Los memes de sopa calman el malestar de los ‘millennials’
Internet ha convertido a la sopa en el viral definitivo para transmitir el calor capaz de apaciguar a esta generación en tiempos convulsos y de proporcionar una cierta sensación de cobijo
La sopa es el mejor remedio contra el frío, literal y metafóricamente. Lo primero es más que evidente: nada sienta mejor que un caldito humeante en un día de invierno. Pero la sopa no solo calienta el cuerpo, también es puro confort para nuestras almas llenas de ansiedad, miedo al futuro e impotencia ante los horrores que ocurren en el mundo. O al menos eso es lo que opina internet, que ha convertido a la sopa en el meme definitivo para transmitir ese calor que tanto anhelamos, un calor capaz de apaciguar nuestras cabezas en estos tiempos convulsos y de proporcionarnos una cierta sensación de cobijo. No hay más que pensar en los carteles de “hay caldo” que cuelgan en algunos bares y que bien podrían ser el equivalente del “bienvenido a mi hogar” en el felpudo de una casa. Si una receta fuera capaz de darte un abrazo, seguro que sería una sopa.
“La vida no tiene sentido, solo hay dolor y sufrimiento y fracaso. OMG, sopa, ¡holaaaa!” o “un plato de sopa me arreglará” son algunos de los mensajes que aparecen en los innumerables memes sobre sopa que proliferan en internet. Por su parte, los hashtags #soupseason y #souptok llevan un par de años acumulando vídeos en TikTok y Alfie Steiner, más conocido en redes como @alfiecooks_, ha conseguido hacer virales sus recetas de sopa e incluso convertirla en algo sexy gracias a esa voz profunda y calmada.
Resulta difícil encontrar un remanso de paz online tan placentero como el que existe alrededor de la sopa, un espacio libre de cinismo y maldad, donde los platos de cuchara parecen la solución a todos los problemas. ¿Qué tiene la sopa para que internet la haya convertido en el antídoto culinario por excelencia contra el malestar de nuestros tiempos? No hay duda de que es uno de los platos que mayor bienestar proporcionan de forma más instantánea. Es fácil de hacer y, aunque existen sopas elaboradísimas, por lo general su encanto radica en su sencillez. Con una olla, un fogón, agua y unos cuantos ingredientes, tienes una sopa.
En la cuenta de recetas Bueno Pa Ti, que define su contenido como “cocina fácil y resultona para millennials deprimidos”, son fanáticas de la sopa y tienen su propia teoría sobre por qué triunfa en las redes. “La comida de cuchara nos da una ilusión de edad adulta. Nuestras generaciones no están teniendo los hitos tradicionales de esa etapa vital. Hablo de comprarse una casa, casarse, tener hijos… Todo eso ha desaparecido o está en reformulación y la sopa nos da, un poquito, la ilusión de ese hogar que no tenemos”, dice Elvira Ambite, la creadora de los platos de Bueno Pa Ti, que lucen tan bonitos en pantalla, gracias a la dirección de arte de Miriam Persand. “No veo descabellado que la sopa se ponga de moda en las redes sociales, justo ahora que es todo tan convulso. Todo es muy desagradable, las noticias son muy desagradables, nuestra vida toma pasos a peor y la edad adulta como que no llega. Si me monto un plato de cuchara, parece que está más cerca”, continúa.
En su receta de chowder vegano afirman con contundencia que “no hay acto de amor más verdadero que una sopa espesa”. Y es cierto. Hacerse una sopa o prepararla para otras personas es el gesto de cuidado por excelencia. “El hecho de sentarte y hacerte una comida de cuchara es como cuando te pones mascarilla en la cara y dices ‘me estoy tratando bien’. Además, la sopa es algo muy cultural, en casi todas las cocinas del mundo los platos emblemáticos siempre incluyen una sopa, así que tiene esa cosa de tradición, de estabilidad”.
La periodista de Bon Appétit Ali Francis, elaboró una genealogía del fervor por la sopa en internet, remontándose hasta 2014, cuando empezó a circular un clip de uno de los capítulos más memorables de la serie Seinfeld: El nazi de la sopa. En esta escena, se veía a George diciendo: “tengo que concentrarme, paso a modo sopa”, mientras hacía cola para pedir un bisque de cangrejo. El “nazi de la sopa”, un cocinero ultraexigente que solo te servía el preciado manjar si cumplías con sus estrictas normas de comportamiento (limitarse a pedir, nada de comentarios, preguntas ni cumplidos), estaba inspirado en una persona real que regentaba un local en Nueva York donde, según el artículo que le dedicó The New Yorker en 1989, olía tan bien que “hacía que quisieras darle un mordisco al aire”. Este personaje mezclaba dos universos aparentemente antagónicos: el de la agradable y reconfortante sopa con el de las estrictas normas que había que seguir para que no te dejara sin tu ración. Solo Kramer, el más excéntrico del grupo, entendía el carácter de este genio que le exigía perfección a su sopa, por eso no podía esperar menos de sus clientes.
Después vinieron la rana de “soup time” o Baby Yoda con su caldito entre las manos. Pero los memes que vemos ahora transmiten un candor que observamos en otras tendencias de redes sociales como el cutecore o la estética coquette (esta última también ha llegado a la comida, llenándolo todo de lazos), que reivindican la ingenuidad y una cierta evasión de los problemas de un mundo cada vez más hostil e impredecible. Este abrumador escenario global hace que recurramos, cada vez con más asiduidad, a lo confortable, lo acogedor, lo que nos hace sentir bien aunque sea a un nivel tan micro. Es precisamente esa sensación de descontrol tan palpable y que tanta impotencia genera la que nos empuja a buscar en las pequeñas cosas un refugio que nos caliente un poco el espíritu. Lo blandito, lo que dan ganas de achuchar o lo que simplemente nos hace sentir bien sin más pretensión que esa han sido, a menudo, conceptos ridiculizados por sus reminiscencias infantiles o femeninas. Sin embargo, quizá nos estemos dando cuenta de que la falta de pretensión y la sensación de bienestar, características que definen a una buena sopa, son una excelente meta a la que aspirar.