Bizcocho de manzana y queso fresco
Solo tiene ventajas: aprovecha una fruta de temporada, es jugoso, recuerda a una tarta de queso ligera y da tanto gusto como uno clásico
Hay bizcochos que son de toda la vida y bizcochos que parecen un descubrimiento. Este juega en los dos bandos: tiene la ternura y la humedad de las tartas de manzana de casa de la abuela, pero con un toque inesperado gracias al queso fresco. El resultado es un pastel jugoso, con un punto lácteo que recuerda vagamente a una tarta de queso ligera, y al mismo tiempo reconfortante como el clásico bizcocho de desayuno.
Es muy fácil, se hace con ingredientes que casi siempre tenemos a mano, perfecto para usar las manzanas locales que están en su momento óptimo y tiene la ventaja de que aguanta bien un par de días sin resecarse. Incluso puedes congelarlo en rebanadas y tener cada día un poquito de felicidad. Ideal para desayunos y meriendas.
Tiempo: 60 minutos
Dificultad: Enchufar las varillas, nada más
Ingredientes
Para un molde rectangular de 18 cm
- 3 manzanas
- 250 g de queso fresco tipo Burgos
- 3 huevos
- 150 g de azúcar
- 250 g de harina
- 50 g de almidón de maíz (maicena)
- 1 sobre de levadura química (unos 15 g)
- ½ cucharadita de canela molida
- 1 pizca de sal
- Mantequilla y harina para encamisar el molde
Instrucciones
Poner en un bol los huevos con la mitad del azúcar (75 gramos) y batir con varillas eléctricas hasta obtener una mezcla clara y espumosa.
Poner en otro bol el queso fresco con el azúcar restante (75 gramos) y batir hasta obtener una crema lisa.
Incorporar la mezcla de huevos al bol del queso y batir bien hasta integrar.
Tamizar la harina, el almidón de maíz, la levadura y la canela. Añadir a la masa junto con la pizca de sal y mezclar hasta obtener una textura homogénea.
Pelar las manzanas, cortar en cuartos y rallar por el lado grueso de un rallador. Incorporar a la masa con una cuchara o espátula.
Preparar un molde alargado untado con mantequilla y espolvoreado con harina, retirando el exceso.
Verter la masa en el molde y hornear a 180 ºC durante unos 45 minutos. A partir de la media hora, cubrir con papel de aluminio si la superficie se dora demasiado. Comprobar la cocción pinchando en el centro con un cuchillo fino o un palillo: debe salir limpio.
Dejar reposar 10 minutos antes de desmoldar y enfriar sobre una rejilla.
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