El medallista etíope que criticó a su país se niega a abandonar Brasil
Feyisa Lilesa hizo un gesto de protesta contra la opresión a su grupo étnico, los oromos, al obtener la medalla de plata en el maratón
El atleta Feyisa Lilesa ganó ayer la medalla de plata para un país, Etiopía, al que ahora se niega a regresar. "Tal vez me quede aquí", ha comentado tras su victoria, en referencia a Brasil, la única nación para la cual tiene un visado en regla actualmente. "Si consigo otro [visado] a lo mejor me voy a Estados Unidos", ha añadido. El medallista utilizó ayer un gesto, los brazos cruzados por encima del pecho, de clara protesta contra el Gobierno etíope: es el que se asocia a los oromo, el grupo étnico al que pertenece y que sufre el acoso de las autoridades policiales. Lilesa lo realizó en dos ocasiones: primero a pocos metros de cruzar la línea de meta y segundo, durante la rueda de prensa.
"La situación de los oromo en Etiopía es muy complicada", ha contado el deportista. "En nueve meses han muerto más de mil personas en manifestaciones". Los oromo conforman el 25% de la población de Etiopía, históricamente uno de los países más pobres del mundo, pero también uno que lleva años sumido en un acelerado proceso de industralización. Esto ha llevado a varios conflictos entre el Gobierno y los oromo, que ocupan la tierra que rodea a la capital, Adís Abeba, justo donde la ciudad pretende desarrollarse.
La posibilidad de que los oromo sean expropiados se descartó en enero, tras meses de polémicas que han tensado las relaciones entre el grupo y las autoridades y provocado enfrentamientos que han resultado en cientos de muertes. Varios organismos internacionales han denunciaron las violaciones de los derechos humanos en el trato a los oromos y subrayado que el país está ahora en la situación más inestable en la que se ha visto en toda la década. Hablando sobre volver a poner pie en su tierra, Lilesa ha especulado: "Me matarán".
El gesto de Lilesa ha resultado un éxito de visibilidad en redes sociales. Un crowdfunding ha reunido más de 35.000 euros para encontrarle un nuevo hogar. Él, mientras, teme que su mujer y sus dos hijos ya hayan sido detenidos.
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