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La barbarie regresa a Tijuana con un cadáver colgado de un puente

El Cártel Jalisco Nueva Generación impone el terror en el norte y da un paso más en la guerra por los territorios del cártel de Sinaloa

Elena Reina
Un cadáver colgado de un puente de Tijuana.
Un cadáver colgado de un puente de Tijuana.GUILLERMO ARIAS (AFP)

En Tijuana hace siete años el Día de Muertos era todos los días. La imagen de un hombre colgado de un puente, atado de pies y manos, a veces sin brazos o piernas, otras incluso sin cabeza, era una escena habitual en la localidad fronteriza. La barbarie había sido enterrada en la memoria colectiva —con algunas excepciones— en los últimos años, pero ha resucitado con fuerza este miércoles. La guerra que mantiene el Cártel Jalisco Nueva Generación contra el de Sinaloa y sus aliados, por el control de los territorios del norte de México, sacude las estadísticas y recuerda que el terror sigue ahí. La época más sangrienta ha vuelto.

Mientras en el resto del país se celebraba el día de la muerte y los cementerios se llenaban de color, música y comida, de un puente de Tijuana colgaba el cadáver de un hombre, envuelto con cinta aislante y coronado con una narcomanta. El mensaje rezaba: "Así van a quedar todos los chapulines [narcomenudistas]" del grupo rival. De la advertencia que dejan los sicarios, lo importante suele ser el remitente, que en este caso estaba firmado por uno de los grupos criminales con más poder en México: el Cártel Jalisco Nueva Generación, declarado enemigo acérrimo del Chapo Guzmán y sus sucesores. 

La caída de Joaquín Guzmán Loera, y su casi inexorable extradición a Estados Unidos, ha provocado el levantamiento de los grupos rivales que luchan como perros de presa por su parte del pastel. No sólo están en juego las rutas hacia Estados Unidos o el dominio del Triángulo de Oro (Chihuahua, Sinaloa y Durango), sino la disputa por la mera supervivencia territorial del cártel de Sinaloa.

En este contexto ha irrumpido el grupo de Jalisco. La agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA) ha señalado que se trata de la organización criminal de mayor crecimiento en México. Hicieron su primera demostración de fuerza en septiembre de 2011 con el asesinato de 35 sicarios de Los Zetas, en Boca del Río (Veracruz). Sus cadáveres los arrojaron a la avenida principal como muestra de su iniciación. El 6 de abril de 2015 mataron a 15 agentes de un convoy blindado y, dos semanas después, derribaron un helicóptero militar y bloquearon por carretera Guadalajara (1,5 millones de habitantes) en respuesta a la detención de 10 de sus integrantes. Dirigidos Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, a este grupo se le atribuye también el secuestro de los dos hijos de El Chapo en agosto pasado.

La localidad fronteriza de Tijuana es uno de los territorios de la discordia. Desde los tiempos de la deserción de Teodoro García Simental (El Teo) y Raydel López Uriarte (El Muletas) del cártel de Juárez al de Sinaloa para derrotar a los herederos de los Arellano Félix en la zona, no se habían registrado unas cifras de homicidios similares. En esa época, de 2008 a 2010, se contaron más de 3.000 muertes, según las cifras oficiales. La guerra que libran hoy los de Jalisco, aliados con los Arellano, contra las huestes del Chapo, ha dejado en los siete primeros meses de este año más de 600 asesinatos. La cifra a final de 2016, si sigue por este camino, puede superar los momentos más oscuros de la guerra en 2008.

En el mismo puente donde colgaron a un hombre este miércoles, el pasado 3 de septiembre arrojaron tres cuerpos descuartizados. El narcoterror por el paso de la droga hacia el vecino del norte ha regresado a Tijuana.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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