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Columna
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Doria Gray y las leyes del poder

Cómo entender al nuevo alcalde de São Paulo a partir de su libro de cabecera

Eliane Brum

Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca de llevarse los laureles. Utilice la inteligencia, los conocimientos y el trabajo físico de otros para promover su propia causa. Ese tipo de ayuda no solo le permitirá ahorrar mucho tiempo y energía, sino que le conferirá un aura divina de rapidez y eficiencia. A la larga, sus colaboradores serán olvidados y todos lo recordarán a usted. Nunca haga lo que otros pueden hacer por usted.

Esta es la Ley 7 de un libro que se ha convertido en obligatorio para entender al nuevo alcalde de São Paulo, JoãoDoria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Hay 47 mandamientos más de esta estirpe. La lectura puede ayudarles a sus votantes a entender al hombre al que le han dado el poder de mandar la ciudad más grande de Brasil y a la población de entender este tipo ascendente de político —y ascendente no solo en Brasil, sino en el mundo, como la victoria de Donald Trump ha demostrado—, que se anuncia como no político.

En su discurso de toma de posesión, el 1 de enero,Doria se dirigió a su padrino, el gobernador del estado brasileño de São Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), y citó la Ley 28: “Yconcluyo, gobernador, citando una frase de Robert Greene, que escribió, ya que a usted le gustan las buenas citas, las 48 Leyes del Poder. Dijo Greene: ‘Seamos audaces. Cualquier error cometido con audacia se corregirá con facilidad mediante más audacia. Todo el mundo admira al audaz; nadie honra al timorato’”.

Es común que los políticos citen frases y autores al tomar posesión de sus cargos públicos. Siempre dan un “brillo”. Pero, ¿cómo escoger, entre toda la literatura mundial, de ficción y no ficción, el conocimiento impreso a través de los siglos, cuáles son el libro y el autor que merecen ser elegidos para representar tanto la apoteosis personal de cada uno como el momento histórico ante las cámaras?

Hay que admirar mucho al autor y el libro, tanto por creer que citarlos agregará valor a sí mismo como porque se estará juntando a ellos en un discurso que, bueno o malo, se registrará de inmediato en la historia. Así que la mayoría prefieren optar por obras y autores ya consagrados por la fortuna crítica: pueden citar a un filósofo como Séneca o a un escritor comoGuimarães Rosa. Pero Doria,“el audaz” se atreve, “porque todos admiran a los audaces”, a Robert Greene.

Doria, que parece creerse una versión actual del Príncipe, citó a un autor al que ya han tildado de Nuevo Maquiavelo
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Es más que significativa la elección de Doria, que por su comportamiento parece creerse una versión actual del Príncipe, de citar a un autor al que ya han tildado de Nuevo Maquiavelo, además de ser un superventas internacional. Y también es significativo que lo haga mirando a su padrino, el gobernador Geraldo Alckmin, al que, como dice el ahijado, “le gustan las buenas citas”.

Veamos las “buenas citas” del libro recomendado por el nuevo alcalde de São Paulo. La Ley 12, por ejemplo: “Un gesto sincero y honesto compensará docenas de actitudes dictadas por la hipocresía y la falsedad. El gesto de franca y honesta generosidad le hace bajar la guardia aun al individuo más desconfiado. Una vez que su sinceridad selectiva haya abierto una brecha en la armadura del otro, podrá manipularlo y embaucarlo a su antojo”.

O la Ley 27: “Juegue con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales. La gente tiene una necesidad irrefrenable de creer en algo. Conviértase en el centro focalizador de esa necesidad, ofreciéndoles una causa o una nueva convicción a la que sumarse. Formúlela en términos vagos, pero pletóricos de promesas. (...) Dé a sus nuevos discípulos rituales que realizar y exíjales sacrificios”.

“Mantenga a los otros en un estado latente de terror”, dice el libro de cabecera del alcalde

O la Ley 17: “Mantenga a los otros en un estado latente de terror. Maneje el arte de lo impredecible. El ser humano es hijo del hábito y tiene una necesidad insaciable de sentirse familiarizado con las actitudes de quienes lo rodean. Si usted se muestra predecible, confiere a los demás la sensación de tener cierto control sobre usted. Invierta los papeles: muéstrese deliberadamente impredecible. Las actitudes que en apariencia carecen de coherencia o propósito desconcertarán a los demás, que se agotarán tratando de explicarse sus movimientos y acciones. Llevada a un extremo, esta estrategia puede intimidar y aterrorizar".

Que nadie piense que Robert Greene y sus 48 leyes del poder son tan solo un reciclaje mal ensamblado de clásicos del ramo, comoEl Príncipe,de Nicolás Maquiavelo (1649-1527), oEl arte de la guerra,de Sun Tzu (siglo IVa. C.).El libro, publicado en 1998,es la realización de todo lo que predica. La edición es vistosa. Ypermite múltiples entradas para su lectura. Lostextos son cortos, la estructura es clara, el interlineado es aireado y el uso de dos colores pone de relievela organización.

Cada capítulo presenta el enunciado de la ley, seguidodel resumen de la misma, bajo el título “criterio”. Y, entonces, “la ley observada”o “la ley transgredida”, con historias sabrosas de personajes históricos tan dispares como Galileo y Mata Hari, y su interpretación. No hay necesidad de preocuparse por hacer reflexiones propias: las laterales, donde mucha gente suele tomar notas a lápiz en el caso de los libros impresos, ya están ocupadas con proverbios y citas sobre el tema. Luego vienen “las claves para alcanzar el poder”, un análisis de cada ley y su potencia. Por último, “la invalidación”, un corto texto queprotege al autor de cualquier problema que el lector pueda llegar a tener al seguir aquel mandamiento. Después de todo, puede haber momentos en los que la mejorelección sea hacer exactamente lo contrario.

La Ley 6, por ejemplo, determina: “Busque llamar la atención a cualquier precio. Todo es juzgado por su apariencia; lo que no se ve no cuenta. Nunca acepte perderse en el anonimato de la multitud o ser sepultado por el olvido. Ponga toda su fuerza en destacar”.

Inspirado por ella, sería posible crear una parábola en un país de ficción: “El mandatario de una ciudad muy grande quiere ser visto todos los días y el día entero, porqueplaneallegar a cargos aún más elevados, a la altura del Príncipe que cree ser, y ocupar palacios aún más grandiosos. Como ya ha seguido la Ley 29,que manda planificar cada paso y anticipar todos los reveses y obstáculos para evitar que otros se queden con los laureles en su lugar, este mandatario sabe que quedarse currando entrecuatro paredes no produce ninguna imagen. Sin contar con las instalaciones, francamente por debajo de su persona, en comparación con su propio castillo, uno de los diez más grandes de una ciudad tan desigual, que ya ha logrado erguir siguiendo con prodigioso ahínco las 48 leyes. De este modo, este mandatario convoca a los narradores y promueve al menos un espectáculo al día, si no cada hora. Como ya convive con los ricos ypoderosos, los barones y los obispos, con la agilidad de un pez dorado en un acuario de cristal blindado, apuesta en aparecer junto a los humildes y sencillos porque de esa masa pobre y gris es de donde viene la victoria en las urnas. Algo rápido, comoposar junto a trabajadores que ganan sueldos de hambre para caminar kilómetros diarios limpiando la basura de las calles de la vasta ciudad. Y, entonces, 10 segundos barriendo, que luego se convierten en horas y horas de repeticiones en pantallas de todos los tamaños. ‘La desdicha de los demás puede conducirlo a la muerte (...) A menudo, los perdedores son los artífices de su propia desgracia y terminan por transmitirla a quien quiere ayudarlos. Evítelos y, en cambio, frecuente a individuos ganadores y felices’. Este mandatario se cerca también de algunos exponentes de otros reinos, porque, mientras no puede aplastarlos, estos no solo le añaden valor, sino que son neutralizados. Sobre todo, si son enemigos, pues la Ley 2 es tajante: ‘Nunca confíe demasiado en sus amigos; aprenda a utilizar a sus enemigos’. Sin contar la imagen de conciliador que va consolidando en su escalada al poder”.

Esta parábola podría integrar una nueva edición deLas 48 Leyes del Poder. Cada mandamiento del libro se ilustra con cortos episodios históricos, como en los viejos almanaques, e incluso con fábulas como las de Esopo y proverbios sufíes. Parece haber siempre un proverbio sufí en este tipo de libros, por cierto. El escritor superventas convoca a pensadores de todas las épocas históricas a trabajar para él y a hacerlo rico.

El lector pasa a creer que él y Napoleón son almas gemelas separadas por océanos de tiempo

Robert Greene conoce profundamente a su público. Haypersonajes famosos, que frecuentan el imaginario colectivo. Estos sirven paraque el lector no se sienta burro.Al depararse con un nombre que conoce, el lector ya entra en la obra sintiéndose un iniciado. Y, por lo tanto, con mucha mejor voluntad. Al mismo tiempo, cualquiercomezón que pueda tener ante la pudrición exhalada por el mandamiento se anula mediante la relación con grandes nombres de la historia. De esta forma,el seguidor pasa a creer que él y Napoleón son almas gemelas separadas solamente por océanos de tiempo.

Pero Greene tiene cuidado de seleccionar también episodios más oscuros, así como a autores menos conocidos para el gran público. Después de todo, tiene que demostrar que ha trabajado un poco y que se diferencia de sus numerosos competidores en el género de autoayuda para déspotas. Y su lector tiene que sentir que está aprendiendo algo. Por lo tanto, al encontrar un nombre como Baltasar Gracián (1601-1658), los seguidores de sus mandamientos tienen la impresión de que están dotándose de una cierta erudición. Todo esto con textos cortos, que no requieren esfuerzo y que pueden leerse salteados.

El libro citado por el alcalde de una de las ciudades más grandes del mundo ha sido definido como la “Biblia de los psicópatas”. Pero, cuando le acusan de estar promoviendo lo peor, Robert Greene se limita a decir:“Yo no soy malo, soy tan solo realista”. Luego, quien lo critica es un loco,porque no se da cuenta de lo que ocurre en el mundo real, o un disimulado, porque finge no darse cuenta. Ser infame, en este caso, es convertido en un acto de honestidad. Aunque la gente no tenga por qué saberlo, como advierte la Ley 3: “Envuelva a los otros en una nube de humo y verá que, cuando al fin caigan en la cuenta de sus verdaderas intenciones, ya será demasiado tarde para ellos”.

Ya en el prefacio, el gran compilador se anticipa ytrata de bloquear cualquier ataque que pueda recibir. Invierte varios párrafos para reducir a todas las personas que puedan considerar las 48 leyes un ejemplo de cinismo y corrosión ética a manipuladores peores, e incluso más furtivos. Robert Greene le explica al lector que el mundo de hoy se parece mucho a la antigua corte aristocrática: “Todo debe parecer civilizado, decente, democrático y justo. Pero, si obedecemos con demasiada rigidez a estas reglas, (...) somos aplastados por los que nos rodean y que no están tan locos”.

“Aparente ser un modelo de decencia mientras está siendo un consumado manipulador”, aconseja el libro conocido como la “Biblia de los Psicópatas”

Y luego: “Por fuera debe aparentar que es una persona con escrúpulos, pero, por dentro, a menos que usted sea un loco, pronto aprenderá a hacer lo que Napoleón aconsejaba: revestir su mano de hierro con un guante de terciopelo”.Yañade: “El fraude y el disfraz no deben ser vistos como feos e inmorales.Todas las interacciones humanas exigen que se haga trampasa muchos niveles”. Ysigue: “Al entrenar para disimular, usted prospera en la corte moderna, aparentando serun modelo de decencia, aunque en realidad está siendo un consumado manipulador”.

En una entrevista con el periódico británico The Guardian, publicada en 2012, Greene alegó que la mayoría de los correos electrónicos que recibe son de personas jóvenes, que afirman utilizar su libro para entender cómo actúa la gente manipuladora y, así, aprender a protegerse de ella.Perotambién admite que la obra ayuda a algunos canallas a sumergirse en el territorio de la sociopatía, lo que haría que él se sintiese mal. Más importante que saber si Greene se protege convenientemente de las dudosas intenciones de su creación, siguiendo las leyes de su propio libro, mientras sigue ganando dinero con sus cartillas sobre cómo aplastar a la gente y hacerse conel poder, es saber lo que está sucediendo en nuestro vasto patio.Al evocar el libro en su toma de posesión, ¿qué dijo el alcalde de São Paulo?¿Y a quién?

Doria subió una larga escalera, esforzándose en ser el “cortesano perfecto” de los eventos que promovía, reuniendo a los ricos y poderosos del país. Le recuerda al integrante de la corte contemporánea la Ley 24: “El cortesano perfecto, adulador e intrigante, prospera y alcanza su plenitud en un mundo en el cual todo gira en torno del poder y de la habilidad política. Domina a la perfección el arte de la oblicuidad. Adula, se somete a sus superiores y reafirma su poder sobre los demás de la forma más encantadora y graciosamente indirecta y falsa. Aprenda a aplicar las leyes del cortesano, y su ascenso dentro de la corte no conocerá límites”.

En el populismo del siglo 21, la política se reduce al entretenimiento y los ciudadanos a la claque del programa de entrevistas

Cuando Doria empuñó una escoba para producir una imagen-símbolo en su primer lunes al mando de São Paulo se le comparó con Jânio Quadros, el alcalde del “barre, barre, escobita, barre, barre al bandidaje”, entre otras pirotecnias. Pero este no es el populismo del siglo XX. Lo que estamos viendo hoy es mucho, mucho peor. Es la política reducida al entretenimiento. Le cabe a la población ocupar el lugar no de la ciudadanía, sino de público. De claque de auditorio. Por eso el verbo mirar es tan exacto. La pasividad es rota tan solo para ser reforzada al pulsar el botón me gusta.

Acerca de escobas y manos limpias, por cierto, hay un mandamiento específico. Es la Ley 26: “Es necesario que, en todo momento, usted aparezca como paradigma de la corrección y la eficiencia. Sus manos nunca se ensuciarán por ilícitos o descuidos. Mantenga esa apariencia impecable, utilizando a otros como testaferros o pantallas para ocultar, cuando sea necesario, su participación personal en hechos de esta índole”.

El viernes (6/1), dos figuras que están a menudo relacionadas con los derechos humanos, el Padre Julio Lancellotti, de la Pastoral de la Gente de la Calle, y el concejal Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores (PT), fueron reducidas a juradosde programa de entrevistas. El espectáculo era de Doria, queconvocó a la prensa para anunciar que había conseguido un trabajo para una sola persona: el hermano del vendedor ambulante golpeado y asesinado en el metro de São Paulo en Navidad.

Para aquellos que consiguen distanciarse del escenario y recordar la tragedia real, tanto la de la familia del hombre asesinado como la de la corrupción del espacio público en favor del espectáculo, las imágenes producidas son una galería de horrores. Pero la Ley 25 es cristalina: “No acepte los papeles que la sociedad le ha endilgado. Fórjese una nueva identidad, que atraiga la atención y nunca aburra al público. Sea el dueño de su propia imagen, en lugar de permitir que otros la definan por usted. Incorpore elementos dramáticos a sus gestos y acciones públicas. Así, su poder se verá reforzado y su personalidad crecerá en forma asombrosa”.

Puede ser complementada por la Ley 37: “Una imaginería impactante y gestos simbólicos grandiosos generan aura de poder, ya que ejercen gran atracción sobre todos. Presente espectáculos imponentes a quienes lo rodean, llenos de elementos visuales fascinantes y radiantes simbolismos que enfaticen su presencia. Encandilados por las apariencias, los demás no se darán cuenta de lo que usted está haciendo en realidad”.

Al ser testigos de cómo Doria reclutó para sus espectáculos a figuras públicas que hasta hace poco lo criticaban, cuando no les dio empleo, es inevitable recordar la Ley 5: “Aprenda a destruir a sus enemigos abriendo brechas en su reputación. Luego dé un paso al costado y deje que la opinión pública los crucifique”. Está también la 21: “Finja candidez para atrapar a los cándidos”.

Si Geraldo Alckmin acoge la recomendación literaria del ahijado, podrá descubrirse identificado con una vaca. Dice la Ley 23: “Cuando busque fuentes de poder que puedan promoverlo, procure encontrar siempre el patrón clave único, la vaca lechera que pueda ordeñar durante largo tiempo”. En caso de duda, la Ley 1 también aclara mucho: “Nunca le haga sombra a sus amos (...) Hágalos parecer siempre más brillantes de lo que en realidad son... y accederá a la cima del poder”. Esto, como señala el autor, tan solo hasta que tales amosse conviertan en “estrellas fugaces”. En este caso, aconseja: “No tenga piedad”. Pero, mientras eso no sucede, “la mejor manera de protegerse esser tan fluido y amorfo como el agua”.

Si Geraldo Alckmin acoge la recomendación literaria del ahijado, podrá descubrirse identificado con una “vaca llena de leche”

Al mirar el retrato de Doria Gray en todas las pantallas, con su sonrisa de dientes tan blancos, es inevitable pensar si hay otro escondido en algún lugar, respirando en la oscuridad.

* Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficción Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ninguém vê, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas. Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum

Traducción de Óscar Curros

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