El voto con emoticonos inquieta a Ecuador
El Consejo Electoral aclara que no serán válidas las papeletas si no reflejan claramente la intención del votante
Una carita sonriente, un beso con pintalabios o un corazón en una papeleta electoral. La posibilidad de que cualquier símbolo que exprese de forma inteligible la intención de voto sea tan válido como la tradicional raya vertical ha generado preocupación en los partidos políticos de oposición de Ecuador que aspiran a suceder al presidente Rafael Correa en las elecciones del 19 de febrero.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), que ha estado formando a los ciudadanos que integrarán las juntas receptoras del voto (las mesas electorales) para que sepan interpretar la intención del votante expresada en la papeleta, ha dado marcha atrás y ha aclarado que este tipo de símbolos "no serán aceptados como votos válidos y anularán inmediatamente el mismo".
Con un comunicado enviado el martes por la noche, el CNE sale al paso de la polémica que se había levantado entre las organizaciones políticas ecuatorianas ante la posibilidad de que la interpretación del llamado voto emotivo quedase al arbitrio de los miembros de las juntas. Algo para lo que se les estaba capacitando y que, al mismo tiempo, vuelve a sostenerse en su nota de aclaración: "En caso de que exista alguna duda con respecto a la intención del sufragante, como establece el Código de la Democracia, le corresponde a la Junta Receptora del Voto hacer una interpretación".
Esta posibilidad está implícita en la mencionada norma que regula los procesos electorales en Ecuador. A efectos de escrutinio, “se tendrán como válidos los votos emitidos en las papeletas suministradas por la Junta y que de cualquier modo expresen de manera inteligible la voluntad del sufragante”, dispone el artículo 125.3, inciso segundo, de la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas del Ecuador. Pero no da más detalles.
EL PAÍS consultó a la vicepresidenta del Consejo Nacional Electoral, Nubia Villacís, por qué en esta ocasión se había formado a los miembros de la junta para que den por válidos los votos emotivos. Y además, si no resulta arbitrario dejar la interpretación de la intención del voto en manos de los miembros de la junta receptora del voto. No respondió a ninguna pregunta.
Fueron los responsables de la formación que se imparte a los miembros de las mesas electorales quienes aseguraron que los emoticonos o cualquier otro método se daría por válido. “Si tienes un casillero donde se elige el binomio presidencial u otro candidato, pueden ubicar la raya vertical sobre la horizontal, pero si dibujan una carita feliz como una expresión de aceptación también se toma como válido”, explicó hace dos días en la prensa local Tania Arias, encargada del proceso de inducción para los miembros de la junta que se realiza en la Delegación Electoral de la provincia del Guayas.
Estas dudas y la amplitud de la literalidad de la norma se han transformado en preocupación para las partidos políticos que se presentan a las elecciones de 2017. Desde el frente Compromiso Ecuador, que apoya la principal candidatura de oposición de Guillermo Lasso (Movimiento Creando Oportunidades), creen que todo símbolo que no sea una raya vertical (que forma una cruz con la horizontal ya impresa) “se presta a arbitrariedades y subjetividades”, apunta Francisco Jiménez.
También Wilma Andrade, presidenta nacional de Izquierda Democrática —el partido que lleva como candidato a presidente al exmilitar y exalcalde de Quito Paco Moncayo— se pregunta qué pasará si un votante dibuja una cara triste sobre alguno de los binomios presidenciales: “Ellos pueden interpretar que no le gusta... Eso es subjetivo y sería muy peligroso”. Al líder de Movimiento Concertación, César Montúfar, aliado de la candidatura socialcristiana de Cynthia Viteri, le parece que este tipo de noticias obedecen a una estrategia de distracción: “Le quitan seriedad al proceso y generan una incertidumbre innecesaria en un momento de cambio tan importante”.
La aclaración del Consejo Nacional Electoral servirá para apaciguar las inquietudes sobre el voto emotivo que ya de por sí, según la experiencia del presidente de la institución, Juan Pablo Pozo, tendrá una repercusión mínima en las próximas elecciones ya que la gran mayoría de votantes expresa su voluntad con claridad.
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