Rafuel, de vendedor de combustible a punto de jubilarse, a ‘influencer’ gastronómico con un restaurante

Casa Rafuel está en el centro de Barcelona y su fundador avanza que ya tiene en mente replicarlo en Madrid y Sevilla

El influencer gastronómico Rafuel en su nuevo restaurante de Barcelona, Casa Rafuel.Gianluca Battista

La tortilla de patatas es seguramente el plato más famoso de Rafuel, el influencer gastronómico con casi 900.000 seguidores en Instagram que viene del sector del petróleo, pero el plato que esconde la curiosa historia de este cocinillas convertido en rey de las redes son unos macarrones. Una receta sencilla y sabrosa que no falta en la carta de su primer restaurante de Barcelona, abierto hace mes y medio con el nombre de Casa Rafuel. Y este plato tan popular guarda la explicación de cómo un vendedor de combustible en edad próxima a la jubilación llegó a miles de personas, sobre todo jóvenes, con sus recetas fáciles y suculentas a través del móvil.

Lo que hay detrás de los macarrones Rafi lo cuenta Rafael Antonín (Barcelona, 68 años) sentado en un banco de su nuevo local, en la calle Provenza, en pleno Eixample. Un día del lejano 2008, cansado de que sus hijas no acudieran a la mesa para cenar, colgó en Facebook el plato de macarrones que había preparado. Inmediatamente, las dos salieron de su ensimismamiento adolescente, dos habitaciones más allá de la cocina, para ir en busca del padre, preguntándole qué diablos había hecho.

Esta anécdota encendió la chispa de todo lo que vendría después. “Me di cuenta de que tenía que seguir por este camino para llegar a la gente joven”. Como siempre ha sido muy aficionado a la cocina, y ha hecho muchos cursos de formación, empezó a compartir vídeos en Instagram de lo que comía en casa y también fuera. De un modo autodidacta fue mejorando esas recetas audiovisuales para redes. Él cree que el secreto de su éxito fue escoger platos fáciles y apetecibles, además de grabar vídeos cortos (30 segundos), que la gente joven no se cansara de ver y se atreviera a hacer en casa.

Los famosos macarrones de Casa Rafuel.

Macarrones, carne rebozada, huevos en todas sus versiones, arroces o patatas bravas fueron los protagonistas de sus primeros vídeos, con los que consiguió llamar la atención de veinteañeros. Con el tiempo, y después de todo lo conseguido, no duda de cuáles son los cuatro productos por los que esta generación se pirra: huevos, queso, jamón ibérico y patatas. Y son los ingredientes que más abundan en su cocina. “Las recetas que más gustan son las más sencillas”, defiende.

Cuando estalló la pandemia, empezó a tener muchísimo tiempo libre, como todos, pero un poco más porque coincidió con el momento en que sus hijas volaron del nido. Entonces empezó a compartir dos recetas al día, e incluso comenzó un recetario, que más adelante se convertiría en libros (Mis mejores recetas, en 2021 y Grandes éxitos de Rafuel, en 2023). Los directos en redes también fueron un auténtico éxito y la cuenta de Rafuel empezó a reproducirse y recomendarse por doquier.

Las patatas bravas del nuevo restaurante de Rafuel, con salsa de tomate picante y allioli.Gianluca Battista
La tortilla de patatas clásica de Casa Rafuel.Gianluca Battista
Las albóndigas acompañadas de patatas fritas de Casa Rafuel.Gianluca Battista
La ensaladilla rusa, otra de las tapas que propone el influencer gastronómico Rafuel en su restaurante.Gianluca Battista

Pero Rafuel tiene claro que hay algo más en su repercusión, sus principios. Presume de tener unos valores a los que no renuncia como las recetas mediterráneas y los productos locales. “No colaboro con las grandes cadenas porque no están para alimentarnos bien, sino para hacer beneficios”. Y continua su defensa asegurando que nunca elaboraría sushi, sino que su compromiso es con la cocina de aquí.

Casa Rafuel

Esta forma de entender la alimentación es lo que le ha llevado a abrir Casa Rafuel, hace mes y medio en Barcelona. Es un restaurante con dos locales (el grande está pendiente de reforma) y una gran terraza enfrente, en la zona peatonal de la calle Provenza, entre paseo de Gràcia y Rambla Catalunya. Con una carta corta y asequible, Rafuel asegura que se puede comer por unos 18 o 20 euros. “Quiero pensar en los jóvenes que cobran 1.000 euros”, argumenta para justificar la carta y los precios.

Terraza del nuevo restaurante Casa Rafuel, en Barcelona.Gianluca Battista

Está abierto desde la mañana hasta la noche, con la cocina siempre en marcha, dispuesta para desayunos, comidas, meriendas, cenas o picoteos entre horas. Sirven una decena de tipos de flautas (entre 4,20 y 7,50 euros), con pan del obrador Triticum y rellenos clásicos como jamón ibérico, fuet, butifarra blanca, queso o jamón york con mantequilla, o las calientes de bacon con queso, lomo y queso o pepito de ternera. Vaya, los bocadillos de toda la vida. Y es que Rafuel huye de modas e importaciones para reivindicar lo que siempre se ha comido en esta tierra.

En el apartado de bikinis se cuentan cinco tipos (entre 5 y 8 euros), desde el clásico de jamón y emmental, hasta el de jamón ibérico con queso Arzúa, el de sobrasada y emmental o el de emmental trufado. La trufa le encanta y en su casa también se elabora una tortilla de patatas trufada (6,50 euros), además del pincho de tortilla clásico (5,50 euros), que llega a la mesa con dos rebanadas de pan con tomate, y la del día (6 euros), que va cambiando según mercado.

Aquí se trata de picotear y compartir platillos, y para ello son las bravas Rafuel (3,5 euros), la ensaladilla rusa (3,5 euros), los macarrones Rafi, que llevan butifarra y chorizo (6 euros), la pasta del día (6,50 euros), las albóndigas con tomate (7 euros), el rabo de res al horno (11,50 euros), el pollo a la milanesa (8,50 euros) o el rape a la meunière (8,50 euros). Con la parte dulce no se complica, sino que apuesta por los que para él son los mejores cruasanes de Barcelona, de la pastelería Sacha (2,80-3 euros). También tiene la ensaimada (3 euros) del mismo obrador o un bizcocho casero (2,50 euros).

El influencer gastronómico Rafuel en su nuevo restaurante, Casa Rafuel.Gianluca Battista

A punto de cumplir 69 años, Rafuel se levanta cada mañana a las 4.30 h para colgar su receta del día en redes a las 5.00 h. Luego va al gimnasio y después al restaurante, donde está cada día al pie del cañón. Lo que le lleva más de cabeza es el tema del personal, reconoce. No se imaginaba que fuera tan complicado encontrar gente competente y dispuesta a trabajar. Pero Casa Rafuel no es su único restaurante, hace pocas semanas también se ha asociado con Amelia Platón Galofré, que concursó en MasterChef, para coger el traspaso de un bar de barrio, La Taronja, en la calle Madrazo, 119. La cosa no acaba aquí, porque una vez por semana encuentra tiempo para cocinar para grupos reducidos en su propia casa, donde puede conversar con la gente que le sigue, un evento que anuncia en redes.

Pero este incombustible foodie tiene más sorpresas. Cuenta que todavía sigue con la actividad de vender el fuel que le da nombre, aunque a medio gas, y está en conversaciones con socios para replicar el modelo de Casa Rafuel en Madrid, donde tienen un público muy fiel, y en Sevilla, una ciudad que le encanta y a la que quiere ir cada mes.

Rafuel nunca se imaginó jugando a petanca ni mirando obras, pero tampoco sabía que le esperaba una segunda etapa dedicada a la restauración y la divulgación gastronómica. Pero aquí está, sentado feliz en su primer Casa Rafuel, donde sirve lo que le gusta comer. Donde no faltan huevos, queso, patatas ni jamón. Sus clásicos de siempre.

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