fuertes prejuicios contra los negros, sí elegirían a un negro e incluso a un gay, como ya eligieron a un obrero sin estudios (Lula) y a una mujer (Dilma).
No encontré un solo comentario que afirmara que nunca votaría a un negro. Incluso quienes afirmaban que Barbosa no sería su candidato, subrayaban que no por ser negro, sino porque no lo consideraban preparado para el cargo.
Junto con la confirmación de la gran mayoría de que no tendría problemas en votar "por el color de la piel", fue también casi unánime la revelación sobre la primera cualidad que exigirían hoy a un candidato a la Presidencia: la honestidad, el no ser corrupto.
"Brasil necesita de un (una) presidente honesto y competente para sacarlo del lamazal (lodazal). Puede ser negro, blanco, amarillo, hombre, mujer, gay, etc.", escribe, Max de Freitas.
"¿Negro o blanco? Lo que necesitamos, urgentemente, es gente honesta y seria" (Pedro Batista)
Hay quién reaccionó con ironía: "Con tal de que sea competente y no corrupto, puede ser hasta un alienígena, que está bien" (Leandra Oliveira).
El hecho de que, según los lectores, lo que sobretodo importa en este momento es escoger a un presidente honrado, aparece como un mantra en la casi total mayoría de los comentarios.
"La cuestión no es ser negro, es no ser corrupto" (Adriano Morais).
Analizando estos comentarios con un amigo, me decía que parece claro que en las próximas elecciones, le será difícil a un candidato ser elegido si su nombre aparece de algún modo tiznado de acusaciones de corrupción. Es significativo, sin embargo, que, por lo menos en los cientos de comentarios de mi columna, ni uno solo escribe que no votará a un político. Lo que no quieren es alguien, político o no, acusado, y menos condenado, por corrupción.
De ahí que la primera y prácticamente la única prerrogativa que los brasileños exigen hoy a un futuro presidente es que sea, simplemente, "honrado". Tratándose de lectores inteligentes e interesados en la política y no de la masa de los sin estudios, ya que leen periódicos, es muy significativa esa insistencia en desear un candidato sobretodo honesto, que no robe el dinero público.
En otro momento histórico, los brasileños ni habrían nombrado esa cualidad de la honradez como condición para ser presidente del país. Se habrían fijado más en la importancia de sus programas, en sus cualidades de liderazgo, de agregador y pacificador, así como en su capacidad de saber dialogar con las otras fuerzas políticas. Hubieran destacado su proyecto para crear un nuevo Brasil con menos desigualdades sociales, mayores oportunidades para todos, capaz de inspirar nuevas esperanzas.
Digo que no habrían destacado con tal fuerza el tema de la honradez personal y de no ser un corrupto, por el hecho de que eso, en un momento normal, es algo implícito, que se da por supuesto, ya que a nadie se le ocurriría votar a un corrupto para presidente.
Un presidente, además de ser honrado, deber, sin embargo, estar preparado para el cargo y saber demostrarlo con su curriculum. Es, pues, significativo y digno de reflexión esa énfasis de los electores en subrayar la necesidad de elegir a un "no corrupto".
Algo que deberán tener en cuenta los partidos al escoger a sus candidatos. Que no se iludan en la creencia que, como en el pasado, los brasileños acabarán votando o vendiendo su voto al "mejor corrupto". Las cosas están cambiando.
Como aparece en un estudio reciente de Ibope, las próximas presidenciales, por primera vez en la historia de Brasil, más que en los medios de comunicación como periódicos o televisiones, se dilucidarán en las redes sociales. El 56% de los electores afirman que serán influenciados de algún por las redes sociales y un 36% que serán esas redes quienes, prácticamente, decidirán su voto.
Y si en algo Brasil presenta una unanimidad aplastante es en el rechazo, en las redes sociales, sin distingos de colores políticos, a los candidatos con "olor a corrupción".
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