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“Hay descontento pero no adhesión a un modelo alternativo al chavismo”

El exfuncionario venezolano se identifica aún como una de las cabezas pensantes del bando bolivariano

Temir Porras, exfuncionario venezolano.
Temir Porras, exfuncionario venezolano. Twitter

“El Gobierno es una cosa y el chavismo es otra; el primero es solo una parte del segundo”, ríe Temir Porras, antes de descartar la etiqueta de chavista disidente que se le quiere endilgar. A comienzos del Gobierno de Nicolás Maduro llegó a desempeñar de manera simultánea los cargos de Alto Comisionado para Asuntos Estratégicos –un título ad hoc, concebido especialmente para él-, presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes), y secretario General del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden). Pero un bache fulminante, cuyos detalles no trascendieron jamás al público, acabó en cuestión de meses con su carrera como Zar de la Economía: “Ahora lo que soy es simplemente un chavista fuera del Gobierno”.

A sus 41 años todavía se le identifica, en todo caso, como una de las cabezas pensantes del bando bolivariano. Egresado del Instituto de Estudios Políticos de París –el prestigioso Sciences Po, vivero de la alta clase dirigente francesa-, desde la Cancillería que por seis años encabezó Maduro, en donde llegó a ser viceministro para Europa, se le tuvo como el más eficaz enlace de Caracas con los movimientos alterglobalizadores y con la izquierda exquisita del primer mundo.

Pregunta. Todas las encuestas auguran para este domingo un triunfo electoral sin precedentes de la oposición. De consumarse, ¿qué explicaría ese triunfo?

Respuesta. A que no hay una política económica clara y las dificultades políticas del Gobierno se derivan de esa ausencia. Ahora se tiende a decir que esas dificultades se deben a un agotamiento del modelo chavista. Pero yo no creo que haya un problema de modelo. El electorado puede que ahora sufra un cierto descontento con la situación económica, pero su desmovilización o voto de castigo contra el Gobierno no significa que esté adhiriendo a un modelo alternativo.

P. ¿Qué mensaje debería leer el Gobierno de Maduro de una eventual derrota?

R. En función del resultado debería definir cuál será la estrategia de desarrollo económico en Venezuela a partir de este momento. Creo que en ese debate se deberían escuchar las voces sensatas de la oposición, gente que aporte ideas y esté dispuesta a asumir en la Asamblea Nacional una discusión que derive en soluciones concretas para el país y volver a ganar estabilidad económica.

P. ¿Qué acción correctiva tendría que abordar el Gobierno?

R. La principal es resolver el problema del diferencial cambiario. No creo que la economía venezolana tenga un problema grave de tipo estructural. Lo que tiene es un gigantesco problema de flujo de caja generado, principalmente, por la política cambiaria. Abordar ese problema no es algo ideológico. Nadie dijo que para ser de izquierdas tengas que tener cuatro tipos de cambio.

P. Pero ajustar el tipo de cambio a estas alturas tendrá un impacto en los sectores populares. A muchos les suena a política neoliberal.

R. El Estado, para poder mantener una inversión social importante, necesita recursos que hoy no tiene porque el tipo de cambio penaliza al Estado mismo. O tienes un gran superávit, que tuvimos pero ya no tenemos, o tienes una gran disciplina fiscal. Llevar el tipo de cambio a un punto de equilibrio razonable que permita financiar el déficit, también de una manera razonable, no es ni de izquierdas ni de derechas. Ahora bien: lo que no se puede hacer es tener políticas contradictorias. No puedes pretender tener una moneda fuerte y al mismo tiempo una política fiscal agresiva".

P. ¿Estas cosas se hablaban en el seno del Gobierno de Maduro? ¿Qué reacción había ante planteamientos de esta naturaleza?

R. En los últimos dos años hubo falta de conciencia en cuanto a la urgencia o la centralidad de este problema. Estoy seguro de que ahora en el Gobierno hay gente convencida de que se deben modificar variables de la política macroeconómica que, sin embargo, hace dos años pensaba que ese era un problema secundario. Así que creo que ha sido menos un problema de fondo, de doctrina, que de agenda para el Gobierno. El Gobierno se centró en lo que creía más importante: la inversión en vivienda e infraestructura, el mantenimiento de los inventarios de alimentos, y dejó la macroeconomía a un lado. Además, también es cierto que venimos de dos años de intensa batalla política.

P. Perder la mayoría en el parlamento, ¿sería un llamado de atención suficiente para que el Gobierno se decida a hacer esos correctivos?

R. Obviamente las elecciones son momentos importantes para sacar conclusiones y reorientar políticas. Pero creo que en el caso de las políticas macroeconómicas, el asunto ya ha madurado. El problema ha tenido efectos muy contundentes en lo político para lograr que individualmente muchas autoridades del Gobierno hayan alcanzado la convicción de que es el momento de resolverlo. Y creo que, incluso, si el chavismo ganara las elecciones legislativas del domingo, siente ya la necesidad de tomar medidas para darle estabilidad a la economía venezolana.

P. ¿Estabilizar la economía significa volver a obtener recursos para financiar el populismo?

R. Yo creo que en Venezuela y América Latina se sobrestima este tema del populismo. Los niveles de inversión estatal en América Latina son ridículos. Las cotas más elevadas que alcanzó Chávez en su Gobierno ni siquiera se acercan a lo que invierte el Estado en Estados Unidos y Europa. Solo que allá se le llama Estado de Bienestar o Redistribución de la Riqueza, y aquí, populismo. Una diferencia sustancial, eso sí, es que en esas sociedades organizadas el gasto social se financia con los impuestos. Aquí, en cambio, con la renta petrolera. Es muy fácil criticar al chavismo porque haya redirigido la renta petrolera a los gastos sociales y mientras tanto no haya desarrollado un modelo sustentable de generación de riqueza. Pero acá el que critica el gasto no es quien lo paga. Yo no he visto a aquellos que critican la política social de la revolución que vayan al organismo tributario a exigir que haya un sistema fiscal decente, que sea progresivo, que le peche 50% de sus ingresos para crear una sociedad de ciudadanos. El tema acá sigue siendo cómo se va a organizar la sociedad venezolana para reconocer que, incluso después de 16 años de chavismo, hace falta muchísima más inversión social para lograr un país viable. Que haya alguien que diga que a nosotros “se nos pasó la mano” en la inversión social es preocupante a estas alturas. Obvio, hace falta dinero para costear esa inversión. Tiene que haber una estrategia de crecimiento económico. Que pasa por definir la relación con el sector privado. El chavismo ha dicho, mucho de palabra, que no es enemigo de la iniciativa privada, pero no ha afinado una estrategia económica que haga realidad esa palabra.

P. En apariencia, usted se toma sin alarma la posibilidad de que la oposición sea mayoría en la Asamblea Nacional. ¿No cree que sería una variable más de dificultad para el Gobierno de Maduro?

R. Es una coyuntura institucional normal. El chavismo tiene un récord de cultura democrática que la oposición venezolana no tiene. El chavismo siempre ha privilegiado la vía electoral. Eso es constitutivo del proyecto bolivariano. Si el resultado de este domingo le es negativo al Gobierno, va a tener que acostumbrarse a lidiar con una nueva Asamblea Nacional. Así como creo que si la oposición controla la Asamblea Nacional no debe ser para pedir la renuncia del Gobierno al día siguiente, porque eso no está en ninguna parte de la institucionalidad venezolana. Va a tener que lidiar con un Ejecutivo adverso, eso pasa en otras partes del mundo y Venezuela tampoco es Marte. Frente a los escenarios catastróficos que con frecuencia se formulan para Venezuela, la sociedad venezolana ha mostrado una madurez que pocas veces se le reconoce.

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