“La vida está hecha para humillarte infinitamente”
Francisco Alanís, creador del sitio web Sopitas, comparte sus experiencias profesionales con los asistentes de 'EL PAÍS con tu futuro'
Francisco Alanís Sopitas es un fenómeno viral en México. Su cuenta de Twitter se acerca a los dos millones de seguidores y su página web es una de las más visitadas. Hace unos años, Sopitas no lo tenía tan claro. Alanís había pasado siete años en Radioactivo, la icónica estación de rock de la Ciudad de México, que cerró súbitamente en 2004. Abrió su sitio en 2006, en un Internet sin Facebook y Twitter, y en el que las 1.000 visitas eran un buen pretexto de celebración. En entrevista cuenta la transformación de 10 años de Sopitas.com y de cómo el mundo digital dibuja oportunidades inigualables para una nueva generación de jóvenes internautas.
Pregunta. ¿Cómo llegó a la radio?
Respuesta. Es curioso y por eso quise venir a EL PAÍS con tu futuro. En mi escuela me pidieron que fuera a algún lugar donde me gustaría trabajar. A los 16 años no tenía idea de lo que quería, mis papás me decían lo que esperaban que fuera, todos te dan su opinión. Lo más importante es lo que tú quieres. Me gustaba mucho la música y Radioactivo, creía que iba a ser más divertido que un hospital o un bufé de abogados.
Cuando llegué, me "voló la cabeza". Yo pensaba: "¿En verdad les pagan por ir a conciertos y escuchar música?". Esto es lo que quiero. No había tenido otro contacto con medios. Fui varias veces hasta que me dijeron que no fuera "lacra" y que les echara una mano. Empecé a contar gorras para las promociones y a los 20 años me dieron una oportunidad al aire.
P. Después, en 2004, se acabó Radioactivo. ¿Qué pensaste?
R. Para mí, de los 16 a los 23 años es una etapa formativa, en la que defines qué es lo que vas a hacer y te puedes dar el lujo de probar nuevas cosas en la vida. Yo dediqué a Radioactivo todo ese tiempo y me quedé con un gran vacío. Me dio pánico. Me invitaron a escribir en Récord y fui al mundial de 2006 porque a mi columna le fue muy bien.
Pensé que ese era un buen momento para abrir mi página, donde pudiera poner lo que me gustaba. Internet no era como ahora. Facebook seguía siendo para estudiantes de Harvard, Twitter no existía. Me acostumbré a subir cosas directamente a la página. En ese tiempo había muy pocas cosas para jóvenes y el momento político era muy áspero, esa coyuntura me benefició. No sólo los medios, toda la sociedad se había olvidado de los jóvenes.
P. ¿Cómo llegaron los millones de seguidores?
R. Al principio nos emocionábamos cuando llegamos a 1.000 visitas. El Mundial de 2006 fue el primer impacto. Me di cuenta de que era muy importante conocer a la audiencia, ponerse en sus zapatos. En vez de esperar a que alguien más diera esa información, me puse a hacerla. Tienes que servir al público.
El segundo boom fue en el Mundial de 2010. Ya había Twitter, pero ninguno de los medios tradicionales sabía usarlo. Tomaba fotos del entrenamiento que tenían 40 retuits, mientras que ellos tenían que regresar al estudio a editar el material y lo daban al día siguiente.
Las elecciones de 2012 fueron un caso triste. Que Sopitas se convirtiera en un sitio de referencia entre los jóvenes, me hizo pensar "cámara... ¿de verdad?". Yo no soy periodista, me parece que es un reflejo de lo olvidados que tienen los medios de comunicación a los jóvenes. Pasó con el #YoSoy132, por ejemplo.
P. Muchas veces hay miedo a iniciar algo nuevo en Internet y equivocarse o que nadie preste atención...
R. En los últimos años vivimos en un ecosistema contaminado. Escuchamos historias de éxito de tal compañía compró esta aplicación por 1.000 millones de dólares y entonces te cuestionas: "¿por qué nadie compra mi compañía?". Hay que darse cuenta de que es una cuestión de tiempo y dedicación. Me tomó seis años despegar. A veces sólo conocemos el producto final y no el trabajo detrás.
También hay que ser realistas. Saber lo que quieres, pero entender que necesitas dinero para vivir. Puede que suene muy millennial esto, pero cuando contrato lo más importante es que la gente esté feliz con lo que hace. Sentirte afortunado por disfrutar tu chamba. Hay que tener una meta, aguantar "vara", saber que la vas a cagar. La vida está hecha para humillarte infinitamente. Se trata de atreverte a hacer las cosas.
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