Condenados los fanáticos religiosos que quemaron en la hoguera a una mujer en Nicaragua
“Todo fue un accidente”, ha alegado el pastor evangélico Gregorio Rocha
“No tuvimos ninguna intención. Todo fue un accidente”, dijo el pastor Juan Rocha, de 23 años, tras escuchar el veredicto en su contra por el asesinato de Vilma Trujillo García. La campesina de 25 años fue quemada en una lejana comunidad del Caribe de Nicaragua, tras ser señalada por Rocha y otros miembros de su congregación evangélica de estar “poseída por el demonio”.
“Hay que estar orando al señor, vamos a orar al señor”, agregó el joven, con la mirada perdida en un punto del piso del juzgado de Managua donde el juez José Alfredo Silva Chamorro determinó que él y los miembros de su iglesia actuaron con saña y alevosía en el asesinato de Trujillo. La Fiscalía pidió una condena de 30 años por asesinato y seis por secuestro.
El juicio ha mantenido la atención de una sociedad golpeada por este caso de violencia contra una mujer, el más brutal en un país donde los feminicidios son cotidianos. El más reciente informe de la organización feminista Católicas por el derecho a decidir —que hace un recuento de los feminicidios en Nicaragua— muestra que entre enero y abril murieron 15 mujeres, la mayoría de entre 13 y 40 años, a manos de sus parejas o exparejas. Es por eso que, mientras el juicio se celebraba en los juzgados de Managua, decenas de mujeres se plantaron frente al edificio para exigir la culpabilidad del pastor Rocha y de los otros cuatro miembros de su congregación: Pedro Rocha Romero, Tomasa Rocha Romero, Franklin Jarquín Hernández y Esneyda Orozco Téllez.
Mientras el proceso se desarrollaba y los testigos declaraban, la sociedad nicaragüense contenía el aliento ante las revelaciones que la prensa nacional publicaba día a día. Según el testimonio del forense Ricardo Larios, que examinó el cadáver de Trujillo, la joven ardió en la hoguera a cuatrocientos grados celsius, después de haber estado expuesta a las llamas durante cuatro horas, amarrada de pies y manos, hasta que un miembro de la congregación afirmó haber tenido una “revelación de Dios”, que les ordenaba lanzar a la joven a la hoguera. Se supo también, por la declaración de Ángela García, tía de la víctima, que la joven fue torturada a garrotazos y que orinó sangre.
Heridas graves
Imágenes facilitadas por fuentes médicas de Rosita —el municipio caribeño al que pertenece la comunidad donde ocurrieron los hechos— muestran el cuerpo de Vilma Trujillo mientras se le practicaba lavado quirúrgico: la piel quemada en amplias partes de la espalda, brazos y piernas, y en otras zonas de su cuerpo dejaba ver la carne descubierta.
“Recibimos a la paciente en condiciones graves, con quemaduras de segundo y tercer grado desde la cara, en la parte posterior a las orejas, en el tórax, el abdomen, los muslos y las piernas. Estas quemaduras se tipifican como no compatibles con la vida”, explicó a EL PAÍS el doctor David Saravia Flores, director del hospital de Rosita. “Las quemaduras son el tipo de dolores que menos son tolerados por el ser humano. Por la profundidad de las quemaduras y su extensión, estas eran insoportables”.
Tras días de suplicio, Vilma Trujillo García falleció en el hospital Lenin Fonseca, de la capital nicaragüense, el 28 de febrero a las 4.22 horas.
En el juicio contra sus victimarios se estableció que estos actuaron con saña y alevosía. Aún queda pendiente establecer la condena, que el juez leerá el próximo 9 de mayo. “Todo fue un accidente”, insistió el pastor Gregorio Rocha tras escuchar el veredicto de culpabilidad. El joven clavaba sus ojos en el piso del juzgado, mientras los destellos de las cámaras le iluminaban el rostro y los periodistas lo seguían con sus preguntas.
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