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El 'ejército olímpico' de Brasil

129 militares del país organizador, casi un tercio de la delegación, competirán en los Juegos de Río

María Martín
La judoca Sarah Menezes, oficial de la Marina.
La judoca Sarah Menezes, oficial de la Marina.divulgación

Brasil quiere demostrar poderío militar dentro y fuera de los estadios. Mientras cerca de 23.000 soldados patrullarán las calles de Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos, 129 militares deportistas, casi una tercera parte de la delegación brasileña, se preparan para subir al podio. Entre ellos hay jóvenes que se alistaron en las Fuerzas Armadas no por vocación patriótica, sino porque no tenían dinero para los gastos que supone competir en la élite. Hace cinco años la sargento Iris Tang Sing, luchadora de taek wondo, cuarta en el ranking mundial de la disciplina, entrenaba en el balcón de su casa, en un barrio humilde de Río de Janeiro, y hacía campañas para recaudar fondos para contar con cosas tan básicas para un deportista como una nutricionista.

Su madre le decía que no llegaría a ninguna parte como siguiese empeñada en competir y Tang Sing decidió alistarse. “Gracias al Ejército pude cumplir mi sueño de participar en los Juegos Olímpicos. Antes no tenía ningún apoyo y estaba a punto de dejarlo. Con mi sueldo como militar [cerca de 800 euros] conseguí pagar un nutricionista, hice viajes internacionales para competir, me pago mis suplementos energéticos… Todo es muy caro y siempre pasé dificultades económicas”, cuenta la sargento, entrenada por con los golpes de tres luchadoras turcas pagadas por el Comité Olímpico brasileño.

El alto número de militares en los Juegos —Italia cuenta con cerca de 50 soldados, Estados Unidos con 6 y España no tiene ninguno— aún puede aumentar, hasta que se hagan oficiales los 460 nombres que competirán, y tiene dos explicaciones. Por un lado, Brasil, como anfitrión, cuenta con más plazas garantizadas de las que le corresponderían si los Juegos fuesen en otro país y, por otro, está la inversión del Ejército brasileño en su centro de entrenamiento para atraer atletas prometedores que, en muchos casos, abandonan las competiciones por falta de recursos.

El centro de alto rendimiento de las Fuerzas Armadas fue fundado en 2008 y está inspirado en programas de Alemania, China, Rusia, Francia e Italia, que cuentan con programas parecidos. Los atletas, seleccionados por sus currículos y resultados deportivos, reciben instrucción militar, pero se dedican al deporte en exclusividad. La estrategia, con un coste de 18 millones de reales al año (5 millones de euros), entre eventos deportivos, equipamientos y salarios, ha funcionado en varias disciplinas, donde los soldados destacan por encima de los atletas civiles, entre ellas natación, tiro con arco, boxeo o atletismo. Hay equipos, como el de yudo, compuesto exclusivamente por militares. La selección femenina al completo es de la Marina brasileña y la de los hombres del Ejército.

El objetivo del Ministerio de Defensa es alzarse con 10 medallas, el doble de las que conquistaron en Londres con 50 soldados entre sus filas.

A menos de 20 días de medir fuerzas con el estadounidense Michael Phelps, el sargento Henrique Rodrigues, oro en los últimos Panamericanos de Toronto y uno de los principales nadadores brasileños, ya sueña con su medalla. En las piscinas desde los cinco años, Rodrigues gana títulos desde los 11. El Ejército fue a buscarlo en 2010, aprobó el concurso público, fue becario durante 45 días en el cuartel y el nadador vio enseguida que la disciplina del pelotón y la de su rutina deportiva encajaban perfectamente. “El Ejército siempre me atrajo bastante. Ya había querido alistarme y no pude y fue a través de la natación como lo conseguí. No tengo una vida estrictamente de militar, porque me dedico principalmente a nadar, pero sentí el gusto de lo que significa serlo. Me gusta”, cuenta Rodrigues, de 25 años, que ya participó en los Juegos de Londres.

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El sargento Charles Koshiro Chibana, otro oro en los Panamericanos de Toronto, siempre tuvo el yudo en la sangre —toda su familia lo practica—, y está subido en un tatami desde los tres años, pero fue gracias al Ejército que consiguió su plaza para Río 2016. De origen japonés, se crio en un barrio humilde de São Paulo y en 2013 su nombre empezó a mencionarse en el escenario internacional, comenzó a ganar medallas y el Ejército también lo invitó a unirse al pelotón. “Los valores del Ejército son parecidos a los que cultivamos en el yudo. Hay disciplina, jerarquía, respeto a los más experimentados”, explica el sargento, que comenzó a ver Brasil, por primera vez, como patria. “Mi entrada en el Ejército exaltó un sentimiento nacionalista que no había tenido antes. Me gusta poder competir por mi país”.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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