Cuando Forocoches, “fistro”, Arguiñano o las croquetas aparecen en Hollywood: dónde sobreviven los doblajes disparatados de España

Entre los tardíos noventa y principios de los 2000 los doblajes de series como ‘Sabrina’, ‘El Príncipe de Bel Air’ o ‘Cosas de casa’ incluían referencias locales que en España fueron traducidas de forma libre, una costumbre que ha desaparecido de la televisión pero permanece en algunos videojuegos

Series como 'El príncipe de Bel air', 'Cosas de casa', 'Sabrina' y videojuegos como la saga 'Final fantasy' y 'Little King Story' son algunas de las ficciones que, en su adaptación al castellano, hicieron uso de modismos, frases y celebridades nacionales.Collage: Blanca López

Una vieja práctica de la televisión española sobrevive en algunas esquinas del mundo de los videojuegos: la de traducir con localismos españoles productos claramente hechos y ambientados en otros países. “En los Final Fantasy hay algún personaje con acento andaluz”, explica en conversación telefónica Javier Pérez Alarcón, traductor audiovisual que tiene en su haber los subtítulos de The Mandalorian y Sandman y las traducciones de ...

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Una vieja práctica de la televisión española sobrevive en algunas esquinas del mundo de los videojuegos: la de traducir con localismos españoles productos claramente hechos y ambientados en otros países. “En los Final Fantasy hay algún personaje con acento andaluz”, explica en conversación telefónica Javier Pérez Alarcón, traductor audiovisual que tiene en su haber los subtítulos de The Mandalorian y Sandman y las traducciones de El cuento de la criada, Licorice Pizza, Sonic, o Scream. “El de Little King Story [publicado entre 2009 y 2016] es un caso extremo: estaba lleno de referencias a Chiquito de la Calzada”, apunta el traductor. “En el King of Fighters también hubo referencias al humorista. Por algún motivo esto pasó”. La práctica no es lo habitual, pero sirve para despertar, entre los jugadores –y tuiteros– de más edad, recuerdos de la televisión española de los noventa, un mundo de traducciones libres, añoradas incluso por algunos, donde un policía de Chicago podía hacer tranquilamente referencias a Martes y Trece, y reabrir la pregunta: ¿de dónde venía esa cultura? ¿Y cómo se concilian sus referencias caducas con la era de la nostalgia que vivimos desde entonces?

Una anécdota ejemplifica este sistema: Salem el Gato tuvo un encontronazo con la mejor amiga de Sabrina, la Bruja, por negarse a hacer un chiste sobre cuando Fraga fue embajador del franquismo. La historia es absurda, pero la confesó su protagonista, así que debe ser cierta. Jesús Rodríguez, director de doblaje de la popular serie Sabrina: Cosas de Brujas (1996-2003) y voz de Salem, su personaje más icónico, lo explicaba en el programa Muy en serie. “Recuerdo un capítulo en el que llegaban a un hotel como de los sesenta, y yo, para castellanizar una broma, hice que dijeran: ‘Los muebles son de la época en la que Fraga era embajador en Londres’. Y había gente que decía ‘No, no, yo esto no lo digo’ ‘Sí, lo dices’, ‘No, yo es que esto…’ ‘Pues lo dices o si no te vas’. Lo dijo. En el mismo programa se ve como Roxie (personaje que en España fue doblado por Isacha Mengíbar, voz, entre otras, de Lisa Simpson) suelta la frase de marras.

Este fue el tratamiento que se dio durante años muchos guiones de series extranjeras en nuestro país. Curiosamente, casi todas de Antena 3. En El Príncipe de Bel Air (1990-1996) Will Smith podía ser del oeste, en Filadelfia, pero se declaraba fan del Betis, hacía bromas con Camilo José Cela, mencionaba a María Teresa Campos (si en el original hacían referencias a Oprah Winfrey) e imitaba a Chiquito de la Calzada. En la versión doblada de Cosas de Casa (1990-1998), Waldo tenía acento cubano (no era así en la original), el televisor familiar emitía la sintonía de los informativos de Antena 3 cuando los Winslow comían en el sofá y se repetían frases de moda en la España de la época como: “La cagaste, Burt Lancaster” o “Hasta luego Lucas”. Más recientemente en Las chicas Gilmore (2000-2007) se podían hablar, entre los punzantes diálogos entre Lorelai Gilmore y su hija Rory, referencias a Karlos Arguiñano. Salvador Aldeguer, director de doblaje de Cosas de casa y voz de su protagonista, Carl Winslow, reconocía entre risas en una entrevista: “Hicimos todo lo que se suponía que no debíamos hacer. Eso tiene el peligro de que, con los años, tenga cierta fecha de caducidad”.

El tiempo le ha dado la razón. Si bien nadie discute la importancia que tuvieron esas series en España (y su adaptación al español ayudó sin duda a ello) no gozan de la vigencia que ha sabido mantener series como Los Simpson o Friends, que optaron por no abusar de modismos y mantener la coherencia narrativa. Su inclusión en las distintas plataformas de streaming patrio es una señal más de que han envejecido relativamente bien. “Lo de hacer referencias a la cultura local es algo que se ha ido dejando de lado, por suerte”, explica. Series como la comedia Superstore (2015-2021, se puede ver en Netflix) son de las pocas en las que se puede escuchar un ejemplo parecido. Cuando en la versión original de la serie se refirieron a “páginas webs de incels”, aquí lo doblaron, directamente, como “Forocoches”.

Will Smith y James Avery, en 'El príncipe de Bel Air'.

Esto sucede en formatos distintos: en las series, las películas o los videojuegos. Pero en casi todos los casos se dan en un género en concreto. ”Una comedia suele ser más difícil traducir, pues el drama no hace tantos juegos de palabras, referencias culturales o equívocos…”, explica Alarcón. “Pero solucionarlo con un localismo es algo que a mí, personalmente, me saca del argumento”. Alarcón pone como ejemplo de doblaje bien hecho el caso de algunas temporadas de Los Simpson y de Seinfeld, ambas adaptadas por Alicia y María José Aguirre de Cárcer.

“Yo estoy totalmente en contra de esas sustituciones. Suelen envejecer muy mal”, explicaba María José en una entrevista en la revista Yorokobu. “Mi enfoque ha sido siempre el de adaptarlas, acercando el texto al espectador pero manteniéndome fiel al original. Para hacer esto, me pregunto qué función cumple cada referencia para que, aun cambiándola, se alcance el mismo objetivo. Si una frase, por ejemplo, contiene el nombre de una persona de la vida pública estadounidense desconocida en España, lo cambio por otra conocida por un sector más amplio”.

Sabrina: Cosas de Brujas, se sitúa en la antítesis de esta aproximación. A pesar de desarrollarse en un barrio residencial a las afueras de Boston, EE UU, la serie estaba plagada de referencias patrias. El gato parlante estaba obsesionado con Miguel Molina, la fabada y las croquetas. Las tías de la protagonista, dos brujas de mediana edad que pasaban su día entre Boston y “La Otra Esfera”, no dejaban de fantasear con irse de vacaciones a Gandía. Las referencias no solo eran locales sino temporales, con menciones al ministro de Hacienda de la época (Cristóbal Montoro) famosos como Dinio o cantantes como Las Ketchup ante los cuales un miembro de la generación Z, más que reírse, alzaría una ceja.

“Estás hablando de un cantautor inglés que es muy malo y a la gente no le hace gracia. Si pones a uno de aquí, sí”, se defendía Jesús Rodríguez de las críticas en su momento. Es cuestión de gustos y muchos internautas no se lo niegan. La cuenta Sabrina en español (con cerca de 5.000 seguidores en Twitter) recopila las mejores referencias patrias de la serie con un éxito moderado. Hay auténticas joyas.


A pesar de que haya quienes reivindiquen la traducción más libre y cañí, al final se ha acabado imponiendo un estilo más sobrio, respetando las referencias culturales locales y la coherencia de la serie. “El cliente ya rara vez lo pide, pero es verdad que en los noventa sí que lo pedían más, y como es una comedia te decían: dale un poco más de salero”, explica Pérez Alarcón. “Pero ya rara vez lo hacen”. Cosas de Casa, El Príncipe de Bel Air y Sabrina: Cosas de Brujas han quedado como una alocada excepción en el mundo de las series. “Lo siento, lo hicimos, quedó grabado y ahí está”, se excusaba entre risas Salvador Aldeguer. Su compañero, Jesús Rodríguez, se mostraba más tajante: ”Antes se fiaban más de un director”, lamentaba. “Tampoco me han puesto demandas, tampoco me han matado. Les ha gustado”.

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