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El manglar Tajamar, una victoria ecologista a la devastación

Un juez de Cancún pone fin a la construcción de un macroproyecto hotelero en uno de los humedales de Cancún

El portavoz de Greenpeace para el manglar, Miguel Rivas, explica la situación actual del humedal.
Elena Reina

Una orden judicial suspende definitivamente las obras en el manglar Tajamar de Cancún. Después de meses de lucha, los vecinos y ecologistas, conformados en un movimiento ciudadano de protesta han conseguido vencer a un macroproyecto hotelero

Los ecologistas de Cancún tenían la sensación de ser los menos efectivos del planeta. La costa del caribe mexicano, tan codiciada para macroproyectos hoteleros con vistas al paraíso, ha sido suplantada desde hace décadas por urbanizaciones exclusivas, centros comerciales y parques acuáticos. Ya podían encadenarse a todas las palmeras que quedaban vivas, porque eso iba a suceder, según cuentan los vecinos. Pero ha sido con un pedazo de 60 hectáreas de humedal, de agua grisácea y no azul celeste, donde han juntado el valor para conseguir una victoria. El manglar Tajamar, o lo que queda de él, seguirá ahí. Una orden judicial les ha dado la razón después de meses de lucha. Esta ha sido su historia.

Hasta 1994 el manglar Tajamar no corría peligro. Formaba parte del Sistema Lagunar Nichupté y todas sus zonas aledañas estaban igual de protegidas por las leyes mexicanas que la laguna que lleva su nombre. Pero a finales de ese año, el gobierno estatal determinó que era demasiado, Tajamar debía ser separado para aplicar en esa zona lo que se conoce como "política de aprovechamiento". Desde entonces, el humedal ha tenido que sobrevivir a las diferentes inmersiones urbanísticas.

La agencia estatal Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo) comenzó a vender esos terrenos en 2005. La Secretaría de Medio Ambiente había concedido unos permisos y la venta era legal. El problema es que ese contrato tenía condiciones, como la reubicación de la fauna existente, para lo que alegaron que ahí no había animales en el momento de la construcción en enero de este año. Los vecinos y ecologistas, agrupados en el movimiento Salvemos Manglar Tajamar, se movilizaron para mostrar con imágenes que ahí se había cometido lo que ellos llaman ecocidio y que habían "asesinado a sangre fría a animales en peligro de extinción", como cocodrilos moreletti.

En 2006 comenzó la fragmentación del manglar. Se construyeron carreteras para acceder en coche a la laguna y el espacio quedó dividido en una decena de porciones, donde se construiría un ambicioso proyecto hotelero con 5.000 habitaciones de hotel, casi 3.000 residencias privadas y centros comerciales. Para que tanto cemento concordara estéticamente con el ambiente, estaba prevista una "zona verde". Unos jardines artificiales asentados sobre el antiguo humedal.

Pero la gota que derramó la paciencia ecologista llegó en enero de este año. La madrugada del sábado 16 entraron decenas de máquinas escoltadas por la policía municipal para allanar el terreno a los constructores. No tenían mucho tiempo, el 7 de febrero vencían los permisos de la Secretaría de Medio Ambiente para trabajar en esa zona. "La gente lloró. Olía a muerto ahí dentro. Sacamos animales muertos y algunos se los llevaron al presidente municipal", cuenta Araceli Domínguez, una de las portavoces de Salvemos Manglar Tajamar. "Lo hicieron en el mero corazón de Cancún, a la vista de todo el mundo. Nos quisieron quitar el lugar donde los vecinos vamos a pasear, a ver el atardecer, donde todavía es posible encontrarse con los cocodrilos en su hábitat natural", explica Domínguez.

La presión de los organismos ecologistas locales junto con otros internacionales como Greenpeace o WWF hizo que un humedal medio devastado en Cancún fuera un motivo de indignación internacional. Los diferentes amparos que habían presentado los vecinos fueron resolviéndose favorablemente para los ecologistas. El último de ellos, todavía pendiente de sentencia, ha suspendido definitivamente las obras.

Descripción del proyecto hotelero para los compradores.

"Se trata de una medida preventiva ordenada por un juez. En lo que se dicta el resto de sentencias no podrán aprovechar para construir ahí. Es una victoria, pero todavía las instituciones implicadas como Fonatur o Semarnat pueden recurrir", cuenta Alejandra Serrano, coordinadora de la oficina de Yucatán del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA). Serrano denuncia que "Fonatur se ha comportado como una inmobiliaria estatal que obedece a fines privados, ha vendido terrenos públicos sin los criterios ambientales correctos, para poder hacerlo no reconocieron ni siquiera que esto era un manglar". El CEMDA también presentó una denuncia por la concesión del permiso de la Secretaría, según ellos fraudulento, a la agencia estatal de fomento al turismo.

Más información
Lea la autorización completa de obras en el manglar de la SEMARNAT

Con los terrenos talados y muchos de sus animales muertos, según los vecinos y ecologistas, todavía queda algo de esperanza si no se rellena el manglar. Así lo explica Miguel Rivas, portavoz de Greenpeace para el manglar Tajamar: "Se podría ver esto como una oportunidad para crear un plan innovador de reforestación, crear un concurso con universidades para que los jóvenes piensen cómo volver a darle vida a este espacio".

Mientras tanto, las entradas al manglar están cerradas por el movimiento ciudadano. Salvemos Manglar Tajamar ha tomado las 60 hectáreas de terreno e impide pasar a cualquier vehículo y controla lo que hacen quienes acceden caminando. "Hemos montado guardias de día y de noche para que nadie pueda entrar a destruir lo que todavía queda. Todo está custodiado", cuenta Domínguez. Asegura que cada miembro aporta lo que puede, algunos comida y agua, otros transporte, los biólogos y abogados se encargan de mover los amparos y denuncias. "Yo ya me he gastado desde julio del año pasado unos 5.000 pesos [casi 300 dólares]". Y añade orgullosa, tras conocer la suspensión definitiva de las obras: "En mis 32 años de lucha ecologista jamás había visto en México un movimiento ciudadano así".

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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