Sopa carbonada
A no ser que el cambio climático o algún cataclismo meteorológico lo impida, esta será la última sopa de la temporada. La saco a todo correr porque creo que aún queda algo de frío por venir, y porque es uno de los platos que conocí en Chile que merece la pena compartir. Se trata de un sopicaldo humilde, popular y sin ninguna pretensión, pero quizá por eso mismo resulta más reconfortante que muchos preparados con ínfulas.
La carbonada no sólo se toma en Chile, sino también en Bolivia o Argentina. Al parecer debe su nombre al largo tiempo de cocción que requería: en el pasado se cocinaba hasta que la leña del fogón quedaba carbonizada del todo. Mi versión, inspirada en la del chef chileno Tomás Olivera Silva, es bastante más rápida, no por falta de tiempo, sino por tratar de ajustar los puntos de las verduras y que no se queden reducidas a puré. Además de su fantástico sabor, lo mejor de la carbonada es que es muy completa en términos de nutrición, y por incluir cereales, verduras y carne puede servir como plato único. La receta original lleva maíz, pero yo no se lo he puesto porque me parece que el que venden por aquí no está a la altura del suramericano.
Dificultad: Una sopa, ¡lo más difícil del mundo!
Ingredientes
Para 4 personas
- 300 g de carne de ternera para guisar
- 100 g de calabaza
- 1 patata pequeña
- 50 g de judías verdes
- 1 zanahoria grande
- 1 cebolla pequeña
- 50 g de arroz
- 1,5 litros de caldo de carne
- 1 cucharadita de pasta de ají (opcional y sustituible por carne de pimiento choricero con guindilla picada)
- 1/2 cucharadita de comino
- 1 cucharadita de orégano
- 1 cucharada de perejil picado
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta negra