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Derechos Humanos denuncia el asesinato de 22 civiles a manos de policías federales

Los hechos ocurrieron en mayo de 2015 en Michoacán. Los agentes se enfrentaron a un grupo delictivo y entonces dijeron que todos murieron en la balacera

Policías federales al salir del rancho en Tanhuato en mayo de 2015.Foto: reuters_live | Vídeo: EFE / QUALITY
Pablo Ferri

El cadáver 36, los colores del horror: el negro carbón, el gris oscuro del hollín, el azul chamuscado. En la necropsia practicada a uno de los 42 muertos de Tanhuato, la última masacre denunciada en México, los peritos descubrieron que su tráquea estaba impregnada de hollín. Eso, en opinión de expertos de la comisión mexicana de derechos humanos, CNDH, es porque aspiró el humo del fuego que le quemaba. Porque estaba vivo, respiraba y se quemaba.

El presidente de la CNDH, Luis Raúl González y el primer visitador de la comisión, Ismael Eslava, presentaron este viernes el informe sobre lo ocurrido en Tanhuato el 22 de mayo del año pasado. La comisión ha sido contundente. Los policías que participaron en el operativo asesinaron a 22 de los 42 muertos y usaron la fuerza de manera excesiva para matar a otros cuatro. Debido a la manipulación de la escena del crimen por parte de los agentes, la comisión no ha podido determinar cómo murieron los otros 16.

Con el informe de la CNDH, el caso Tanhuato marca un punto de inflexión -otro- en la crisis de derechos humanos que sufre México. Tras la desaparición de 43 estudiantes a manos de delincuentes aliados con policías en Iguala en 2014; del presunto asesinato de entre ocho y 15 civiles por parte de militares en Tlatlaya ese mismo año; de casos de menor envergadura pero idéntica estructura como Calera o Tierra Blanca en 2015 y 2016; después de todo ahora llega Tanhuato. El presidente de la CNDH ha terminado su comparecencia diciendo que este “es uno de los casos más sensibles” que han visto.

En mayo de 2015, la Policía Federal informó de la muerte de 42 presuntos delincuentes, integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, en un enfrentamiento con agentes del cuerpo. También cayó un policía federal. Pese a los rumores de que aquello fue algo más que un enfrentamiento, la Policía Federal siempre ha mantenido lo que dijo. Incluso hoy, después de que se divulgara el informe de la CNDH, el máximo responsable del cuerpo, Renato Sales, insistía: “El uso de las armas fue necesario ante la agresión real e inminente”.

En las fotos del informe de la CNDH, el “cadáver 36” aparece medio acurrucado, como un luchador que se quiere defender. Los forenses le llaman la postura del boxeador. Los músculos y los tejidos se deshidratan y se contraen. La piel se carboniza, la ropa se quema y se pega a los tejidos.

El cadáver 36 recibió seis balazos. Policías federales le dispararon desde “un plano superior, adelante y a la derecha de la víctima”. Los proyectiles le afectaron el corazón, los pulmones, el hígado y el riñón.

La persona que en vida fuera el cadáver 36 fue uno de los 22 asesinados, según el informe. De esos 22, a 13 les dispararon por la espalda, a cinco les dieron desde el helicóptero que llegó a apoyar el operativo, a dos les mataron a sangre fría dentro de la casa del rancho donde ocurrió todo, a otro lo mataron fuera. El último es el cadáver 36.

De los otros 20, cuatro murieron por el “uso excesivo de la fuerza” de la Policía Federal. En el informe, los investigadores explican que dos de los cuatro estaban escondidos entre unas palmeras y un tercero recibió siete balazos y luego otro de la ametralladora del helicóptero. Para la CNDH, se encontraban en una “posición de indefensión”. El cuarto murió quemado dentro de una bodega de uso agrícola que hay en el rancho. Según explica la comisión, la ametralladora del helicóptero disparó hasta 4000 proyectiles. Eso habría causado un incendio al interior, cuando los proyectiles prendieron unos barriles de combustible.

Los investigadores han explicado que fue imposible determinar las “circunstancias” en que murieron otros quince debido, en parte, a la “falta de veracidad” del informe que rindieron en su día los policías federales que participaron en el operativo. El último de los muertos fue atropellado, pero no saben quién lo hizo, cómo o cuándo.

En el relato que divulgó entonces la policía, un convoy de civiles armados les agredió mientras patrullaban los alrededores del rancho. Las autoridades habían recibido un aviso de que un grupo de delincuentes había ocupado el rancho. Cuando fueron, según la versión policial, se encontraron con parte de ellos, que les agredieron. Empezó entonces una persecución que acabó cerca del rancho. Los presuntos integrantes del Cartel Jalisco chocaron su camioneta con un árbol y el enfrentamiento se trasladó al interior del rancho.

El primer visitador de la CNDH dijo este viernes que no hay pruebas de que se diera tal persecución, ni de que dicha camioneta chocara. Los policías, explicó, “ingresaron de manera sigilosa” en el rancho. Y lo hicieron, añadió, entre una y dos horas antes de lo que dijeron: “La Policía Federal tuvo aproximadamente cuatro horas para manipular el lugar de los hechos”, después del operativo.

El cadáver 36 es especialmente relevante porque muestra la manipulación a que se refiere la CNDH. De las páginas 401 a 415 del informe, los investigadores explican que el hombre aparece primero, tirado junto a unas palmeras, detrás de la bodega. En las imágenes luce unos jeans y una sudadera con capucha. Aún está vivo, el fuego aún no le alcanza. Esas fotos salieron publicadas días más tarde en las cuentas de Twitter y Facebook de Valor por Michoacán, un medio local nativo de las redes sociales. Luego, en otras fotos, el cuerpo aparece ya medio quemado, en la postura del boxeador. El fusil que antes estaba junto a él ahora está en otro lado. El cargador del fusil, un AK47, ya no está. En cambio hay otros dos, al margen. Esas imágenes son de la procuraduría de Michoacán. Entra unas y otras hay un mundo, todo es distinto.

¿Cuánto tiempo vivió el cadáver 36 mientras se quemaba? ¿Supo que se quemaba? La CNDH sugiere que el fuego de la bodega pudo prender en las palmeras. También aporta el testimonio de dos de los tres civiles que detuvo aquel día la policía. Uno dice que escuchó como uno de los agentes le decía a otro: “tráete la gasolina, ya no mates a más, ya reporté a dos vivos”.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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