Evo Morales celebra 10 años en el poder
El mandatario de Bolivia será recordado como el primer presidente indígena de un país con mayoría de indios, pero intensamente racista
Evo Morales cumple este viernes 10 años en el poder. Llegó en 2006 tras el derrumbe del sistema de partidos “neoliberales”, con la promesa de “refundar el país”. Un decenio después, Bolivia ya lleva su impronta. Tiene nuevo nombre, “Estado plurinacional”, en lugar de “República”, una nueva Constitución, un nuevo modelo económico basado en la extracción nacionalizada de gas, prosperidad bastante difundida, mejores relaciones interétnicas y estabilidad política. Pero también una centralidad indiscutida e indiscutible: el propio Morales.
Ese es el legado del Gobierno más prolongado de una sola corriente política, el Movimiento al Socialismo (MAS), tanto en democracia como en cualquier otro periodo de la historia nacional.
El decenio de Morales ha dado lugar a que se le compare con Porfirio Díaz, el patriarca mexicano de antes de la Revolución, o con Fidel Castro, el líder que cambió radicalmente Cuba. Para el expresidente e historiador Carlos Mesa, Morales no solo es uno de los tres líderes más importantes que ha tenido el país, sino que ya se ha convertido en un “mito”. Después de tan “inimaginable” —en términos bolivianos— permanencia en el poder, sigue gozando de una popularidad de casi el 70%. La posteridad lo recordará como el primer presidente indígena de un país con mayoría de indios, pero intensamente racista, en el que una condición para acceder al poder era ser blanco y poseer un título académico. En caso de dejar el Gobierno ahora, lo rememoraría también como el presidente más exitoso que hubo. “El mejor presidente”, como dicen sus adeptos de todas las clases sociales.
El MAS habla de la “década de oro” de Bolivia. Según Manuel Canelas, un joven diputado de este partido, el mayor logro es “la estabilidad económica y política, que han convertido a Bolivia en un país normal, con algunas certidumbres que no tenía antes, y que son básicas en otros países”. Canelas también destaca el “pacto social” logrado en la nueva Constitución, que combina la ideología nacionalista revolucionaria e indianista del MAS con el liberalismo de la oposición y las élites tradicionales del país. “Lo logramos sin grandes estallidos de violencia y así hicimos posible la inclusión aceptada de los indígenas”, dice. Canelas no solo habla de inclusión en la política, sino también en la vida cotidiana.
Hegemonía del MAS
Gracias a las políticas del Gobierno, hechos habituales en el pasado, como que las mujeres de vestimenta tradicional (cholas) no pudieran entrar en los hoteles o restaurantes, han acabado. “Cualquiera de ellas podría ser una ministra”, afirma el dueño de uno de estos locales. En ello coincide Óscar Ortiz, senador del opositor Movimiento Demócrata: “Lo bueno del Gobierno fue su reivindicación de la inclusión indígena, y el que haya priorizado la lucha contra la pobreza”.
Cuando las luces son brillantes, las sombras se intensifican. Ortiz considera que el presidente “ha perdido una inmensa oportunidad para la sociedad, la economía y la política”. Dadas las condiciones que le favorecieron, en especial el boom de las materias primas, “podía haber integrado a la sociedad, pero la ha dividido y confrontado; podía haber sentado las bases de un desarrollo productivo, pero prefirió el populismo y apostó por un crecimiento basado sobre la extracción de gas y la construcción de grandes obras de infraestructura, en lugar de expandir y diversificar la producción; podía haber consolidado un Estado democrático, pero siguió el modelo chavista y ahora tenemos una fachada de democracia, vacía de Estado de derecho”, agrega.
Canelas reconoce que la hegemonía del MAS “crea tensiones en el pluralismo político”, pero las atribuye a la debilidad de la oposición y la fortaleza de su partido, que ahora está en campaña para lograr que, en febrero, un referendo constitucional autorice a Morales a presentarse en 2019 por cuarta vez consecutiva. “La continuidad de Morales es un peligro para el propio presidente”, señala Ortiz. En su opinión, si Morales hubiera dejado el poder tras los dos mandatos que prometió tener, habría dejado un legado más importante que si sigue. En especial por la crisis económica tras la caída del precio del petróleo.
Todos con el presidente boliviano
Uno de los cambios inmediatamente perceptibles es el ocurrido en las relaciones de Bolivia con Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, dice Manuel Canelas, diputado del gobernante MAS.
Si el expresidente Jorge Quiroga reconocía en una entrevista de 1996 que oponerse a solicitudes políticas de organizaciones como el Banco Mundial y el FMI, tales como pedir que el país apoye la intervención en Irak, era “imposible, porque te quitan las carreteras”, ahora la situación es completamente opuesta: los organismos y las embajadas se esfuerzan por congraciarse con Evo Morales, porque este tiene poder y recursos propios.
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