La pesadilla de dos surfistas en México
Los turistas australianos fueron asesinados en una carretera de Sinaloa, al norte de México, por delincuentes que iban vestidos de policías
La última noche de Dean Russel y Adam Coleman en México fue de terror. Los dos jóvenes surfistas, australianos, de 33 años, habían partido de Canadá junto con otro amigo en una camioneta blanca con franjas azules con destino a México. En una escala en Las Vegas, Nevada (EE UU) dejaron a su acompañante y ellos continuaron su aventura. Llegaron a la Paz, al norte de México y de ahí tomaron un ferry. El 20 de noviembre ingresaron a territorio sinaloense por el puerto de Topolobampo y su próxima parada era Guadalajara, Jalisco, donde se encontrarían con la novia de uno de ellos. Al no llegar en la fecha prevista, el 21 de noviembre, la joven alertó sobre su desaparición en redes sociales.
Ese mismo día las autoridades de Navolato, en la costa centro de Sinaloa, anunciaron que habían encontrado una camioneta carbonizada con dos cuerpos en el interior y diversos medios locales especularon que podría tratarse de los dos australianos. La macabra confirmación la hizo el pasado sábado el fiscal de Sinaloa, Marco Antonio Higuera. En conferencia de prensa dijo además que las autoridades habían detenido a tres personas sospechosas de haber asesinado a los surfistas. Los aprehendidos eran parte de una banda local dedicada al narcomenudeo, que también asalta viajeros en un tramo de carretera que conduce a Navolato.
Los delincuentes vestían uniformes de policía y portaban una sirena parecida a la que llevan las patrullas oficiales
Según la declaración de los homicidas, interceptaron a los surfistas en la madrugada del 21 de noviembre, cuando transitaban por la carretera federal. Los delincuentes vestían uniformes de policía y portaban una sirena parecida a la que llevan las patrullas oficiales. Encendieron la sirena para que pararan, y después de perseguirlos dos kilómetros, los obligaron a orillarse. Coleman mostró resistencia y hasta forcejeó con ellos. En la pelea le dieron un balazo en la cara y lo subieron junto con su compañero Russel al vehículo de los muchachos. Los delincuentes los llevaron hasta un camino solitario donde les prendieron fuego junto a la camioneta.
Este hecho no tomó por sorpresa al alcalde de Navolato, Miguel Enrique Calderón. Según declaró a diarios locales, el sitio donde encontraron el vehículo incinerado es una zona donde hay fuerte presencia del crimen organizado. Este municipio cañero y pesquero, ubicado a 35 kilómetros de Culiacán, la capital sinaloense, es una zona peligrosa. Según el alcalde Calderón, Navolato es, junto con los municipios vecinos de Mocorito y Angostura “como un triángulo de las Bermudas donde suceden hechos delincuenciales con bastante frecuencia”.
No es la primera vez que en Sinaloa asesinan a extranjeros. En mayo de 2013, dos españoles que se dedicaban a vender ropa fueron encontrados muertos y con signos de tortura en el interior de un coche en Culiacán. Los cadáveres de José Montoya y Fernando Carmona, de 58 y 57 años, fueron rescatados de las profundidades de un canal de riego conocido como río Humaya. Según dieron a conocer las autoridades, las víctimas salieron el 4 de mayo de ese año del hotel Flamingos, en las afueras de Culiacán y estuvieron desaparecidos hasta el 12 de ese mes, cuando encontraron sus cuerpos en el maletero de un automóvil.
Sinaloa es uno de los estados más violentes del país y es cuna del Cártel del mismo nombre, que lidera Joaquín El Chapo Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo. Guzman ha escapado en dos ocasiones de prisiones de máxima seguridad, la última vez el pasado julio.
Este territorio ha sido escenario de fuertes disputas por el control del trasiego de drogas hacia Estados Unidos y atestigua frecuentemente hechos violentos. Tan sólo el pasado 20 de noviembre, un hombre originario de Badiraguato (el pueblo donde nació El Chapo) fue acribillado en un restaurante de hamburguesas frente a niños y padres de familia. El lugar del incidente estaba ubicado a unos metros de la fiscalía general. Unas horas antes otro hombre había sido asesinado en una lujosa urbanización en Culiacán cuando bajaba de un automóvil. Ese mismo fin de semana, en el puerto de Mazatlán, en la costa sur, se montó un cerco policial tras el secuestro de un hermano del director de la policía local.
El fiscal Higuera informó de que las pruebas periciales hechas a los cuerpos calcinados que se encontraron en la camioneta pertenecen a los surfistas, pero tienen que reforzar este dato con otro estudio biológico. Además, agregó, el crimen fue cometido por cinco personas, dos de ellas continúan prófugas.
Otro crimen en México en contra de turistas sucedió en 2014. En julio de ese año fue encontrado el cuerpo de Harry Devert. El turista de 32 años conocido como El Trotamundos había partido de Nueva York en una motocicleta con destino a Brasil. En su paso por México, desapareció en el Estado de Michoacán. Según las autoridades se dirigía a la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, y de allí se iría al puerto de Zihuatanejo, trayecto en el que desapareció.
Adam Coleman había estado apenas en marzo de este año en el puerto de Acapulco, ubicado en el Estado de Guerrero, uno de los más violentos de México. En su cuenta de Facebook publicó fotos de él en la playa con otros amigos y pidió no creer todo lo negativo que se dice de este destino turístico mexicano. “Es hermoso, divertido, amable”. Entonces ignoraba que ocho meses después, en su trayecto a otra playa mexicana, viviría su peor noche de terror.
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